La
vida siempre termina en tragedia y soledad, es la conclusión a la
que llegamos después de leer esta novela histórica del colombiano
Evelio Rosero “La Carroza de Bolívar”. (Colección Andanzas.
Tusquets Editores. España 2012, México 2012). Nos desvanecemos en
el tiempo de las almas sin cuerpo. La memoria efímera de la imagen
extraña y ajena que ya no es. Vamos siendo sin retorno, entre el
infinito y el abismo. La figura trágica y polémica de Simón
Bolívar es el convocante de este libro. Figura ambivalente, llevada
a los altares, convertido en mito desencarnado y por otro lado, la
memoria empecinada de los que se sienten agraviados, víctimas de su
ira y crueldad, en este caso los habitantes de Pasto, particularmente
odiados y castigados por el llamado libertador. La memoria colectiva
recuerda, a los civiles fusilados de la Guaira, la entrega, en una
noche aciaga, de Miranda, y el correspondiente salvoconducto de
Monteverde al futuro libertador por los servicios prestados a su
majestad. El ignominioso juicio y posterior fusilamiento de Piar y
otros muchos episodios que nos remiten a la condición humana,
demasiado humana de los llamados héroes. Verdad o mentira, la
historia es profundamente manipulable, lo cierto es que un pueblo es
de memoria bifronte: Una apunta al cielo y la otra al infierno, o
como diría Jorge Luis Borges, por un lado la historia de la
eternidad y por el otro la historia de la infamia. Al fin de cuentas
es historia humana, siempre marcada por la tragedia y la soledad. “Y
la soledad regresaba infinita porque de inmediato recordaba que ambos
estaban muertos (muertos en el sueño y en la realidad). Les
preguntaba asombrado: Qué hacen aquí?, Si ustedes están muertos, y
la cara de su madre se volvía a él con la mayor naturalidad, casi
como si lo felicitara, vos también”. Esta es una novela bien
escrita y bien estructurada y en pasajes como el citado nos recuerda
al gran novelista mexicano Juan Rulfo, y es que el escritor, al igual
que el historiador, llega un momento en que no logra distinguir con
claridad el mundo de los muertos y el mundo de los vivos y es que la
vida y por consiguiente la historia no es otra cosa que la
superposición ambigua de estos dos planos, y si hay un personaje que
se presta para esta confusión es Simón Bolívar.
domingo, 28 de octubre de 2012
El interés como ideología
Cualquier explicación
de la realidad política es múltiple y depende en gran medida del
interés o los intereses del opinante. Así ha ocurrido con el último
proceso electoral, el oficialismo explica su triunfo por el carisma
del líder, por el programa presentado al país y por su efectiva
maquinaria electoral. Mientras que desde la oposición se insiste en
el despiadado e insultante ventajismo del gobierno, la abundancia de
recursos y la mercantilización del voto, además de un sistema
electoral perverso o fraudulento, empezando por el abultado REP y su
cedulación discrecional, así como un CNE claramente parcializado.
Habrá otras razones y otros criterios, pero lo esencial, los
argumentos de parte y parte, básicamente han sido los aquí
expresados. Intentemos analizarlos, el carisma, concepto weberiano,
de índole mágico-religioso, sin lugar a dudas es real, pero eficaz
sólo si está acompañado por mucho dinero. El programa, en nuestros
procesos electorales es un simple adorno, dudo que exista un elector
que lo haya leído completo. Otra cosa son las promesas y las
expectativas creadas y cultivadas a través de la multimillonaria
propaganda y que en nuestro contexto básicamente se resume en las
“misiones” clientelares. Si nos atenemos a un concepto de
ideología que se expresa en la frase: dime cuales son tus intereses
y te diré cómo piensas y votas. Son nuestras necesidades que nos
condicionan además del lucro y el aprovechamiento de las
circunstancias. En una economía rentista como la nuestra y en un
sistema de gobierno rico y pueblo pobre, los procesos electorales son
fuertemente manipulados por la distribución de los recursos y las
prebendas. Nuestro sistema político electoral está fuertemente
marcado además por lo que pudiéramos llamar la “franquicia
cubana” que al controlar el sistema de cedulación y pasaportes,
así como registros y notarias, prácticamente controla toda la
información de la sociedad y que le permite directamente acceder a
la información individualizada tanto para manipular en un sentido u
otro, así como amenazar los intereses lícitos del ciudadano,
fácilmente proyectable hacia el acto electoral.
