Esta frase ha sido utilizada por un partido político italiano en las recientes elecciones realizadas allí. Es una frase afortunada y resume todo un programa político posible para la democracia deseable en el siglo XXI que recién comienza. El poder, esa categoría tan difusa y tan compleja; encarnada en el Estado y en el Gobierno, ha sido expresión de las ansias de poder de individuos y grupos con la sociedad de espectadora o víctima.
En las monarquías absolutas, estado y gobierno, eran el botín de las aristocracias; en la República, eran los objetivos de las oligarquías y de las élites; el llamado pueblo era siempre espectador y eventual excluido. En la medida que el modelo democrático se desarrolla, el ciudadano elector cada vez se involucra más y la sociedad civil pasa a ser una realidad política crecientemente importante; lo que no obsta para que aventureros y grupos de intereses y de poder sigan asaltando el gobierno y el estado; en el sistema capitalista tiende a prevalecer la plutocracia y en los llamados países socialistas y subdesarrollados; partidos únicos, las fuerzas armadas y una “nomenclatura” tecnopolítica-burocrática-militar.
Toda esta evolución ha permitido crear sistemas políticos diversos y diversificados y de allí que han surgido denominaciones mediáticas desafiantes como: Estados delincuentes; gobiernos forajidos; mafias gubernamentales; populistas autoritarios; como sea, el problema de fondo siempre es el mismo como controlar el poder. En la antigua Grecia se hablaba de Democracia y Demarquía, es decir gobierno del pueblo con control del pueblo; lo cual sigue siendo una prioridad política en la democracia contemporánea.
El pueblo, es decir, la gente, en la sociedad moderna sigue siendo mayoritariamente un espectador pasivo, manipulado, alienado o simplemente excluido.
En las monarquías absolutas, estado y gobierno, eran el botín de las aristocracias; en la República, eran los objetivos de las oligarquías y de las élites; el llamado pueblo era siempre espectador y eventual excluido. En la medida que el modelo democrático se desarrolla, el ciudadano elector cada vez se involucra más y la sociedad civil pasa a ser una realidad política crecientemente importante; lo que no obsta para que aventureros y grupos de intereses y de poder sigan asaltando el gobierno y el estado; en el sistema capitalista tiende a prevalecer la plutocracia y en los llamados países socialistas y subdesarrollados; partidos únicos, las fuerzas armadas y una “nomenclatura” tecnopolítica-burocrática-militar.
Toda esta evolución ha permitido crear sistemas políticos diversos y diversificados y de allí que han surgido denominaciones mediáticas desafiantes como: Estados delincuentes; gobiernos forajidos; mafias gubernamentales; populistas autoritarios; como sea, el problema de fondo siempre es el mismo como controlar el poder. En la antigua Grecia se hablaba de Democracia y Demarquía, es decir gobierno del pueblo con control del pueblo; lo cual sigue siendo una prioridad política en la democracia contemporánea.
El pueblo, es decir, la gente, en la sociedad moderna sigue siendo mayoritariamente un espectador pasivo, manipulado, alienado o simplemente excluido.
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