lunes, 12 de diciembre de 2011

El alma latinoamericana




A Lilia

Evidentemente no existe un alma latinoamericana en los términos del historicismo romántico alemán, como Herder y compañía, incluido Hegel pensaban; pero no deja de ser un término y un concepto útil para hablar de algunas cosas como por ejemplo la música, particularizando aquella que deja de ser una manifestación local, regional o nacional y termina expresando e identificando a todo el espacio latinoamericano y estoy pensando en el tango, la ranchera, el bolero y el vallenato, los tres primeros géneros que sobresalían y dominaban lo que pudiéramos denominar la época de la radio y en mi experiencia directa de los años 40 y 50 del cada día más lejano siglo XX.
No es casual que el tango casi se convierte en un género literario y su letra y música expresa muy bien a un país y a un continente en donde la inmigración fue determinante y se integra a las respectivas sociedades desde la periferia urbana que no otra cosa son los barrios y arrabales que tanto cantó Gardel. Este mismo un mestizo cultural, de origen extranjero pero que nadie como él llegó a expresar mejor la “argentinidad” si esta existe. Argentina, sin lugar a dudas, se expresa a través de Gardel igual que lo hace con Borges, Cortazar y Sábato, entre otros. Lamentablemente también es Perón y el sarcófago de Evita y esas caricaturas contemporáneas del poder como Menen y los Kichner, dignos de una milonga lastimera y dolida. El tango es transgresión, sentimiento y extrañamiento, esa saudade o morriña, como nostalgia indefinible de los celtas, portugueses y gallegos.
La ranchera es otra cosa y particularmente en las letras y voces emblemáticas de Jorge Negrete y Pedro Infante. Es la expresión más cabal del macho latinoamericano, irresponsable, destemplado y atropellante. Incapaz de amar más allá del culto infantil a la madre que muy bien se expresa y reproduce en el culto a la virgen de Guadalupe y en el fuerte sentimiento telúrico del mejicano y en general de los habitantes de este continente. La ranchera es una fiesta trágica, siempre la muerte está presente, como muy bien lo expresó en su literatura Juan Rulfo.
El bolero es otra cosa, es la brisa del Caribe musicalizada. Es el romance eterno, vivir enamorado o en busca del amor. Con una fuerte carga sentimental y erótica el bolero expresa la dialéctica del eterno femenino confrontado a lo masculino, en una relación ambigua de dominación y servidumbre y en donde la dialéctica amo-esclavo se resuelve siempre a favor de las mujeres y es que el amor es un invento femenino, para perpetuar la especie y para dotar a la terrible historia humana de algo de belleza y amabilidad. En el bolero el hombre conquista pero siempre fracasa, es la mujer que seduce y triunfa aunque le haga creer al hombre que es el triunfador. El donjuanismo es un fracaso sentimental, en la incapacidad de amar y el temor a la mujer, de hecho tiene un fondo narcisista y homosexual. El don Juan literario conquista para abandonar, es el trofeo de su vanidad lo que importa. Casanova es otra cosa, es la pura sexualidad, es el atleta del sexo. Casanova hoy hubiera sido un actor porno con dotes literarias. El bolero ayuda a domesticar la historia, la humaniza y es un mérito fundamentalmente femenino.
El vallenato, es el vitalismo costeño, acordeón incluido, instrumento extraño a estas latitudes y que parece haber llegado a tierra firme vía Curazao. Es una música alegre y de fiesta popular, de letras picantes, promiscuas, de reconocimiento y de amistad entre parranderos, es como una escritura de García Marquez musicalizada, no exentos algunos vallenatos de auténtica poesía. Desde otro punto de vista, es la música de la resistencia, desde la marginalidad y la pobreza, pareciera querer expresar el hecho de que la vida es dura pero vale la pena y nunca se va a renunciar a la fiesta, como mecanismo ella misma de diversión y sobrevivencia. Es el instinto de diversión y en el fondo también de transcendencia en la inmanencia, de allí que en un sentido identitario general no hay mejor expresión del alma colectiva que la música.

