lunes, 16 de marzo de 2009

Imperialismo y Sub imperialismo

Estados Unidos y Brasil se reparten a Sudamérica; la primera como superpotencia imperial y la segunda como potencia emergente y para que no queden dudas, ya que el poder siempre se sustenta en la fuerza; los norteamericanos reactivan la 4ta. flota, creada en 1943 y desactivada en 1950 cuyo comando está en Florida, mientras los brasileños insisten en su vieja idea de un Consejo de Seguridad Regional, presentado formalmente en la reunión de UNASUR (Unión de Naciones de América del Sur), reunidos en Brasil recientemente, en donde la primacía de este país es evidente. La iniciativa fue aprobada con la reticencia de algunos y la negativa abierta de Colombia. En este escenario geopolítico se mueven los grandes intereses mundiales y cada gobierno latinoamericano, con sus intereses por delante participan del juego de poder que definen los procesos históricos.

Venezuela por inexperiencia e inmadurez de su presidente y con una diplomacia tradicionalmente improvisada y poco profesional, tiende a ser el “tonto útil” del continente, a pesar del petróleo, del cuál todos se aprovechan, así como de la retórica protagónica de Chávez, de un falso protagonismo que no incide favorablemente en los intereses nacionales. El presidente es un “dilettante” en materia internacional, un improvisado, es decir que en él se suman la ignorancia con la ingenuidad, creándole al país dificultades y problemas innecesarios.

En los últimos encuentros internacionales el presidente luce patéticamente “simpático” y es que cuando Chávez tiene miedo aparenta amabilidad. Un hombre lleno de contradicciones y debilidades, que se cree más “vivo” que los demás, con esa viveza criolla de aparentar que se las sabe todas y el fondo con gran irrespeto a los demás.

En la V Cumbre América Latina – Caribe – Comunidad Europea, reunida en Lima, Pérú el 17 y 18 de Mayo; se la pasó pidiendo perdón y disculpándose en especial con la Canciller de Alemania, igual que en otros tiempos tuvo sus diferencias histriónicas con Toledo y Alan García del Perú, y ni hablar de su relación tormentosa e infantil con Uribe, el presidente colombiano, para terminar pidiéndole perdón a todos.

En la reunión de los 12 países de la UNASUR, fue un peón más en el tablero del ajedrez brasileño. Lula tuvo razón en parte cuando lo calificó como el mejor presidente venezolano de los últimos 100 años, si lo asumimos como un halago a un presidente que le gusta que lo halaguen enfermizamente volcado a un culto a la personalidad, pero que en la práctica ha favorecido como nadie los intereses brasileños en América Latina.

La preeminencia brasileña ya lo avizoraba en la década de los 70 del siglo pasado, el secretario de estado Norteamericano Henry Kissinger, cuando decía que los Estados Unidos en América Latina, sólo tenía que ponerse de acuerdo con Brasil, ya que hacia donde se moviera Brasil se movería el resto del Subcontinente.

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