domingo, 7 de septiembre de 2014

"Los pequeños seres"


Judas, termina siendo una metáfora de la condición humana, nadie es inocente; todos, de una u otra manera conocemos el pecado y somos responsables, pero en este destino humano compartido, siempre hay algunos individuos que terminan haciendo cosas que los coloca de manera emblemática en la vergüenza, aunque existe la posibilidad, siempre, del arrepentimiento, tal como sucedió con este personaje arquetípico, Judas.

En los sistemas totalitarios se desarrollan conductas infamantes, que aunque forman parte de la condición humana, en cualquier sistema y en cualquier tiempo se potencian en estos sistemas que estimulan y reconocen estas conductas oblicuas. Informantes y delatores son personas del común, como todos, pero terminan diferenciándose, unos porque obedecen sin juicio y sin límite, otros actúan por temor y amenaza, otros por convicción, fanáticos e incondicionales y otros por codicia, todos terminan con sus acciones y conductas degradando la condición humana. Es la herencia cainítica, es la historia reiterada de Caín sacrificando a Abel, la actitud del primogénito en la parábola del hijo pródigo, es la condición humana reducida a celo y envidia, por no ser el otro propio de almas atormentadas por complejos y agravios reales o imaginarios.

En todos los sistemas y gobiernos existen informantes, delatores y torturadores, pero solo proliferan en dictaduras y sistemas totalitarios. En nuestro país, la memoria reciente nos retrotrae a la tiranía de Juan V. Gómez y la dictadura de Marcos P. Jiménez, y los últimos 15 años cuando la crisis histórica que venimos padeciendo y el atraso cultural y la debilidad ideológica ha alimentado la posibilidad de una neo-dictadura o neo-totalitarismo. Desde el primer momento se fueron creando las condiciones para enmarcar la vieja historia de una nación dividida y antagónica, con la pretensión absurda de los buenos de un lado y los malos del otro lado. Se creó la perversa lista Tascón y a partir de allí no ha cesado la amenaza y las represalias sobre quienes, por una u otra razón, no se identifican con los que ejercen la hegemonía del poder. Da la impresión de que en nuestra memoria de pueblo no existieran las vergonzosas experiencias del siglo XX, con sus campos de exterminio y sus muchos Gulag. Cuando la libertad y la dignidad humana son sacrificadas los seres humanos regresamos a las catacumbas de la historia.