martes, 28 de julio de 2020

La Guerra y la Paz


Otra vez la estéril y recurrente discusión en torno a un falso dilema. Un grupo reducido de personas influyentes, de las élites políticas y económicas, que disputan el poder, el gobierno y las "influencias" correspondientes, con razones "válidas" (?).

DECIDEN que hay que votar y por quién o no-votar porque "conviene", es decir una decisión personal de cada ciudadano, reducida a un sí o a un no. Y cualquiera de las dos opciones que tomes, te condena a una serie de descalificaciones, desde cómodo e indiferente a "traidor" de "algo". El problema es que la "mejor-decisión", en términos políticos, sólo es "evaluable-después". En Venezuela, con el actual régimen, se han tenido tres experiencias traumáticas: Se votó en 1998, por un mesías-salvador y resultó peor el remedio que la enfermedad. Se propuso la abstención, y nada pasó. Se decidió entonces que debíamos votar y la oposición fue ganando "espacios" hasta el clamoroso triunfo del 2015 y nada "pasó, por la sencilla razón que este ya no es un gobierno sino un régimen "atornillado" al poder y además empecinado en profundizar la crisis. Es decir que hasta ahora no ha funcionado ni votar ni dejar de votar. En consecuencia no hay ningún argumento empírico, racional y objetivo para demostrar a priori cuál es la mejor opción. En conclusión propongo que no nos sigamos dividiendo más de lo que estamos divididos y que cada uno decida en "consciencia" y de acuerdo a su filiación política y partidista. Creo que al final, la mayoría de los partidos y grupos terminarán participando, unidos o divididos, su militancia y activistas lo desean, porque está en su cultura-política e interés lo"electoral". El drama es que el proceso ni es democrático ni sus "resultados" van a ser confiables, profundizando el vacío de la falta de fe en el actual sistema electoral de muchos y esto también favorece al régimen, que vuelve a "montar" un proceso, que pase lo que pase, siempre "gana".

Todo ello aumenta nuestras discordias y divisiones opositores, profundiza el pesimismo y la desesperanza colectiva, inhibe o anula "salidas-racionales-de-transición-democrática" y potencia las posiciones "extremas" de fuerza. Mientras la crisis humanitaria, la pandemia y la destrucción generalizada continúa y se profundiza. Un callejón sin salida y las fuerzas políticas para"destrancar" esta trágica complejidad son poderes geo-políticos externos, que no tienen ningún interés en Venezuela y su gente, sino sus negocios y en seguir "aprovechándose".

Mi inquietud, en consecuencia, no tiene tanto que ver con votar o no-votar sino con la incapacidad nuestra de pensar en el BIEN COMÚN y la capacidad política para un "acuerdo" de transición democrática, sin profundizar los odios y la crisis y repetir nuestra historia de "golpe a golpe".

viernes, 24 de julio de 2020

¿Votar o no votar?


Otra vez la estéril y recurrente discusión en torno a un falso dilema. Un grupo reducido de personas influyentes, de las élites políticas y económicas, que disputan el poder, el gobierno y las "influencias" correspondientes, con razones "válidas" (?).

DECIDEN que hay que votar y por quién o no-votar porque "conviene", es decir una decisión personal de cada ciudadano, reducida a un sí o a un no. Y cualquiera de las dos opciones que tomes, te condena a una serie de descalificaciones, desde cómodo e indiferente a "traidor" de "algo". El problema es que la "mejor-decisión", en términos políticos, sólo es "evaluable-después". En Venezuela, con el actual régimen, se han tenido tres experiencias traumáticas: Se votó en 1998, por un mesías-salvador y resultó peor el remedio que la enfermedad. Se propuso la abstención, y nada pasó. Se decidió entonces que debíamos votar y la oposición fue ganando "espacios" hasta el clamoroso triunfo del 2015 y nada "pasó, por la sencilla razón que este ya no es un gobierno sino un régimen "atornillado" al poder y además empecinado en profundizar la crisis. Es decir que hasta ahora no ha funcionado ni votar ni dejar de votar. En consecuencia no hay ningún argumento empírico, racional y objetivo para demostrar a priori cuál es la mejor opción. En conclusión propongo que no nos sigamos dividiendo más de lo que estamos divididos y que cada uno decida en "consciencia" y de acuerdo a su filiación política y partidista. Creo que al final, la mayoría de los partidos y grupos terminarán participando, unidos o divididos, su militancia y activistas lo desean, porque está en su cultura-política e interés lo"electoral". El drama es que el proceso ni es democrático ni sus "resultados" van a ser confiables, profundizando el vacío de la falta de fe en el actual sistema electoral de muchos y esto también favorece al régimen, que vuelve a "montar" un proceso, que pase lo que pase, siempre "gana".

