En el Zulia ya se tiene el acuerdo “partidista” para la gobernación pero no es suficiente; hace falta complementarlo con el acuerdo social y programático, para ello es necesario derrotar el sectarismo y el escepticismo en la propia oposición.
La competencia electoral va a ser cerrada y no hay que subestimar ni al candidato del oficialismo, con un alto porcentaje de rechazo popular; ni los recursos del gobierno; desde las ventajas que da un CNE pro gobierno, así como las cedulaciones masivas y fraudulentas, pasando por la manipulación tecnológica y la abundancia de dinero, que compra y corrompe.
El candidato de la oposición tiene que convertirse en el candidato de las “oposiciones”. Tiene que invitar a sus competidores no favorecidos por las encuestas, a incorporarse a la campaña por el Zulia, con amplitud y generosidad.
El candidato de la oposición a la gobernación tiene que ser inclusivo y programaticamente avanzado. Debe hablar de continuidad en las políticas públicas exitosas: pero demostrar al mismo tiempo sentido autocrítico y criterio amplio para asumir propuestas serias y diversas que de verdad incidan positivamente en las necesidades de la gente.
Para un líder joven, construirse una imagen propia, es fundamental, sin negar su origen y pasado político, ni renunciar a sus lealtades. Continuidad sin continuismo es el mensaje a proyectar; con un programa para la modernidad y el futuro y prometer un nuevo gobierno regional plural y no exclusivamente partidista; teniendo en cuenta el hecho cierto que para ganar y gobernar, necesita movilizar a ese 70% de ciudadanos, escépticos y críticos con los partidos políticos.
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