En Venezuela está ocurriendo algo de eso, los partidos lucen agotados en lo ideológico y políticamente se hallan reducidos a simples maquinarias electorales. Lo que acabo de expresar en los párrafos anteriores fue escrito y publicado hace más de 25 años y a mi juicio sigue teniendo plena vigencia y ello se refleja en las más recientes encuestas que nos dicen que en los sectores de oposición apenas el 10% se identifican con los partidos de oposición, mientras que en el sector oficialista apenas un 17%. No hay duda que vivimos una fuerte crisis de representatividad política.
El constatar estos hechos no nos ubica entre quienes descalifican o niegan la vigencia de los partidos políticos al contrario, estamos más convencidos que nunca de la importancia de éstos para la plena vigencia y desarrollo de un sistema democrático. Pero igualmente cierto es que en miles de sociedades modernas se han desarrollado múltiples y novedosas maneras de participación política, al fin de cuentas la política es vocación y obligación de todo ciudadano, si entendemos por política los asuntos públicos de interés general y todo lo que conduzca al bien común. De allí la importancia de las llamadas organizaciones no gubernamentales de las diversas asociaciones de tipo vecinal y comunitario, así como grupos y movimientos de opinión que en un momento determinado asumen una participación orgánica y eventualmente un rol protagónico.
En estas consideraciones y estos principios se inscribe el recién creado Movimiento Civil por
Igual que hemos hablado de la vigencia de los partidos políticos, también sabemos de sus debilidades y desviaciones, como por ejemplo la demagogia y el sectarismo y los que de manera popular se conoce como la “dedocracia” y la “cogollogracia” que en términos más académicos se conoce con el nombre de la oligarquización de los partidos políticos. Los partidos nacen con la democracia y se comprometen a todo trance a ser democráticos ellos mismos hacia dentro y hacia fuera. La política por definición es de todos y para todos y tiene que ser entendida y asumida siempre en función de algo superior como serían los valores de una sociedad y una cultura y los intereses de la mayoría en especial de los más necesitados; todo ello asumido en el marco de un estado de derecho y de una sociedad que asume la política para avanzar.
La democracia fácilmente puede degenerar en demagogia; plutocracia o en una oclocracia, es decir la democracia sucumbe a la demagogia o al dinero o a la ignorancia, cuando esto ocurre normalmente la agente contaminante principal es el propio partido político que deja de ser expresión de la sociedad y se convierte en un grupo sectario dirigido por demagogos y por ignorantes.
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