viernes, 12 de junio de 2009

Jugando ajedrez con Jesús Soto

Hace 10 años, siendo Rector de LUZ, fui invitado a Mérida por el Rector de la ULA, Michelle Rodríguez, para conocer un Proyecto del maestro Soto para la Universidad de los Andes. Ese mismo día cumplía años Soto y la invitación se extendió a acompañarlo en su casa de Bailadores. Fuimos Lilia, el Rector Rodríguez, Iván Vivas y otros.
El maestro tocó guitarra, hablamos de lo divino y lo humano y también jugamos ajedrez. El cuento viene al caso por el reciente fallecimiento de Soto y por la entrevista que le hizo Alberto Garrido por aquellos mismos días y en la misma casa de Bailadores y que acaba de publicar la Revista Zeta (Nº 1505, Marzo 2005).
Lo curioso es que tocamos los mismos temas que aparecen en la entrevista de Garrido y algunos más, el panteísmo de Soto, el arte abstracto, Maracaibo, Guayana, París y el tema del compromiso político y el de la identidad; sobre esto último suscribo totalmente lo dicho por Soto.
“No existen lo universal, lo nacional y lo regional. Existe todo. Y todo es universal. Nuestra aspiración es la de tener un país desarrollado. Para desarrollarse hay que competir con los países desarrollados. Solamente el día en que Venezuela tenga grandes escritores, grandes pintores, grandes políticos y grandes científicos a escala universal, escapará del subdesarrollo. Yo quiero que mi país sea un país desarrollado. Y como la posibilidad que tengo es la plástica, trato, por esos caminos, de dar mi aporte. Y no acepto que ninguno me venga a inventar obstáculos”. Y más adelante continua “Ah sí. Enormemente. Los que hablan de la identidad nacional. Una de las grandes mentiras que se han inventado”.
“Absolutamente. Nosotros hablamos en castellano. Nosotros no hablamos quechua. Si una hija de uno de los señores que defiende esta situación se enamora de un indio del Alto Orinoco, inmediatamente, al día siguiente, la niña está en Oxford. O en un convento, durante diez años, encerrada. Esos son los que están en Caracas defendiendo la identidad nacional. Los venezolanos no se preocupan por eso. Ellos se creen venezolanos. No existe identidad en los pueblos. Existen ellos mismos. La teoría de la identidad nacional es una invención que, además, tiene pretensiones internacionales”.

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