Todo ello aumenta nuestras discordias y divisiones opositores, profundiza el pesimismo y la desesperanza colectiva, inhibe o anula "salidas-racionales-de-transición-democrática" y potencia las posiciones "extremas" de fuerza. Mientras la crisis humanitaria, la pandemia y la destrucción generalizada continúa y se profundiza. Un callejón sin salida y las fuerzas políticas para"destrancar" esta trágica complejidad son poderes geo-políticos externos, que no tienen ningún interés en Venezuela y su gente, sino sus negocios y en seguir "aprovechándose".

Mi inquietud, en consecuencia, no tiene tanto que ver con votar o no-votar sino con la incapacidad nuestra de pensar en el BIEN COMÚN y la capacidad política para un "acuerdo" de transición democrática, sin profundizar los odios y la crisis y repetir nuestra historia de "golpe a golpe".

lunes, 13 de julio de 2020

EL "PROBLEMA" DEL ESEQUIBO




Toda frontera y sus problemáticas respectivas, para explicarlas, hay que situarlas en perspectiva histórica y geo-política y son de "largo-plazo".
El Esequibo formó parte del imperio-español de América, igual que Trinidad/Tobago, desde 1529 y estuvo vinculado con lo que después sería VENEZUELA hasta finales del siglo 18.
Desde 1777 formó parte de la CAPITANIA GENERAL DE VENEZUELA, creada por España y desde 1786 y en 1786 fue adscrita a la Real Audiencia de Caracas. Pero los ingleses siempre tuvieron interés en esos territorios conquistados por España y logró "poseerlos".
En 1796-97 ocupan el Esequibo, y en 1802, Trinidad, cuando España estaba dominada por los franceses y la "permutan" Trinidad/Tobago por Menorca, en el Mediterráneo. Para el imperio inglés, con estos territorios, controlaban la "salida al mar" del estratégico e importante Orinoco y se hacían con el control del "paso" entre el Atlántico-Norte y el Atlántico-Sur.
Cuando nace la REPÚBLICA DE VENEZUELA en 1811, se define territorialmente en los mismos límites de la Capitania General, que incluía el Esequibo (casi 160.000 km²) pero que ya estaba ocupado de hecho por los ingleses.

Hay un principio geo-político fundamental y es la "ocupación de un territorio" y el Esequibo, lamentablemente nunca fue ocupado de manera eficiente, por Inglaterra y lamentablemente, tampoco por la naciente República, desgarrada por sus guerras internas entre caudillos.
La primera RECLAMACIÓN formal se hizo en 1897 y se acordó un LAUDO-Arbitral que en 1899 favoreció ampliamente a Inglaterra y apenas se nos reconoció menos de un 20% del territorio reclamado, en la fachada atlántica, que tampoco Venezuela protegió de manera "eficiente" porque no aceptó el resultado del laudo. La nueva reclamación se hace en 1966, casi 70 años después en la ONU y se acuerda una "negociación" directa y Guyana ya no era inglesa, se había independizado en 1962.
Hubo negociaciones diplomáticas de diferentes maneras, hasta que en la ONU, en el 2018, en vista que no había acuerdo, el "problema" se traslada a la Corte Internacional de Justicia.
Y el gobierno venezolano decidió no asistir como contra-parte....
y así estamos.

