viernes, 12 de junio de 2009

La Utopía Norteamericana (El destino manifiesto)

Un mito puede ser una explicación verosímil; una creencia compartida e inclusive puede llegar a ser una fuerza histórica fundamental en términos culturales, ideológicos y políticos así ha sido en los Estados Unidos con los mitos fundacionales del Oeste. Según J. L Borges este es un mito literario que nació en el Este, concretamente en Nueva Inglaterra, pero su procedencia es Europa y tiene que ver con la primitiva visión protestante de América (Mircea Eliade). El mesianismo y el milenarismo son presencias permanentes en la tradición judeo-cristiana y en los albores del Mundo Moderno, y precedidos por los miedos medievales del fin del milenio, se repotencian con la Reforma protestante y su paso al nuevo continente descubierto: América, Colón sin lugar a dudas pensó que habría llegado a tierras cercanas a lo que habría sido el paraíso terrenal “Dios me ha hecho mensajero del nuevo cielo y de la nueva tierra de la que habló en el Apocalipsis de San Juan después de haber hablado de ellos por boca de Isaías: y Él me mostró el lugar donde encontrarlos”. Igual pensaban los fundamentalistas protestantes predestinados a recuperar el Paraíso terrenal hacia el oeste, creencia compartida por muchos, que convirtió la marcha hacia el Oeste como un nuevo Éxodo; a California en un Edén y como prueba irrefutable la ocupación de UTAH por los mormones, con todas sus creencias mesiánicas.
En la historiografía norteamericana, el tema de la frontera se convierte en el motor ideológico del expansionismo y del imperialismo; conquistado el oeste había que conquistar el Mundo, hasta el espacio cósmico entra en esta dinámica expansionista y así el presidente Kennedy podrá anunciar el programa de la conquista del espacio como la Nueva Frontera y de allí la convicción de que Dios es norteamericano y su territorio es el nuevo Edén, emblemáticamente uno de sus grandes escritores: John Steinbeck, titulaba una de sus principales novelas “Al Este del Paraíso”, llevada al cine por Elia Kazan y que consagró al novel actor James Dean.
América para millones de emigrantes “era la tierra en la que poder renacer”. El norteamericano promedio, aun hoy sigue aferrado a este mito de predestinación, amenazante y peligroso para el resto del mundo.

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