Cualquiera sea nuestra
apreciación del proceso electoral hay una realidad cierta y es que
hay dos Venezuela, una realidad inconveniente y altamente peligrosa
para los intereses nacionales. Un país dividido a partir del
empecinamiento de un sector en imponer un proyecto hegemónico. Ganó
Chávez, ojalá termine de entender que es para representarnos a
todos y gobernar en función de los intereses lícitos de todos los
sectores.
Entre el miedo y la esperanza
Otra vez ha triunfado
el ventajismo de un gobierno inescrupuloso que se sustenta en un
sistema electoral fraudulento y perverso. Pudiéramos calificarlo
como el método cubano, de represión y control y que tan eficazmente
ha funcionado en la isla-prisión por más de medio siglo. El aporte
venezolano serían nuestras viejas picardías electorales y el
abundante dinero propio de una renta petrolera generosa. La fórmula
es simple, generar miseria y miedo, miedo y miseria, es el método
empleado por un régimen personalista y militarista como el nuestro.
El sistema comienza a operar ha partir del REP, sustentado en un
sistema nacional de identificación totalmente operado por los
cubanos y que permite incorporar de manera abierta y “legal”
miles y quizás millones de extranjeros. El siguiente paso es la
información y control, propio de un estado policial, de todos los
ciudadanos a partir de la información pormenorizada de su vida,
movimientos e intereses, de allí la presencia cubana en puertos y
aeropuertos, notarias y registros, lugares donde se concentran todo
lo vital de nuestra economía y de nuestra sociedad. Chávez ha
hipotecado la soberanía nacional a cambio de su permanencia en el
poder. Todo lo demás es manipulación ideológica y propaganda muy
propio de regímenes cuyas características perversas lo emparejan
tanto con el nazi-fascismo como con el comunismo. A pesar de ello 6
millones y medio de venezolanos siguen empecinados en no dejarse
avasallar por esta dictadura personal en curso y amenazante proyecto
totalitario. Estamos convencidos que si la oposición no termina de
asumir al régimen en su verdadera naturaleza siempre le van a faltar
votos para derrotar la propagada oficial, la descarada manipulación
del elector y l disposición generosa de votantes cautivos. La
oposición no puede continuar siendo ingenua en sus estrategias y
políticas y mucho menos seguir alentando falsas esperanzas en la
gente. Hay que entender que estos son procesos largos y complejos y
que no se agotan en lo electoral. Sin renunciar a participar
electoralmente hay que denunciar las trampas del sistema, sin temor a
que el ciudadano conozca la verdad de las cosas, pero igualmente hay
que insistir en la participación y organización de partidos
políticos y sociedad civil en las protestas de calle que
permanentemente se generan a partir de un mal gobierno, ineficiente y
corrupto, y una sociedad crecientemente problematizada y amenazada.
En la unidad opositora hay que desterrar la tentación de las
hegemonías y los sectarismos. Todos somos y son necesarios. No
avergonzarse de lo positivo del proyecto democrático desarrollado en
Venezuela a partir de 1958, al contrario, hay que recuperarlo y darle
continuidad creativa.
Hay que evitar el
desaliento a todo trance y apostar a una victoria electoral igual que
las elecciones parlamentarias que permita mantener y acrecentar
gobernaciones y alcaldías, especialmente en la Venezuela urbana y de
clase media que sigue siendo la mejor garantía de progreso, de
democracia y libertad. Tenemos una importante tarea por delante,
seguir construyendo la mayoría política necesaria para derrotar
este régimen, de allí la importancia de las elecciones de este
diciembre, así como las del próximo año y definitivamente tenemos
una gran oportunidad de conquistar una mayoría política de cara a
las parlamentarias del 2015, más allá de cualquier otro
imponderable que no depende de nuestra voluntad política. El
proyecto y gobierno alternativo de un país plural, abierto y
democrático se construye día a día y seguimos convencidos que si
no fueran por el miedo, el chantaje y la compra-venta de votos esta
mayoría hubiera triunfado sin lugar a dudas en las recién
finalizadas presidenciales.