Un tema difícil y polémico.

viernes, 10 de julio de 2020

El CARIBE: ATRAPADOS EN LA GEO-POLÍTICA GLOBAL



La crisis venezolana, compleja y de larga duración, tiene muchas posibles explicaciones, el drama es que nos pueden "ayudar a comprender" pero no a salir de la crisis. El presente siempre trae "su propia novedad" y la historia está llena de imponderables. De lo que no tengo dudas es que la "solución" o lo que vaya a depender tiene mucho que ver con los "poderes del mundo" triangulados desde Estados Unidos/Rusia/China y sus respectivos aliados "regionales", particularmente Cuba y Colombia.
El Caribe, es un mar "interior" del Atlántico, casi tres veces el tamaño de Venezuela, de espacios acuáticos y 50 millones de habitantes aproximadamente. Fronterizo con muchos países o colonias o territorios neo-coloniales. Siempre fue disputado, desde el siglo 16 por las potencias europeas y en el siglo 20 dominado totalmente por Estados Unidos, un mare-nostrum (Talasocracia). En 1821, le "compran" la Florida a España. A partir de 1845 invaden territorios mexicanos y se hacen "dueños" del Golfo de México. En 1855 se apoderan de Nicaragua y controlan las comunicaciones Atlántico-Pacífico. En 1898 se instalan en Guantánamo, Cuba, Puerto Rico e Islas Vírgenes. En 1903, "inventan" un nuevo país (territorio colombiano) Panamá y construyen el Canal, llave maestra inter-oceánica.
Ninguna potencia desafiaba esta supremacía militar y económica, hasta 1963, cuando Castro para "sobrevivir" políticamente, se entrega a la Unión Soviética. Esto lo repite Chavez, después del "golpe" del 2002 y a partir de ese momento,vía La Habana, "entrega" progresivamente a Venezuela a intereses económicos y geo-políticos de Rusia y China y otros aliados anti-norteamericanos.

Esta es la dura y cruda realidad, sin el "acuerdo" de estas tres potencias no veo salida política a nuestros enfrentamientos, de bandos y radicalismos peligrosamente estériles y poco eficaces. Ninguna de las tres potencias "nos van a invadir" ni van a ir a una guerra por nosotros, pero NOSOTROS si podemos seguir destruyendo el país y seguir martirizando a la mayoría y naufragando en la miseria y el atraso como sociedad. Urge un acuerdo político de transición racional a la democracia y la prosperidad.

viernes, 3 de julio de 2020

¿Elecciones en Venezuela?


Tema difícil y complicado y que desata pasiones, para dividirnos aún más.
Intentar una "discusión" política racional, con argumentos "objetivos"o menos emocionales es fundamental. La solución ideal no existe y cualquiera sea la decisión, el margen de errar y equivocarse es muy alto. A nivel personal, cualquier decisión que se tome es válida y hay que evitar descalificarse.
La opinión pública cuenta, igual las encuestas, pero una decisión política en nuestras circunstancias, cualquiera que sean, en este momento, va a ser algo "impopular". Entre la prolongada crisis que padecemos, la pandemia, la agresividad del régimen y el radicalismo de algunos sectores, hace difícil buscar un "punto de equilibrio" en función de una transición democrática necesaria. En un clima de miedo, incertidumbre, iras y odios, la"vía electoral" luciría racional, pero sin la confianza en el arbitro electoral y un gobierno que "juega" con todas las ventajas, no ayuda a crear las "condiciones-mínimas", y ese es el desafío político, hacer "razonable" participar a la oposición. Creo que un CNE acordado en la Asamblea Nacional, ponerle término a la llamada "constituyente”, liberación de los presos políticos, respeto a las autoridades partidistas legítimas, un gran acuerdo humanitario y un plan de emergencia, acordado con el sector empresarial y laboral, acompañamiento internacional de buena fe, de países garantes (Oslo/Vaticano/ONU/OEA/etc.), retorno del exilio, sanciones, etc.… Pudiera ser parte de una agenda a discutir y asumir como garantía "real" inicial, la oferta pública del gobierno norteamericano y otros países, que la "transición" vía procesos electorales no implique "mover" el estamento militar, con garantías de "neutralidad real”, por tiempo definido.
No propongo una tesis ni una solución (no la tengo) pero sí insistir en una vía racional y democrática, a este aparente "callejón" sin salida, mientras el país cada en mayor mengua y cada vez más venezolanos multiplicando sus padecimientos y continuar negándole un futuro mejor a todos y en particular a las nuevas generaciones.