Con este nombre tan neutral y aséptico los medios de comunicación se refieren habitualmente al hecho político más importante ocurrido en Venezuela en el 2007 y que hizo posible el otro gran acontecimiento político del año, como fue el triunfo del NO el 2 de diciembre.
La sociedad venezolana en su conjunto ha vuelto a respirar oxigeno democrático, ya todos sabemos que la amenaza autoritaria – totalitaria tiene plazo fijo de vencimiento y que el país ya no tiene miedo.
La democracia gana y el futuro vuelve a ser recuperado como proyecto político. En todo ello el movimiento estudiantil ha sido protagonista fundamental.
Este movimiento nació al calor de las luchas sociales y políticas de oposición de los últimos años y la coyuntura desencadenante fue el cierre arbitrario del tradicional y popular canal de televisión RCTV.
Iniciado el movimiento, se hacen los estudiantes dueños de la calle y de la protesta por la libertad y la democracia.
El 11 de agosto, en Maracaibo, se formalizan organizativamente como parlamento estudiantil, al cual tuve el honor y el privilegio de ser invitado para participar en la instalación y decir unas palabras. La reflexión que quise compartir partía de la necesidad del coraje y la lucidez que el momento nacional demandaba y demanda; y la necesidad que tenía el movimiento estudiantil de definir su naturaleza e identidad.
Si nacían para hacer historia tenían que dejar de ser coyunturales e insertarse en la política nacional como un proyecto democrático alternativo y si ello era así tenían que asumirse como vanguardia de las luchas políticas que se avecinaban.
Lo hicieron exitosamente con respecto a la mal llamada reforma constitucional, disfraz malogrado de dictadura felizmente derrotada el 2D. Ahora viene el reto del 2008, un año a todas luces difícil y complicado y cuyo acontecimiento político más visible son las elecciones locales y regionales. Para los estudiantes esto es un desafío, ya que es su encuentro definitivo con la política real, con todas sus grandezas y miserias. En ello se juega el destino definitivo de este afortunado y oportuno movimiento estudiantil y lógicamente el destino personal de sus principales dirigentes que, como le decía a uno de ellos en la instalación del parlamento estudiantil, ojalá sepan merecer el futuro y estar a la altura de las circunstancias, en un tiempo complejo y altamente dinámico.
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