El inquilino de Miraflores anda nervioso, inestable emocionalmente y sumamente agresivo; por temperamento cuartelario, siempre tiende a serlo y también lo hace por cálculo electoral, no hay duda que es un excelente histrión. El problema del presidente es que tiene fecha de vencimiento, una mediocre gestión gubernamental, después de 10 largos años y un electorado que ya dejó de ser incauto. Según algunas encuestas, en intención de voto, apenas un 22% lo hace por el gobierno, un 33% por la oposición y un 45% no quiere votar. Para la oposición es vital que la gente vaya a votar, ya que mayoritariamente este sector se inclina hacia un pensamiento crítico de la actual gestión y un rechazo absoluto al estilo y lenguaje presidencial, chabacano e irrespetuoso de la gente y de la propia majestad y dignidad de la institución presidencial.
El drama de Chávez es que ya no asusta y ha perdido credibilidad y de tanto rodearse de serviles y corruptos, ninguno de sus candidatos tiene liderazgo propio, de allí que el presidente de manera impropia quiere ser también el alcalde y el gobernador de todo el país, de hecho una vez lo dijo, que si era necesario, también seria alcalde y gobernador.
Si vamos a votar y se limitan y controlan las trampas electorales, la oposición democrática y la disidencia chavista, debe ganar muchas alcaldías, gobernaciones y consejos legislativos; esto le conviene al país y a la democracia por aquello de la independencia y equilibrio de poderes.
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