Pero no toda cultura termina siendo una civilización, es decir una filosofía orgánica y una cosmovisión de carácter universal sino que es, además, una ciencia y una técnica, que la termina haciendo una cultura dominante y un poder que tiende a hegemonizar. En este sentido todos los pueblos, etnias naciones y sociedades de la tierra expresan una cultura propia, no exenta de influencias y sincretismos “contaminantes” a veces creadores y muchas veces destructivos. De hecho muchas son las culturas que han desaparecido de la historia; otras han sobrevivido y en general se han trasformado.
Cuando una cultura específica se trasciende a si misma y se hace creadora y se abre a la universalidad porque se transforma en “una civilización” v.g. la cultura o civilización occidental con sus orígenes o fundamentos judío-cristianos y greco-romanos que termina configurado en Europa y su epígono norteamericano. Con ella y frente a ella, en la contemporaneidad identificamos otras “civilizaciones” como la árabe en particular o islámica en general las llamadas grandes culturas o civilizaciones orientales (China, India, Japón, entre otras).
El caso de África y América Latina, siendo expresión y portadores de grandes y múltiples culturas, no termina de configurar unas “civilizaciones” en el término aquí apuntado porque el “colonialismo” truncó o cercenó su evolución tecno-científica y las subordinó a la explotación colonialista con su secuela de atraso e imitación. América Latina no es Europa, ni es Norteamérica, pero tampoco es África.
América Latina es un mundo en gestación y quizás en esto tenía razón Hegel. Somos un “tiempo – espacio” múltiple y diverso; en donde los tiempos se entrecruzan, cabalgan y confunden, desde lo más moderno a lo más anacrónico y lo más importante sin capacidad tecnocientífica propia. América Latina, invertebrada e inorgánica está naciendo en un parto de siglos (500 años aproximadamente) con una voz, todavía en busca de su expresión universal sin serlo plenamente todavía y con muchas disonancias sociales e históricas que nos siguen situando entre el “primer día de la creación” y el futuro, como el “porvenir” intuido más que conocido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario