Con este régimen y su proyecto totalitario todos perdemos. Diez años después de una pretendida e ilusoria “revolución” la pobreza y la desigualdad siguen igual en Venezuela. Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) la distribución del ingreso en el 2007 es igual a la de 1997; es decir, el 40% más pobre recibe el 15% del ingreso y el 20% más rico sigue recibiendo el 49.7% del ingreso; 10 años después todo sigue igual en materia de ingreso y desigualdad; quizás con la única diferencia que un porcentaje importante de ese 20% más rico viene de la “boliburguesia” chavista y “revolucionaria”. En Venezuela hay un proyecto de control total del país; que Chávez nunca ha disimulado.
Primero fue el control político; ningún poder se escapa: ejecutivo, legislativo, judicial; otros poderes públicos e instituciones, como el Consejo Nacional Electoral; Fiscalía, Defensoría, Contraloría y ahora le toca a las Fuerzas Armadas, gracias a las últimas leyes contenida en el “gacetazo”.
El control económico avanza inexorable; con PDVSA y el Banco Central; estatizaciones en aumento y el número de empleados públicos (se calculan en más de 2.000.000) intimidadles y propenso a todo tipo de presión.
El debilitamiento progresivo del sector privado completan el afán controlador utilizando para ello mecanismos “legales” y de todo tipo, aprovechando la abundancia fiscal y el monopolio de la fuerza.
El objetivo final es el control social absoluto y el poder indefinido ¿lo logrará? De nosotros depende que no se logre, de cada uno y de toda la sociedad, expresada y agrupada en asociaciones e instituciones de la más diversa índole, incluidos como es lógico los partidos políticos de innegable necesidad e importancia en todo proyecto democrático.
La economía nos va a ayudar, este gobierno ha fracasado en materia económica, con una inflación desbordada una disminución del crecimiento, los precios del petróleo a la baja y la quiebra y el endeudamiento de PDVSA. El despilfarro obsceno y la “regaladera al exterior”, la ineficiencia (en 10 años no llegaron a construir 250.000 casas) y la corrupción descontrolada, va a hacer despertar a muchos venezolanos (“chavistas” incluidos) que han entendido que “hablando y viajando” no se resuelven los problemas reales de la gente (a Chávez se le ha calculado que en 10 años en promedio, ha hablado y ha viajado un tiempo equivalente a tres años de micrófono y avión.
En materia social la inflación y la inseguridad se imponen, mala calidad en los servicios y la amenaza permanente del desabastecimiento (hace 10 años se importaba el 60% de la comida, hoy es casi el 80%). Teníamos un rebaño de 13.000.000 cabezas de ganado y hoy no llega a 10.000.000. Seguimos en mora en salud, vivienda, educación y empleo productivo.
A nivel internacional hemos regresado al triste prestigio de un país “mayamero y saudita” (a la “boliburguesia le encanta Miami”) pero además con el agregado del histrionismo y la chabacanería del primer inquilino. Venezuela merece un mejor destino y de nosotros depende cambiar las circunstancias políticas, tal como lo hicimos el pasado 2D y que tenemos que repetir este 23 de noviembre.
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