martes, 17 de marzo de 2009

Gobernar por capricho, ¿Hasta cuándo?

Chávez pareciera empeñado en molestar y fastidiar a todos. No puedo pronunciarme sobre su presunta insania mental o locura, porqué no soy competente sobre la materia, pero lo que no me cabe ninguna duda es sobre su ineptitud e incapacidad para gobernar. Nueve años después, es tiempo más que suficiente para evaluar de manera definitiva a un gobierno.

Chávez ni aprende ni enmienda, la idea es prevalecer y eternizarse en el poder y gobernar por capricho. Su última ocurrencia fue decretar el cierre de los peajes, sin estudios previos, y sin alternativas racionales, no importa si la medida arbitraria e improvisada deja en la calle a miles de venezolanos y a millones desasistidos en las precarias y abandonadas carreteras venezolanas. Lo importante es la voz del amo, la mandoneria caprichosa del presidente, en un concepto absolutamente primitivo del poder y del gobierno que no es otro que el anacrónico, incivilizado y pernicioso “hago lo que me da la gana”.

Nueve años de retórica y desgobierno pone a prueba a cualquier sociedad. Estos gobernantes insomnes, en el fondo, terminan confundiendo micrófonos y cámaras de televisión con gobierno.

La última aventura del presidente es Colombia, desestimando los muchos problemas nacionales como la inflación, el desempleo, la inseguridad, la corrupción y un largo etcétera de calamidades, se mete de manera imprudente e inconveniente en el “avispero” colombiano. Está jugando con fuego y nos quiere involucrar a todos los venezolanos. De pronto piensa que es la estrategia salvadora para un gobierno en deterioro progresivo y un presidente cada día más impopular. Es la misma estrategia que de manera equivocada asumió la dictadura argentina con la invasión de las Malvinas. El patriotismo no puede ser invocado como un recurso político oportunista. Venezuela debe retomar el camino del respeto soberano hacia los otros países y en particular los vecinos, tan celosos de su soberanía como debemos serlo nosotros con la nuestra.

El presidente habla de rectificación, no se la ve por ninguna parte, otra palabra más del vocabulario presidencial vacía e hipócrita como la falsa rectificación del 2002 o como la ilusoria revolución y el no menos ilusorio y escatológico socialismo del siglo XXI. Palabras vacías en el vacío conceptual de un nominalismo infantil y primitivo.

La idea es entretener, distraer y confundir mientras se ejerce el poder sin control y sin rendición de cuentas ¿Hasta cuándo la política como demagogia y espectáculo?

Se decretó una amnistía para discriminar y ejercer venganza política. Se habla de reconciliación y se arremete otra vez contra los adversarios. Se insiste de manera ilegal y provocadora en la presidencia perpetua. Se habla de paz y se arma para una guerra. Hasta cuando el presidente va a seguir con su voluntarismo obcecado y su desgobierno; y lo más importante: ¡hasta cuando el país lo va a tolerar!.

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