De la memoria ancestral al siglo XXI

“Conócete a ti mismo y haz lo que debes”
Platón citado por Montaigne

“La Historia no se repite pero el hombre siempre se repite a sí mismo”
Tucídides

Somos peregrinos del tiempo, siempre en camino y confrontando desafíos y encrucijadas. No hay arte más difícil que el arte de elegir, de alguna manera no otra cosa es el destino.
El ser humano vive acompañado y asume la dialéctica de lo particular a lo universal. Seres telúricos por excelencia nunca como ahora hemos sido convocados a lo ecuménico global. El siglo que recién comienza entre otras cosas va a estar signado por las comunicaciones y los desplazamientos, como nunca antes la humanidad los había conocido. Nunca más gregarios y cosmopolitas, como una paradoja esencial de nuestro tiempo y que expresó muy bien el escritor Italo Calvino: querámoslo o no pertenecemos a un lugar, aunque siempre en trance de abandonarlo o con ganas de irnos.
La globalización o mundialización, la antigua ecúmene griega es cada día más real y condiciona fuertemente nuestra consciencia de la realidad. Muy acertado estuvo Mcluhan al describirnos a la humanidad contemporánea como una tribu en torno a un televisor; es la tribu urbana de los postmodernos con sus “guetos” urbanos y suburbanos y sus infinitas soledades de la consciencia contemporánea. Nunca fuimos más universales y nunca hemos sido más provincianos.
El proceso civilizatorio o la hominización del planeta dio un salto cualitativo con la “individuación” de la persona, sin distingos de ningún tipo y que permitió establecer de manera firme y definitiva nuestra condición civil en paralelo con la progresiva unificación del mundo y la convicción cada día más generalizada de que “el poder de transformación más eficaz no es la violencia... sino la preocupación por las víctimas” de cualquier tipo así como el empeño por establecer relaciones más humanas entre todos. En cada sociedad son las personas en uso y desarrollo de la libertad con responsabilidad, los hacedores de historia y de ninguna manera los colectivos anónimos o las instituciones despersonalizadas.
En esta mala hora nacional el ejercicio de ciudadanía y la necesidad de organizarnos como sociedad civil es urgente y perentorio y la necesidad de expresarnos en colectivo como una sociedad que comparte una historia, una cultura y un futuro. Este “todo” social y comunitario se expresa y actúa a través de la “persona” en su condición de individuo, portador de responsabilidades y derechos y sujeto a leyes y normas, siendo la primera y principal la norma moral y ética y es que todo acto humano es un acto moral por definición ya que nuestra capacidad de bien o de mal para nuestros semejantes es infinito.
En su proceso evolutivo la humanidad ha mantenido un fuerte anclaje en sus etapas más primitivas. podemos decir que la naturaleza humana resulta casi inmutable y de allí la conducta reiterativa y repetitiva cuando se trata de emociones y costumbres o de nuestra actitud cultural en las relaciones con los demás y con el poder. En este último caso no hemos avanzado mucho y tendemos a repetir la experiencia primitiva de las antiguas tribus y el liderazgo o la jefatura del cazador-proveedor.
En un sentido social y colectivo el individuo identificado y asumido en el grupo o la masa vive en tensión permanente entre un cerebro primitivo anclado traumáticamente en el pasado inconsciente y un futuro indeterminado que nos llena de temor y espanto.
