miércoles, 18 de marzo de 2009

Diálogo


En esta dramática hora nacional no hay concepto más importante que el diálogo; es una exigencia absolutamente mayoritaria tanto en el sector oficial como en la oposición.

Lo que sucedió el 2 de diciembre indica que el triunfo tiene que ser administrado con prudencia y respeto hacia el adversario derrotado y de una vez extender una invitación al Presidente y al gobierno a un dialogo constructivo de cara a las próximos años.

Se debe exigir y propiciar un gran acuerdo nacional de convivencia, gobernabilidad, a este respecto, creo que el papel de las Fuerzas Armadas, la Iglesia, las Universidades, entre otros factores fundamental; les toca una gran responsabilidad, en función del equilibrio, el respeto, la tolerancia y la convivencia.

Cuando una sociedad bordea el precipicio de la anarquía o de la confrontación fraticida y la violencia, a todo nivel y en todas sus manifestaciones tiende a imponerse, se hace urgente y necesario un gran acuerdo nacional.

En este momento crucial de nuestra crisis política, la sensatez, el sentido común tienen que imponerse y la responsabilidad de todos, en especial de los dirigentes es fundamental.

La responsabilidad del Presidente y del gobierno es clave, en sus manos está el poder, por consiguiente la obligación moral y legal de asumir la iniciativa del diálogo para la reconciliación nacional. Las inevitables diferencias, todas, pueden ser discutidas y canalizadas civil y democráticamente.

El Presidente no puede seguir por este camino suicida de la descalificación y confrontación permanente, los Venezolanos tenemos derecho a la tranquilidad y seguridad necesaria para trabajar por el desarrollo del país y el bienestar de todos, sobre la base de un proyecto político nacional democrático y solidario, en libertad, con equidad y justicia social. Después de las duras lecciones que nos dio el siglo XX, toda la humanidad sabe que la solución no es ni el fascismo ni el comunismo, ni ninguna ideología sectaria, excluyente y deshumanizante.

Compartimos una visión progresista del desarrollo social, inscrita en una concepción dialéctica de la historia y por ello mismo sabemos que la política, en todos sus aspectos y en especial como acción de gobierno, debe buscar siempre el equilibrio, la concertación inteligente, necesaria entre todos los actores sociales y factores de poder.

Venezuela merece el mejor destino posible, asumido desde la formación, la educación y la laboriosidad de su gente.

No desestimamos nuestro pasado heroico pero el verdadero patrimonio de un pueblo es su tradición civil y civilizatoria, creo que ya es hora que cancelemos nuestra herencia de violencia reflejada y representada en ese poderoso mito literario que Rómulo Gallegos plasmó en Doña Bárbara, como expresión de una patria, la del siglo XIX, asolada por la violencia y la miseria, negada al dialogo y siempre ganada a la confrontación.

En este 2D permitamos que gane Venezuela.

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