No nos engañemos con
los cantos de sirena del reelecto, enfermo y obcecado que ha
reiterado que va “a profundizar la revolución” es decir, más
miseria, más miedo y más represión. ¿La dirigencia opositora está
consciente y preparada para esto?.
Héroes de papel
Los procesos
electorales y la política en general tienden a engendrar héroes de
papel, hijos de la paja y del humo y de la política como
espectáculo. El ser humano, en este caso, el elector, en su
minoridad, ilusión e inmadurez, llega a creer que todo va a cambiar
por su decisión y la de millones como él, a través del voto, uno
de los grandes mitos de la modernidad, como si los procesos políticos
no expresaran, intereses e influencias electorales que vienen de las
profundidades de la sociedad. En nuestro país, sociedad de
mentalidad mágica e ingenua, producto inequívoco de 100 años de
renta petrolera y facilismo sin rendición de cuentas, ha creado una
“élite” codiciosa e irresponsable y un “pueblo” pícaro y
aprovechado (con esto no pretendo juzgar ni calificar personas, en la
viña del señor hay de todo); sino categorizar conductas
generalizadas. En este marco transcurre creo es 19 convocatoria
electoral de la era chavista, período histriónico e irresponsable
(una oclocracia cleptocrática), pero el drama es que de todo esto,
no sólo es responsable un solo hombre, sino muchos, millones, cuyo
silencio y complicidad cubren y arropan estos oscuros 14 años de
insensatez y desvarío. Con la campaña electoral se pretende
conjurar todo esto, con otros personajes y otras circunstancias,
ojalá se logre, sin pagar el costo terrible de una crisis que me
luce prolongada.
Entramos a un proceso
de transición de dificultades crecientes pero si tenemos la sensatez
del acuerdo nacional y se logra la necesaria gobernabilidad que pasa
en primer lugar por el control de la inseguridad y el
restablecimiento del estado de derecho, estoy seguro que en poco
tiempo, de 1 a 2 años, el país recobraría su capacidad de
crecimiento y confianza. Tenemos talento y recursos humanos para esto
y ventajas geopolíticas y económicas de todo tipo. Es importante la
confianza de cara al futuro, no solamente frente a un eventual
triunfo de la oposición sino en la necesidad política de
identificar al adversario no como enemigo sino como contraparte
necesaria para la construcción de una democracia plural y así mismo
entender de una vez por todas que los hombres de gobierno solamente
son calificables desde su integridad y honestidad personal y su
competencia técnica y profesional para intentar superar
definitivamente esa larga y repetitiva historia nacional de los
hombres y de los héroes de papel.
Tiempo de dictadura
No se
angustien ni se acobarden
Juan 14:27
(NVI)
Ni olvido ni
memoria corta, es uno de los mensajes de este excelente documental de
Carlos Oteiza, ni mas oportuno. “Tiempo de dictadura” es un
recordatorio a los venezolanos de que la historia tiende a ser
cíclica y que nunca hay que abandonar la esperanza de vivir en
libertad y democracia. Mensaje oportuno, especialmente en estos
tiempos post-electorales que tanto desaliento han provocado en
millones de personas. La historia no se detiene, la vida continua y
los amos del poder son temporales por definición. Así fue con
Marcos Pérez Jiménez, cuya memoria se ha diluido entre las nuevas
generaciones y mucho más olvidado está el 2 de diciembre, fecha
emblemática de esa dictadura. Igual va a pasar con el 4 de febrero,
otra oprobiosa fecha de nuestra historia. A Pérez Jiménez no le
faltó dinero y mucho menos miedo para mandar, en esa época se
decía, seguridad en la calle y miedo en la casa, pero a pesar de
todo, cuando le tocó el momento, la dictadura se derrumba y el
dictador huye. Otro aspecto aleccionador del documental es la
pasividad y el silencio cómplice de las mayorías, usufructuarios
afortunados de la renta petrolera y entretenidos en el permanente
bonche nacional. Entre 1952 y 1957 todo parecía controlado, pero a
pesar de ello siempre existió una minoría del coraje y la dignidad
y que permitió que en su momento la mayoría recapacitara y volviera
a comprometerse con la libertad y la democracia.
