lunes, 16 de marzo de 2009

Democracia

Este artículo fue escrito como es obvio sin conocer el desenlace electoral del 23 de noviembre, pero cualquier haya sido el mismo, lo importante es reafirmar los principios democráticos fundamentales no sólo como una manera de pensar sino además como una cultura integral del ser humano y de la sociedad. Una cultura sustentada en la educación y el trabajo, en la honradez y del funcionamiento real y efectivo del estado de derecho en donde cada institución funcione de acuerdo a la Constitución y las leyes y en donde cada funcionario no importa su rango o nivel actué con honradez republicana y vocación de servicio siempre dentro del marco de la ley y las normas.

Con los resultados del 23 de noviembre quisiéramos creer que se avanzó en el equilibrio y división de los poderes y que en Venezuela se suscite un verdadero y necesario dialogo para empeñarnos nuevamente todos los venezolanos sin discriminación de ningún tipo en soñar, diseñar y ejecutar un proyecto de país inclusivo, solidario, pacifico desarrollado.

Como nunca es suficiente repetir ciertas cosas creo pertinente y oportuno transcribir en extenso un texto fundamental de hace 2500 años aproximadamente escrito por Tucidides historiador ateniense y puesto en boca de Pericles importante político y gobernante de talante democrático:

Nuestro régimen político es la democracia, y se llama así porque busca la utilidad del mayor número y no la ventaja de algunos. Todos somos iguales ante la ley, y cuando la República otorga honores lo hace para recompensar virtudes y no para consagrar el privilegio. Todos somos llamados a exponer nuestras opiniones sobre los asuntos públicos. Nuestra ciudad se halla abierta a todos los hombres; ninguna Ley prohíbe la entrada en ella a los extranjeros, ni les priva de nuestras instituciones ni de nuestros espectáculos; nada hay en Atenas oculto, y se permite a todos que vean y aprendan en ella lo que bien les pareciere…

“Confiamos para vencer en nuestro valor y en nuestra inteligencia. Tenemos el culto de lo bello y cultivamos la filosofía, sin que eso debilite nuestro carácter. Si poseemos riquezas no es para guardarlas ociosas ni para envanecernos de su posesión, sino para emplearlas productivamente. Para nadie es vergonzoso entre nosotros confesar que es pobre; lo que sí es vergonzoso es no tratar de salir de la pobreza por medio del trabajo. Todos los ciudadanos, incluso los que se dedican a los trabajos manuales, toman parte en la vida pública; y si hay alguno que se desinteresa de ella se le considera como hombre inútil e indigno de toda consideración. Examinamos detenidamente los negocios públicos porque no creemos que el razonamiento perjudique a la acción; lo que sí creemos perjudicial para la patria es no instruirnos previamente por el estudio de lo que debemos ejecutar”

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