viernes, 12 de junio de 2009

Jugando con fuego

Frase manida, repetida y corriente la utilizada como título de este artículo, pero muy expresiva de una recurrente conducta humana, especialmente en el campo político.
El actual inquilino de Miraflores es un experto en la materia, es el viejo atavismo montonero “de tirar la parada”, a ver que pasa. Así fue en el 92 y así ha sido desde 1999 hasta hoy. No le ha ido mal, pero en este tipo de juego peligroso siempre hay una primera y última vez y cuando esto sucede se acabó el juego y no hay otra oportunidad. El líder retador, algún día será retado y vencido así ocurría en las películas de vaqueros, siempre había uno más rápido en disparar que le ganaba al que se creía más rápido en sacar la pistola. Forma parte de la condición humana, nadie es omnipotente y nadie las gana todas. El Presidente vencedor en lo interno quiere vencer en lo externo. No creo que pueda a él lo subestimó la oposición, él está subestimando a sus opositores, encarnados principalmente por Bush y Uribe.
Este trasnochado militarismo populista nuestro tiene los pies de barro, depende de los precios del petróleo y es prisionero del estamento militar. En algún momento estos soportes se van a agrietar, y es que un jugador “amateur” no calza para las grandes ligas y en el plano geopolítico internacional el juego es de grandes ligas. Que no se compare ni confunda con Fidel, este sobrevivió gracias a la “guerra fría” y su soporte era la Unión Soviética, desaparecida esta, el sátrapa cubano sobrevive porque le conviene a los gringos presentarlo como un fracaso sociopolítico y que muerto, de muerte natural más temprano que tarde el régimen se derrumbará como castillo de naipes; pasó con Stalin y el stalinismo; con Franco y el franquismo y con muchos otros que terminaron en el basurero de la historia.
En otro orden de ideas el enemigo internacional siempre es útil, como distracción del fracaso interno, pero tarde o temprano se descubre el juego; mientras se continúa con la agenda autocrática; mientras se condecora a los héroes de la corrupción y se le rinden honores de Estado, mientras se sigue prometiendo el futuro, marchando aceleradamente hacia el pasado, hasta que el tiempo de la ignorancia y la tragedia se agote y el país vuelva a reencontrarse en sus mejores posibilidades. Charles Chaplin decía, lo que hoy es tragedia mañana será comedia, mientras el extraordinario octogenario que es Pompeyo Márquez asegura que verá el fin del régimen, tal como lo vivió en 1945 y 1948.

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