El
documental es afortunado en la interpretación de los hechos,
particularmente en llamar la atención en la dualidad social que
siempre ha existido en Venezuela, un sector próspero y un sector
indigente, hoy sigue siendo igual y ya no son miles sino millones de
personas. Un grupo usufructuaba el poder y las riquezas, los del
gobierno y los amigos del régimen y se vivía la famosa legalidad
que muy gráficamente expresó el dictador dominicano José Leonidas
Trujillo: “A los amigos todo, a los enemigos la ley”. Venezuela,
en tiempos de dictadura, lucía amodorrada y complaciente y el
control militar y la militarización del país parecía absoluta, lo
que llevó a decir al entonces joven político Rafaél Caldera, que
parecía más fácil militarizar a los civiles que civilizar a los
militares, quizá estaba pensando en los desfiles de la llamada
semana de la patria, en donde conjuntamente con las fuerzas armadas
desfilaban encuadrados todos los sectores, desde las escuelas, hasta
los trabajadores, pasando por los empleados públicos. Todo cambia, y
viendo este documental, pareciera que no ha cambiado nada.
miércoles, 3 de octubre de 2012
No son dioses
En los últimos años
han venido ocurriendo una serie de acontecimientos políticos que
revisten carácter histórico tales como la llamada primavera árabe
en una región que parecía inmovilizada políticamente, con sus
dictadores de discursos rimbombantes y regímenes de sicarios y
torturadores. El primero Sadan Hussein y su hiperbólica y amenazante
madre de todas las guerras. Para su pueblo fue un verdadero
depredador, particularmente destructivo, provocó una guerra de 10
años contra Irán, invadió Kuwait y guerreó permanentemente contra
los Kurdos y terminó desafiando a Occidente con su arrogancia de
loco para terminar escondido, preso y juzgado. El costo para Irak de
este dictador fue tan alto que todavía hoy sufre sus consecuencias.
Afortunadamente la primavera árabe continuó con el impulso
antidictatorial y así cae sucesivamente de manera ignominiosa y
violenta el dictador tunecino y el dictador egipcio y el extravagante
ayatola libio, todos con un final trágico, como para indicarnos que
en la modernidad no solo hay una justicia divina sino que también la
humanidad ha aprendido o está aprendiendo a juzgar a este tipo de
gobernantes. En lista de espera está Asad de Siria y en algún
momento tendrán que caer las teocracias anacrónicas de Irán y
Arabia Saudita. La historia no se detiene y esa es su grandeza, que a
pesar de los bárbaros que siempre nos amenazan y los tiranos de
turno, la libertad, la cultura, la ciudadanía y en general el
llamado proceso civilizatorio siempre llegan y terminan por
prevalecer. Esto que pudiéramos llamar optimismo histórico como
contraparte necesaria de la versión trágica de la historia nos
ayuda a sobrevivir a cualquier contingencia negativa de nuestros
procesos históricos particulares. Los gobernantes autoritarios
pierden la sensatez y el sentido de realidad y siempre terminan
abriendo las puertas del infierno que los devora. Es lo que ha
sucedido en el Medio Oriente con quienes se creían dioses y eternos.
En la historia todo fluye, todo cambia y todo termina, y el clima de
la libertad siempre implica riesgos.
Nuestra fe absoluta en
la dignidad humana y en el proyecto de humanidad que se desprende de
la misma, garantiza el inevitable proceso de liberación que no otra
cosa ha sido la historia de la humanidad. En estas latitudes también
tenemos nuestros tormentos, pero como decíamos, la primavera
política siempre llega.
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