martes, 17 de marzo de 2009

América Latina: cultura y civilización

Todo lo que un ser humano hace, piensa y expresa, siempre y cuando no implique daño o perjuicio para sus semejantes, es susceptible de terminar configurando un hecho cultural. Toda comunidad humana, no importa su estado evolutivo, configura una cultura (usos, costumbres, tradiciones, creencias, mentalidad, etc…).

Pero no toda cultura termina siendo una civilización, es decir una filosofía orgánica y una cosmovisión de carácter universal sino que es, además, una ciencia y una técnica, que la termina haciendo una cultura dominante y un poder que tiende a hegemonizar. En este sentido todos los pueblos, etnias naciones y sociedades de la tierra expresan una cultura propia, no exenta de influencias y sincretismos “contaminantes” a veces creadores y muchas veces destructivos. De hecho muchas son las culturas que han desaparecido de la historia; otras han sobrevivido y en general se han trasformado.

Cuando una cultura específica se trasciende a si misma y se hace creadora y se abre a la universalidad porque se transforma en “una civilización” v.g. la cultura o civilización occidental con sus orígenes o fundamentos judío-cristianos y greco-romanos que termina configurado en Europa y su epígono norteamericano. Con ella y frente a ella, en la contemporaneidad identificamos otras “civilizaciones” como la árabe en particular o islámica en general las llamadas grandes culturas o civilizaciones orientales (China, India, Japón, entre otras).

El caso de África y América Latina, siendo expresión y portadores de grandes y múltiples culturas, no termina de configurar unas “civilizaciones” en el término aquí apuntado porque el “colonialismo” truncó o cercenó su evolución tecno-científica y las subordinó a la explotación colonialista con su secuela de atraso e imitación. América Latina no es Europa, ni es Norteamérica, pero tampoco es África.

América Latina es un mundo en gestación y quizás en esto tenía razón Hegel. Somos un “tiempo – espacio” múltiple y diverso; en donde los tiempos se entrecruzan, cabalgan y confunden, desde lo más moderno a lo más anacrónico y lo más importante sin capacidad tecnocientífica propia. América Latina, invertebrada e inorgánica está naciendo en un parto de siglos (500 años aproximadamente) con una voz, todavía en busca de su expresión universal sin serlo plenamente todavía y con muchas disonancias sociales e históricas que nos siguen situando entre el “primer día de la creación” y el futuro, como el “porvenir” intuido más que conocido.

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