viernes, 28 de agosto de 2020

La Utopía de Tomás Moro

 

Este es un libro, de los pocos, que marca la modernidad de manera decisiva. Tomás Moro, contemporáneo de Maquiavelo y Erasmo, alto funcionario de la Corte Inglesa y propietario de la aristocracia, vive a profundidad el RENACIMIENTO, el DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA y la REFORMA, y vivió a fondo el conflicto entre Enrique VIII y el Vaticano, pagando con su vida el no apoyar al rey y su separación de la Iglesia de Roma. Su libro UTOPIA (lugar de ninguna parte) entronca con la REPUBLICA de PLATÓN y la CIUDAD DE DIOS de SAN AGUSTIN.
Es una reflexión sobre la organización de un SISTEMA POLÍTICO y la CONVIVENCIA HUMANA sustentados sobre la JUSTICIA, entendida ésta como la virtud por excelencia para garantizar la libertad y la igualdad entre todos los seres humanos. En este sentido se inscribe en la idea moderna de
FELICIDAD Y PROGRESO para todos, que como es sabido han sido las ideas dominantes en los últimos 500 años de todo movimiento político, especialmente de las llamadas REVOLUCIONES.
Tomás Moro parte de la DISTOPÍA reinante en su tiempo y en su país, una descripción detallada de todo el sistema político, económico y social, lleno de injusticias y desigualdades de todo tipo y a partir de allí propone esta UTOPIA, con propuestas polémicas y atrevidas, desde la eliminación de la propiedad privada y el compartir los bienes en comunidad, tipo monacal y del cristianismo de las comunidades evangélicas, igualmente un sistema de valores de convivencia, paz y justicia y todo impregnado o inspirado en lo que pudiéramos llamar un HUMANISMO CRISTIANO.
Como se ve, temas polémicos y abiertos a una permanente discusión entre lo real y lo ideal, un poco lo que ha sido y son las polémicas de nuestro tiempo.


Maquiavelo y Moro en una permanente confrontación que no termina de dilucidarse, aunque la mayoría, de manera práctica, se ubica con Maquiavelo en lo real-posible mientras que Moro nos sigue invitando al ideal necesario y en esta dialéctica prácticamente siguen alimentando la polémica política e histórica sobre el futuro de la humanidad.


miércoles, 19 de agosto de 2020

¿Confesión de confusión?

Como era de esperar, el COMUNICADO de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) iba a traer polémica y discusión, en una situación pre-electoral, gravemente manipulada por el régimen en complicidad con sectores "acordados" con ellos, pero que insisten en denominarse opositores. La CEV llama a participar en el proceso electoral, lo cual luce razonable, a pesar de las "irregularidades" aunque insiste "en las condiciones mínimas". Primera confusión ¿y si no hay condiciones mínimas exigidas por la oposición y países que los apoyan? ¿igual hay que participar?. Según el comunicado, da la impresión que la propuesta implicaría un SÍ-PARTICIPAR, con todo y las irregularidades, que no es poca cosa, incumplir la Constitución y el marco legal de procesos electorales. Una visión pragmática de la realidad, pero que profundiza la división opositora. Votar como sea y en las condiciones que sea no es fácil de aceptarlo para muchos que están convencidos que es hacerse cómplice de un fraude, ostensible y no disimulado. Muchos esperaban de la CEV, una propuesta más en la dirección de presionar al régimen para una apertura democrática garantizando un proceso electoral más equilibrado y confiable. Un poco en la línea de la Asamblea Nacional y más coincidente con el reciente Comunicado de las cúpulas empresariales, sobre la necesidad de acuerdos políticos para la recuperación económica y la transición democrática. La impresión que da el Comunicado es de una ambigüedad-conciliadora de buena intención pero que en la práctica fortalece la posición del régimen de forzar una elección muy manipulada y fraudulenta "como sea". Además, sin querer, profundizan las divisiones opositoras. Creo que lo razonable y en su perfil de Iglesia hubiera sido mucho más útil y constructivo una declaración como la de Borell, en representación de la UE, de no mandar observación internacional si no se dan las garantías mínimas que pide la Asamblea Nacional.

viernes, 14 de agosto de 2020

El Teatro Baralt


El Teatro Baralt de alguna manera simboliza muchas cosas para Maracaibo, pero me gustaría señalar una que simboliza nuestra relación como sociedad local y nacional con su propio pasado. Como sociedad en evolución y formación tenemos 5 siglos de historia con el nombre de Venezuela y algo aproximado como ciudad. Ignoramos casi todo a nivel de consciencia colectiva de esos siglos.

La mayoría piensa en 1810 y 1811 y negamos los tres siglos anteriores, bajo soberanía colonial española y la percepción en general es de negación y una casi total ignorancia.
Los 137 años del Teatro Baralt sin duda son importantes, pero su historia es muy discontinua y llena de indiferencia colectiva. La primera construcción fue destruida (como después lo sería también el Saladillo). La segunda y actual es del siglo 20 y fue cerrado y abandonado en varias oportunidades y terminó cine-porno y luego 11 años "cerrado y en total abandono" hasta que la Universidad del Zulia (LUZ), obtuvo el tutelaje y un grupo muy pequeños de "idealistas", alrededor de 1990 aproximadamente, lograron su reapertura, con una restauración digna y profesional y se inaugura entonces en 1998 hasta hoy.

Como es lógico colaboraron un grupo de personas e instituciones, LUZ en primer lugar, la Gobernación del Zulia, vía CRU y otros sectores públicos y privados, pero en mi apreciación fue fundamental un equipo de "amigos del Teatro Baralt" casi todas mujeres, coordinadas por el liderazgo entusiasta y poético de Lilia Boscán, con absoluto desprendimiento y gratuidad, todas ellas "ad-honorem" y lo digo por simple pedagogía cívica. La misma experiencia, muy parecida fue con la recuperación del CAM-LB, casi el mismo grupo de "amigas" Lilia entre ellas, bajo la inspiración y liderazgo de Lía Bermudez.

Cada día estoy más convencido que el patrimonio mejor de nuestro país han sido "sus mujeres", cuidadoras por excelencia de sus familias y del hogar común, la ciudad y el país.
Sin "vedetismo" y con eficiencia.