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Bolívar está atrapado en su proyecto
más ambicioso; es un prisionero de la Gran Colombia, hasta llegar a negarse a
sí mismo, cuando en el año 28, después de la Convención de Ocaña, instaura una
dictadura de corte reaccionario. Su gran
adversario fue Santander; todavía hoy continúa la polémica más allá de toda
objetividad.
Bolívar enfermo del cuerpo y del alma,
vive su agonía política y humana, le escribe a Briceño Méndez: <>.
Quizás tenga razón Gil Fortoul cuando
afirma que Bolívar realmente murió en 1828.
La tentación monárquica fue permanente
entre la clase dirigente, formaba parte de sus tradiciones y costumbres, de su
psicología y cultura, además respondía a una necesidad de orden y
estabilidad. Bolívar fue tentado con
esta idea, sin rechazarla de manera absoluta, nunca la considero
realizable. Se inclinó siempre por un
poder ejecutivo fuerte, una Presidencia vitalicia, de hecho una monarquía sin
corona. Lo importante era evitar el
caos, la anarquía, la guerra civil. Lograda
la Independencia, el problema era organizar a las nuevas repúblicas y la
mayoría pensaba que era necesario un gobierno fuerte y centralizado.
La discusión era estéril y
extemporánea. Los hechos estaban
decretando la disolución de la Gran Colombia.
Los intereses en conflicto así lo querían. Las pasiones se desbordaron y se personalizó
en Bolívar todo el odio y la maledicencia de la pasión política. El Libertador es condenado al ostracismo; en
Valencia y en Puerto Cabello, con el auspicio del gobierno de Páez, se propone
que el nombre de bolívar <>.
Su viaje a la eternidad lo inicia
Bolívar el 1° de Marzo de 1830. Entrega
la Presidencia y en Agosto se encuentra en Cartagena rumbo al exilio.
El 4 de Junio, muere asesinado Sucre,
tenía 35 años. Era el único con méritos
y condiciones para suceder a Bolívar.
Los conspiradores de Septiembre del 28, que habían fracasado en su
intento de asesinar a Bolívar, logran su objetivo con Sucre. Héroe y tragedia siempre van de la mano;
muerto uno, agonizante el otro, la historia siempre termina en drama y
biografía.
En septiembre del año 30 escribe
Bolívar al Ministro Vergara:
< Yo estoy aquí renegando contra toda mi
voluntad, pues he deseado irme a los infiernos por salir de Colombia>>.
El 1° de Diciembre llega por mar a
Santa Marta, es un moribundo. En sus
delirios exclamaba: <>. Le dice al Obispo
de Santa Marta: <>. Interroga al médico que le atiende: ¿qué vino
a buscar a estas tierras?.
El 10 de Diciembre hace el
testamento. Muere el 17, a la 1:00 de la
tarde. Los funerales fueron el día 20 y
fue enterrado en la Catedral, donde permaneció por 12 años, hasta la
repatriación honrosa de sus cenizas, a su ciudad natal, ya convertido en mito.
El 21 de Enero llegó la noticia de la
muerte del Libertador a Maracaibo; el gobernador la transmite al gobierno
central en los siguientes términos:
< Trae por
noticias la confirmación de la suerte del general Bolívar en la villa de
Soledad, Provincia de Cartagena, de cuyo acontecimiento no hay ya la más
pequeña duda, pues todos los informes y noticias sobre el particular son
cónsonos. Un acontecimiento de tanta magnitud y que debe producir bienes
innumerables a la causa de la libertad y al bien de
los pueblos, es el que me apresuro a comunicar al Gobierno por el conducto de
US, y por medio de un oficial que solo lleva esta comisión. Bolívar, el genio del mal, la tea de la
discordia, o mejor diré el opresor de su patria, ya dejó de existir, y de
promover males que refluían siempre sobre sus conciudadanos. Su muerte, que en otras circunstancias y en
tiempo del engaño pudo causar el luto y la pesadumbre de los colombianos, será
hoy sin duda el más poderoso motivo de sus regocijos, porque de ella dimana la
paz y el avenimiento de todos. Qué
desengaño tan funesto para sus partidarios, y qué lección tan imprevista a los
ojos de todo el mundo, al ver y conocer la protección que por medio de este
suceso nos ha prestado el Supremo Hacedor!
Me congratulo con US, por tan plausible noticia>>.
¡Qué endeble es la gloria humana y qué
injusto el juicio de los hombres!
Una vez más la justicia fue póstuma y
el héroe agoniza en soledumbre.
Termina Gil Fortoul: <
Les dejó de herencia dos cosas perdurables; el ejemplo de su vida y el
resplandor de su genio>>.