Así se califican en los medios internacionales aquellos países con una débil institucionalidad, gobiernos precarios y poco representativos, economías comprometidas y sociedades anómicas, es decir, invertebradas, empobrecidas y profundamente desmoralizadas y divididas.
La lista de 40 países la encabeza Costa de Marfil y la cierra Perú e incluye en este orden: República Democrática del Congo, Sudán, Irak, Somalia, Sierra Leona, Chad, Yemen, Liberia, Haití, Afganistán, Ruanda, Corea del Norte, Colombia, Zimbawue, Guinea, Bangladesh, Burundi, República Dominicana, América Central, Bosnia/Herzegovina, Venezuela, Uzbekistán, Kenia, Bhután, Uganda, Laos, Siria, Etiopía, Guatemala, Tanzania, Guinea Ecuatorial, Pakistán, Nepal, Paraguay, Líbano, Egipto, Ucrania. Como se ve una lista heterogénea y diversa pero que se homogeniza en los criterios para hacer la clasificación, aunque no todos los criterios son aplicables a todos los países nombrados ni en la misma proporción.
El viejo concepto de Tercer Mundo o Subdesarrollado entró en desuso por ser demasiado generalizado, actualmente se intenta ser más específico y preciso en la caracterización de estos países de frágil institucionalidad.
La caracterización es la siguiente: presiones demográficas, refugiados y desplazados; reclamos colectivos, fuga humana, desarrollo desigual, declive económico, desintegración del Estado y servicios públicos, derechos humanos, precarios organismos de seguridad, facciones, intervención extranjera.
Estos criterios de análisis, en sí mismos son complejos y dinámicos, es decir, que son históricos, pueden aparecer y desaparecer con el tiempo, lo que significa que perfectamente una sociedad puede revertir las características negativas de debilidad pero igualmente profundizar y prolongar la crisis.
Venezuela por ejemplo no tiene un problema de presión demográfica ni de intervención extranjera, pero si un evidente declive económico (a pesar de los altos ingresos petroleros), una fuga de recursos humanos, altamente peligroso para nuestro futuro; una demanda social insatisfecha, un desarrollo desigual, asumiendo como modelo el pasado como futuro, una creciente deslegitimación del estado a partir de un fracaso estructural en derechos humanos (basta ver nuestras cárceles y la consolidación de la pobreza) otro objetivo del régimen es mantener dividido el país, la sociedad invertebrada y los organismos de seguridad y de justicia, como instrumentos al servicio de la hegemonía autocrática que se nos quiere imponer.Los países, como los seres humanos, también fracasan y durante mucho tiempo la crisis, en sus diversas manifestaciones los acosan, limitan y caracterizan; pero igual que en los seres humanos, el éxito o el fracaso termina dependiendo de nosotros
La lista de 40 países la encabeza Costa de Marfil y la cierra Perú e incluye en este orden: República Democrática del Congo, Sudán, Irak, Somalia, Sierra Leona, Chad, Yemen, Liberia, Haití, Afganistán, Ruanda, Corea del Norte, Colombia, Zimbawue, Guinea, Bangladesh, Burundi, República Dominicana, América Central, Bosnia/Herzegovina, Venezuela, Uzbekistán, Kenia, Bhután, Uganda, Laos, Siria, Etiopía, Guatemala, Tanzania, Guinea Ecuatorial, Pakistán, Nepal, Paraguay, Líbano, Egipto, Ucrania. Como se ve una lista heterogénea y diversa pero que se homogeniza en los criterios para hacer la clasificación, aunque no todos los criterios son aplicables a todos los países nombrados ni en la misma proporción.
El viejo concepto de Tercer Mundo o Subdesarrollado entró en desuso por ser demasiado generalizado, actualmente se intenta ser más específico y preciso en la caracterización de estos países de frágil institucionalidad.
La caracterización es la siguiente: presiones demográficas, refugiados y desplazados; reclamos colectivos, fuga humana, desarrollo desigual, declive económico, desintegración del Estado y servicios públicos, derechos humanos, precarios organismos de seguridad, facciones, intervención extranjera.
Estos criterios de análisis, en sí mismos son complejos y dinámicos, es decir, que son históricos, pueden aparecer y desaparecer con el tiempo, lo que significa que perfectamente una sociedad puede revertir las características negativas de debilidad pero igualmente profundizar y prolongar la crisis.
Venezuela por ejemplo no tiene un problema de presión demográfica ni de intervención extranjera, pero si un evidente declive económico (a pesar de los altos ingresos petroleros), una fuga de recursos humanos, altamente peligroso para nuestro futuro; una demanda social insatisfecha, un desarrollo desigual, asumiendo como modelo el pasado como futuro, una creciente deslegitimación del estado a partir de un fracaso estructural en derechos humanos (basta ver nuestras cárceles y la consolidación de la pobreza) otro objetivo del régimen es mantener dividido el país, la sociedad invertebrada y los organismos de seguridad y de justicia, como instrumentos al servicio de la hegemonía autocrática que se nos quiere imponer.Los países, como los seres humanos, también fracasan y durante mucho tiempo la crisis, en sus diversas manifestaciones los acosan, limitan y caracterizan; pero igual que en los seres humanos, el éxito o el fracaso termina dependiendo de nosotros
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