miércoles, 18 de marzo de 2009

El infinito y la nada

Dios creó al hombre y éste se destruyó a sí mismo, pareciera ser la filosofía de George Fleischman en su película ''Cuando el destino nos alcance''. En ella el futuro es una pesadilla, maridados el horror y el terror. Destruida la naturaleza, los océanos, todo vestigio vegetal, y animal, el hombre vuelve a ser antropófago. Los cadáveres son transformados en alimentos sintéticos, el hombre en materia prima de la industria de la muerte. El nazismo ya había hecho el ensayo, continuado exitosamente por la industria de la guerra en nuestros días. Antropofagia industrializada, la humanidad vuelve a los orígenes. Historia cíclica del eterno retorno, la humanidad se destruye a sí misma. La sociedad convertida en un infierno, en un lugar sin esperanzas, acorrala y destruye al ser humano. La sociedad creada para que el hombre progresara en civilización y cultura, termina por desquiciarlo y anularlo.

De la nada volvemos a la nada, es lo que piensan sabios como C. Levy Strauss y G. Dumezil. La sociedad del futuro será la que prefiguraron Orwell y A. Huxley en sus libros.

Nuestra época se ha caracterizado por una consciencia contradictoria, unos creen haber empezado a vivir la utopía, otros, creen vivir el comienzo del fin. La película transcurre en el año 2040, en Nueva York, con 40 millones de habitantes, en su mayoría desempleados, hacinados, desesperados y sometidos a una minoría llena de privilegios, detentadores del poder económico y político.

En esta sociedad dantesca, el conocimiento de la verdad conduce a la muerte. Primero fue Simenson, luego Sol, el sacerdote y el detective. Todos deben morir, porque la verdad es insoportable: el hombre se está comiendo al hombre.

La película es sobrecogedora el hombre termina por construir el infierno, una sociedad sin esperanza. No comparto la filosofía de la película, pero sé que existe la posibilidad que ella plantea. El ser humano habita entre la aurora y el crepúsculo. Vivimos en una época desesperada, entre el infinito y la nada. Para el teólogo y filósofo Paul Tillich el hombre contemporáneo está sometido a una triple angustia. 1) La angustia del sino y la muerte, desconocemos nuestro destino y con certeza sabemos que vamos a morir. 2) La angustia de la vaciedad y del absurdo total. Nada tiene sentido, muerto Dios, muere también el hombre en un vacío esencial y ontológico. 3) La angustia de la culpa y la condenación. La vida al perder su sentido moral, el hombre naufraga en un sin sentido. Nadie responde por nadie, como Caín ante la muerte de Abel. El hombre se aliena, ''escapa de su libertad'', dice Fromm. ''Para evitar el riesgo de dudar y preguntar renuncia al derecho de preguntar y dudar''.

La desesperación se hace absoluta, igual que en la película que estamos comentando, la desesperación es convertida en sistema y nadie escapa a ella. La única posibilidad sigue estando en el hombre mismo, recuperarse y asumirse como creación a quien le fue dado una tierra para morar y crecer en ella, construir su propio paraíso. En el fondo, la película deja abierta una puerta a la esperanza: salvar a la naturaleza es salvarnos a nosotros mismos.

Al principio Dios creo el cielo y la tierra…al hombre y a la mujer. Dios dijo: ''Yo les entrego para que ustedes se alimenten, toda clase de hierbas de semilla y toda clase de árboles frutales. A los animales salvajes, a las aves de los cielos y a cuanto ser viviente se mueve en la tierra, les doy para que coman pasto verde. Y así fue. Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció''

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