Contrariamente a lo que piensa Chávez, con su presidencialismo imperial y su centralismo anacrónico; el poder y el gobierno en la modernidad es cada vez más descentralizado. Las comunidades y las personas cada vez asumen mayores responsabilidades con respecto a sus vidas y destinos.
El auto-gobierno en todos los niveles es el gobierno del siglo XXI.
En nuestra tradición política comunal, tanto en su vertiente hispano como afro- indígena, el auto–gobierno converge hacia el municipio como institución básica, conjuntamente con la familia, ejes y soportes de la vida social.
En Venezuela fue un avance la elección directa de alcaldes y gobernadores; aunque también es cierto, que muchas de ellos degeneraron en pequeños caciques locales, y al final quedó truncado y en parte frustrado, nuestra experiencia de auto-gobierno, que hoy se quiere erradicar con la mal llamada reforma constitucional, y retrotraernos a
Nuestros municipios en general están abandonados, nuestras ciudades han retrocedido hacia el caos y la violencia, la inseguridad, pésimos servicios deterioro ambiental y baja calidad de vida prevalecen frente a la apatía, indiferencia y complicidad de las comunidades y de los poderes municipales. En la nueva aurora democrática que se avecina, a las comunidades y a los municipios les va a tocar una gran responsabilidad en la recuperación plena de nuestra sociedad. La patria se hace desde abajo y el país debe descansar en la formación y laboriosidad de sus ciudadanos y no en los dictados del amo del poder y en los decretos arbitrarios e ilegítimos del mismo. El futuro se construye no se decreta, y el protagonista siempre es el ciudadanos, como persona libre y con responsabilidades y como comunidad y sociedad civil organizada.
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