Dice el Premio Nobel Elías Canetti (1981) en su libro “Masa y Poder” “Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido” y siempre el tiempo más atemorizante es el pasado poblado de fantasmas y el futuro habitado por demonios. En esta tensión transcurre la historia humana, cuya concreción más dramática es el llamado ciclo mimético de la dominación y el poder. Así ha sido desde siempre y seguramente así será en este tan amenazante y esperanzador siglo XXI. El número domina la historia; el número infinito de las almas ausentes; el número de los no nacidos y por nacer y el amenazante número de una demografía galopante que en los últimos 200 años ha sobrepoblado la tierra peligrosamente por lo menos para los parámetros mentales vigentes y las estructuras económicas y sociopolíticas conocidas. Cada segundo nacen 5 personas y mueren 2. somos 7 mil millones de habitantes para este agobiado planeta y nunca más solos en esta soledad de multitudes.
Según el mismo Elías Canetti, la historia es incomprensible sino la asumimos en la dialéctica de la Masa y el Poder, de allí que distingue cinco categorías o cenceptualizaciones.
Uno, La “masa de acoso” que “sale a matar y sabe a quien matar”; no otra cosa han sido las guerras de todos los tiempos, es la vieja Muta o partida de caza y de guerra, y no importa con qué principios abstractos hayan sido convocados: guerras de Religión, guerras de conquista o confrontaciones ideológicas, al final el fin siempre es el mismo: la dominación.
En sentido ritual se pretende exorcizar el mal a través del sacrificio del enemigo. De allí las ejecuciones rituales como la lapidación y la hoguera y mucho más recientemente, en las páginas e informaciones de los medios, pretendidamente asépticos y neutrales, las múltiples muertes de “los malos”, “los diferentes”, “los otros”, que abundantemente llenan nuestras páginas de sucesos. Ver sufrir a otros más que piedad concita indiferencia o alivio porque “no nos tocó a nosotros”. Es la proyección simbólica del antiguo rito del “chivo expiatorio” a través del cual el grupo expulsaba de su entorno todos los males y amenazas y canalizaba la violencia colectiva para evitar venganzas suicidas. Un buen ejemplo actual es la muerte dramática del tirano libio Gadafi en su transfiguración del poder al olvido. Había como una necesidad inconsciente sacrificial. Era como un premio colectivo, un trofeo autoconcedido. Es la pretensión del botín sin riesgo; de manera violenta y mágica; desde otro punto de vista es como nuestra relación mágica y malsana con la renta petrolera.
Dos, “masa de fuga”; es el temor y el miedo generalizado, es el peligro que lo amenaza a uno y al mismo tiempo nos amenaza a todos.
Tres, “masa de prohibición”; es la resistencia instintiva, colectiva, es la necesidad de no dejarse avasallar y al mismo tiempo tratar de conseguir un objetivo común; el mejor ejemplo en una sociedad industrial es la huelga, según el propio Elías Canetti. Todos son solidarios y el verdadero enemigo no es contra quien se hace la huelga, sino el que la rompe desde adentro, el esquirol, el traidor.
Cuatro, “masas de inversión” es organizarse y movilizarse para cambiar las relaciones de poder, propia de las llamadas épocas revolucionarias, cuando el poder cambia de manos en sentido grupal o clasista.
Cinco, “masas festivas”; es el sentimiento de pertenencia y goce, una fiesta colectiva nos hace eternos en sentido histórico. Un buen ejemplo entre nosotros es el ciclo festivo de fin de año, desde la bajada de la virgen hasta la subida de los furros, nunca el maracaibero y el zuliano en general se siente más a gusto y más realizado.

