Judas, termina siendo
una metáfora de la condición humana, nadie es inocente; todos, de
una u otra manera conocemos el pecado y somos responsables, pero en
este destino humano compartido, siempre hay algunos individuos que
terminan haciendo cosas que los coloca de manera emblemática en la
vergüenza, aunque existe la posibilidad, siempre, del
arrepentimiento, tal como sucedió con este personaje arquetípico,
Judas.
En los sistemas
totalitarios se desarrollan conductas infamantes, que aunque forman
parte de la condición humana, en cualquier sistema y en cualquier
tiempo se potencian en estos sistemas que estimulan y reconocen estas
conductas oblicuas. Informantes y delatores son personas del común,
como todos, pero terminan diferenciándose, unos porque obedecen sin
juicio y sin límite, otros actúan por temor y amenaza, otros por
convicción, fanáticos e incondicionales y otros por codicia, todos
terminan con sus acciones y conductas degradando la condición
humana. Es la herencia cainítica, es la historia reiterada de Caín
sacrificando a Abel, la actitud del primogénito en la parábola del
hijo pródigo, es la condición humana reducida a celo y envidia, por
no ser el otro propio de almas atormentadas por complejos y agravios
reales o imaginarios.
En todos los sistemas y
gobiernos existen informantes, delatores y torturadores, pero solo
proliferan en dictaduras y sistemas totalitarios. En nuestro país,
la memoria reciente nos retrotrae a la tiranía de Juan V. Gómez y
la dictadura de Marcos P. Jiménez, y los últimos 15 años cuando la
crisis histórica que venimos padeciendo y el atraso cultural y la
debilidad ideológica ha alimentado la posibilidad de una
neo-dictadura o neo-totalitarismo. Desde el primer momento se fueron
creando las condiciones para enmarcar la vieja historia de una nación
dividida y antagónica, con la pretensión absurda de los buenos de
un lado y los malos del otro lado. Se creó la perversa lista Tascón
y a partir de allí no ha cesado la amenaza y las represalias sobre
quienes, por una u otra razón, no se identifican con los que ejercen
la hegemonía del poder. Da la impresión de que en nuestra memoria
de pueblo no existieran las vergonzosas experiencias del siglo XX,
con sus campos de exterminio y sus muchos Gulag. Cuando la libertad y
la dignidad humana son sacrificadas los seres humanos regresamos a
las catacumbas de la historia.