Otra
vez la estéril y recurrente discusión en torno a un falso dilema.
Un grupo reducido de personas influyentes, de las élites políticas
y económicas, que disputan el poder, el gobierno y las "influencias"
correspondientes, con razones "válidas" (?).
DECIDEN
que hay que votar y por quién o no-votar porque "conviene",
es decir una decisión personal de cada ciudadano, reducida a un sí
o a un no. Y cualquiera de las dos opciones que tomes, te condena a
una serie de descalificaciones, desde cómodo e indiferente a
"traidor" de "algo". El problema es que la
"mejor-decisión", en términos políticos, sólo es
"evaluable-después". En Venezuela, con el actual régimen,
se han tenido tres experiencias traumáticas: Se votó en 1998, por
un mesías-salvador y resultó peor el remedio que la enfermedad. Se
propuso la abstención, y nada pasó. Se decidió entonces que
debíamos votar y la oposición fue ganando "espacios"
hasta el clamoroso triunfo del 2015 y nada "pasó, por la
sencilla razón que este ya no es un gobierno sino un régimen
"atornillado" al poder y además empecinado en profundizar
la crisis. Es decir que hasta ahora no ha funcionado ni votar ni
dejar de votar. En consecuencia no hay ningún argumento empírico,
racional y objetivo para demostrar a priori cuál es la mejor opción.
En conclusión propongo que no nos sigamos dividiendo más de lo que
estamos divididos y que cada uno decida en "consciencia" y
de acuerdo a su filiación política y partidista. Creo que al final,
la mayoría de los partidos y grupos terminarán participando, unidos
o divididos, su militancia y activistas lo desean, porque está en su
cultura-política e interés lo"electoral". El drama es que
el proceso ni es democrático ni sus "resultados" van a ser
confiables, profundizando el vacío de la falta de fe en el actual
sistema electoral de muchos y esto también favorece al régimen, que
vuelve a "montar" un proceso, que pase lo que pase, siempre
"gana".
Todo
ello aumenta nuestras discordias y divisiones opositores, profundiza
el pesimismo y la desesperanza colectiva, inhibe o anula
"salidas-racionales-de-transición-democrática" y potencia
las posiciones "extremas" de fuerza. Mientras la crisis
humanitaria, la pandemia y la destrucción generalizada continúa y
se profundiza. Un callejón sin salida y las fuerzas políticas
para"destrancar" esta trágica complejidad son poderes
geo-políticos externos, que no tienen ningún interés en Venezuela
y su gente, sino sus negocios y en seguir "aprovechándose".
Mi
inquietud, en consecuencia, no tiene tanto que ver con votar o
no-votar sino con la incapacidad nuestra de pensar en el BIEN COMÚN
y la capacidad política para un "acuerdo" de transición
democrática, sin profundizar los odios y la crisis y repetir nuestra
historia de "golpe a golpe".