En estas cinco tipologías de conductas colectivas se resume y expresa lo poco que ha avanzado la humanidad y de alguna manera dándole la razón al filósofo Inmanuel Kant cuando se refería a la minoridad de la humanidad, de la cual no terminamos de salir.
El mundo cambia sin lugar a dudas y a todos nos toca cambiar y lo más importante y difícil es cambiar nuestra percepción de la realidad, condicionados por el pensamiento y teorías de los últimos 300 años. El mundo se hizo urbano; con las clases medias la riqueza se democratiza; las masas impulsan el proyecto democrático; la pobreza es real y muy generalizada, pero política y económicamente se le puede hacer retroceder; allí están para demostrarlo entre otros países de crecimiento y desarrollo reciente, China, la India y Brasil, con sus economías y sus clases media emergentes y como novedad absoluta África con su 35% de sectores medios y un crecimiento económico promedio del 5%, algo parecido sucede en América Latina, lo que nos permite pronosticar que el siglo XXI no solamente va a ser el siglo Asiático y del Pacífico igualmente puede ser el siglo de África y América Latina. La batalla de la pobreza no se ha ganado pero tampoco está perdida y hay que intentar ganarla. El mundo ya no es europeo ni occidental y el impulso tecnocienifico es impresionante en cuanto a posibilidades y oportunidades pero igualmente lleno de amenazas. Los únicos que no han entendido esta realidad son los pocos países con gobiernos fracasados, hundidos en sus anacronismos políticos e ideológicos. La imaginación y la realidad multiforme y compleja nos impulsan a un nuevo mundo. Cada día se alejan más los últimos tres siglos sin que por ello dejemos de reconocer los portentosos avances logrados en la llamada modernidad. La posmodernidad ya es un clima cultural y espiritual dominante que nos exige perentoriamente una nueva teoría y una nueva praxis y en particular en el campo de la política y la economía. El capitalismo y el comunismo en términos reales e históricos ya forman parte de la prehistoria de la humanidad. El capitalismo financiero y especulador es una vergüenza y un fracaso indignante, como lo son los gobiernos totalitarios, de economías estatizadas y sociedades cerradas. El siglo XXI es la posibilidad dialéctica de superar ambos sistema y no podemos fracasar. Las utopías concretas siguen siendo posibles en el nuevo siglo sin cometer la ingenuidad de pensar que va a ser fácil y de que las violencias de todo tipo que han acompañado siempre a la humanidad van a desaparecer.
Este ejercicio antropológico-simbólico que hemos intentado y que tipifica muy bien la conducta humana asumida colectivamente, se nutre de múltiples ciencias y experiencias que nos han permitido conocer y comprender como nunca antes las complejidades del pasado y del presente. Conceptos como la Muta y la Masa significan que no somos tan modernos como nos pretendemos y mucho menos cuando se trata del poder y la dominación. En la perspectiva del siglo XXI ¿cómo superar el ciclo mimético de las dominaciones y cómo horizontalizar la vida social?; desde la pareja y la familia hasta las estructuras sociales y políticas más complejas. ¿Cómo aprender a construir instituciones con ideales compartidos a nivel global?. ¿Cómo desde el conocimiento crear y construir libertad?. ¿Cómo pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad?. ¿Cómo romper la terrible dialéctica del amo y el esclavo?. ¿Cómo construir el reino de la fraternidad?.
Los seres humanos en el umbral del tiempo, siempre vuelven a estar solos. Solos en la soledad de la conciencia y paradójicamente solos en esta soledad existencial es cuando se posibilita el encuentro con “el otro”. Del Poder sólo podemos librarnos a través de la conciencia, tanto de sus tentaciones como de sus padecimientos. La masa anónima, pasiva y expectante y casi siempre movilizada por miedo o sujeta a sus necesidades es la bestia irracional y peligrosa que sustenta el poder. En ella y con ella el aniquilamiento es posible y la historia como horror y tragedia se hace presente. La masa se mueve por instinto, instinto de muerte o instinto de placer, en el fondo es lo mismo. El poder de destrucción que se acumula en ella es inconmensurable. El principal riesgo del siglo que comienza es la multiplicación irresponsable de la especie y el agotamiento suicida del planeta. La bomba demográfica y la bomba ambiental potencian la bomba de la pobreza y las desigualdades y si no desarmamos estos artefactos de destrucción producidos por el propio ser humano el siglo XXI se vería fuertemente comprometido como posibilidad en la esperanza.
El siglo XX para nuestro país fue el siglo del petróleo, palanca fundamental de nuestro desarrollo. Pasamos de ser un país rural y pobre a una sociedad moderna, urbana y de clase media, de manera peligrosamente aluvional y acelerada, sin embargo, fue un proceso altamente positivo para el país pero los riesgos que ellos implicaba no supimos anticiparlos y mucho menos evitar las desviaciones y errores propios de un país minero o país-campamento como lo llamó Cabrujas, y ello, a pesar de que algunos venezolanos preclaros y lúcidos nos lo advertían de manera insistente y particularmente Juan Pablo Pérez Alfonso. Eran los denostados e incómodos profetas del desastre, pero tenían razón.
De manera paradójica el modelo de bienestar y progreso en curso hace crisis en los dos momentos de mayores ingresos fiscales. El primer boom de la llamada gran Venezuela de CAP I que potenció el modelo del despilfarro y la corrupción y esta irracionalidad de los últimos 13 años que ha multiplicado igualmente el despilfarro y la corrupción y que inventó la peregrina idea de progresar, retrocediendo. Nuestra crisis es de larga duración y llevamos casi 30 años en ella y es una crisis histórica de un modelo rentista insostenible. De aquí en adelante las dificultades van a continuar, pero con la posibilidad de remitir y superar la crisis sobre la recuperación indispensable de los valores éticos y morales como requisito necesario para la recuperación a plenitud del proyecto democrático, la autonomía de los poderes y el protagonismo civil. Talento nacional tenemos y ganas de hacerlo. Hay que reinstitucionalizar el país, exigir responsabilidades personales a todos los niveles e incentivar la participación del ciudadano, sujeto y objeto de su propia promoción y liberación. Sin lugar a dudas, nuestro mejor destino está hacia adelante.
En esta “profecía de la memoria” según el decir de Elías Canetti, que hemos intentado, otra vez se entrecruzan el tiempo social con el tiempo personal y en mi caso nada me identifica mejor, en estos espacios sagrados de la memoria que la poesía de Lilia: “Soles caídos / se anidan en las manos / en la penumbra / de la tarde derribada”.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Palabras de agradecimiento en nombre de la Familiar Lombardi-Boscán

