miércoles, 3 de agosto de 2005

Bello Bajo La Lluvia

Poéticamente —mojados, pero alegres— el pasado 16 de octubre, dieciséis amigos del maestro Don Andrés Bello se encontraron en Mérida: Oscar Sambrano Urdaneta y su señora esposa, Víctor Bravo, Alfredo Angulo, Simón Alcántara (como anfitriones, junto a otros representantes de la Universidad de los Andes); Mirla Alcibíades y Francisco Javier Pérez (venidos de la capital) y, de Maracaibo, Enrique Arenas, Lilia y yo. Nos convocaba el aniversario del maestro; 140 años de fallecido y casi siglo y medio de inmortalidad. Teníamos dos días hablando sobre Bello, entre nosotros y con los académicos, con los estudiantes de la ULA y con algunos profesores del Liceo Libertador. Prestigiaban el  evento, de manera particular, Ramón Palomares, JM Briceño Guerrero, Antonio Luis Cárdenas y JA Escalona, entre otros.
Mérida y su universidad volvían a ser lo que siempre han sido: faro de luz. El maestro —en su silencio de bronce— con mirada profunda y abismal, y atento, nos acompañaba e inspiraba; en especial, a través de las palabras de Oscar Sambrano Urdaneta, uno de sus albaceas más esclarecidos y consecuentes quien, junto a Pedro Grases, ha hecho posible que Don Andrés sea leído, estudiado y recordado.
Andrés Bello —portentosa mente, multifacético, desde el pensamiento, la lengua y la literatura—, nos sigue invitando a la construcción permanente de la Patria Grande desde la cultura, las instituciones, las leyes y la educación. No hay otra manera.
En Mérida se propuso denominar el Campus Universitario de Las Lirias con su nombre. Lo que se estudia allí, en las facultades de Humanidades, Ciencias Jurídicas y Economía, no era ajeno a la formación y a la preocupación del maestro. Andrés Bello —el héroe civil en trance permanente de ciudadanía, civilizada y civilizatoria— nos sigue acompañando en este empeño reiterado de Patria Grande que, intelectuales y universitarios, nunca podemos dejar de asumir.

Angel Lombardi
prensaunica@hotmail.com