viernes, 12 de junio de 2009

Lugar de ninguna parte

Los seres humanos estamos obligados a vivir a la altura de los tiempos que nos tocan y no podemos ignorar las circunstancias que los definen. Toda existencia humana responde a un horizonte histórico que la limita y la define, el historiador habla preferentemente del pasado, el sociólogo del presente y el científico trata de encontrar las claves tecno-científicas del futuro. Los tres tiempos son consubstanciales y necesarios al ser humano, con respecto al futuro cada cultura y cada uno tiene una percepción diferente. Para unos, los más jóvenes el futuro es básicamente esperanza y oportunidades y lo asumen con optimismo; para los adultos en general, mayores de 50 años y en especial para los viejos, el futuro va dejando de existir progresivamente , y se convierte en memoria, añoranza y nostalgia.
En la cultura contemporánea frente al tema del futuro se han desarrollado básicamente tres posturas:
1. El futuro como utopía, es decir soñar siempre su mundo mejor aunque sea un lugar de ninguna parte.
2. Un lugar de ninguna parte (neverland) es el complejo Peter Pan, queremos seguir siendo niños para siempre y el futuro es la proyección de nuestros sueños de la infancia.
3. El futuro como ilusión y magia.
En los tres casos hay evasión aunque en el primer caso es la razón que proyecta nuestras mejores esperanzas; en los otros dos casos el ser humano se empeña en su minoridad, se niega a ser adulto y termina actuando irracionalmente.
En Venezuela, en la acción política de siempre hay mucho de utopía y voluntarismo, y ello en si mismo no es malo, pero permanece el complejo Peter Pan y la ilusión y la magia, de allí nuestra tendencia a la frustración histórica, los mesías de turno nos prometen el paraíso en la tierra y nos terminan dando este purgatorio que es la realidad real y la cotidianidad empobrecida de la mayoría de nuestros compatriotas para quienes el futuro es básicamente temor y angustia o simple desesperanza.

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