Si hay algo que me ha hecho feliz a lo largo de estos eventos que han permitido un sincero homenaje al Dr. Ángel Lombardi, es que éste ha sido organizado fundamentalmente por amigos, y que además, lo haya disfrutado y compartido con todos, sobretodo, con su familia.

Llevar a cabo éste tipo de celebraciones en donde al homenajeado se le rinde con honor y estima nunca ha sido usual por la natural resistencia humana a no reconocer los logros ajenos de una forma sincera y espontánea, máxime, cuando estos, en el caso del Dr. Ángel Lombardi, son reales, públicos y notorios. Y además, es raro, bastante raro, homenajear a cualquier persona por sus contribuciones a la vida pública y civil, a la cultura, el arte, la poesía, la educación, la universidad, la escritura, por sus ejecutorias como historiador, editor de libros y rector, y lo más increíble, por su condición de ciudadano, en una Venezuela donde tal condición es prácticamente una entelequia. Lo usual es que se utilicen los homenajes con fervor interesado dentro de una danza de la adulancia en pos de obtener favores o contraprestaciones indebidas. Que no es tal el caso que hoy nos mantiene reunidos aquí.

No hay duda que la obra del Dr. Angel Lombardi es ejemplo e inspiración para muchos otros. Ahora bien lo que ha hecho mi padre no ha sido gratuito ni forma parte de una errancia sin propósito. El Dr. Ángel Lombardi es un militante de la Historia en positivo y un venezolano resteado con el país y sus posibilidades emancipadoras. Lo que hace y seguirá haciendo es combatir desde la inteligencia, la razón y el entusiasmo por el engrandecimiento de la sociedad en que vive. Porque no se vaya a creer que con esto se está cerrando su ciclo vital y fuerza emprendedora, todo lo contrario. La “trinchera” está más fuerte que nunca y estas reuniones festivas lo que han servido es para acicatearlo aún más acerca de su confianza en el tiempo futuro y sus posibilidades.

Lo normal es que a uno después de muerto le encuentren los muchos meritos que supo labrarse en vida, y entonces: ¿ya pa´que? Esas glorias póstumas, legítimas y alentadoras para quienes sobreviven al homenajeado, y orientadoras, si es que cabe, en la futura sociedad, no las disfruta el artífice de las mismas. Y éste homenaje que el homenajeado nunca buscó, sé que lo está disfrutando y compartiendo de una forma festiva y agradecida con la humildad, y hasta timidez, que le caracteriza.

Egoísmo, envidia y mezquindad es lo usual y lo que pulula en cualquier ambiente. Puedo decir con satisfacción que esa barrera ha sido franqueada, y quisiera una vez más, nombrar a los artífices de ello: COMITÉ ORGANIZADOR y COMITÉ HONORARIO, y tantos otros.

Si bien el Dr. Angel Lombardi es un libre pensador ajeno a todo dogmatismo, un intelectual desacralizador y heterodoxo, hay una faceta en él muy poco conocida, y esto que voy a revelar viene muy a propósito de las actuales circunstancias en que celebramos a nuestra Virgen de la Chinita. Y no es otro que mi padre es un fervoroso mariano. Años tras años ha construido y cuidado con especial esmero un altar de vírgenes, santos y pequeñas reliquias, que deja estupefacto al que cree que le conoce. Creo que a través de ese altar domestico mi padre se acerca todos los días a Dios, sus padres y parientes en agradecimiento, meditación y oración. Me atrevo a ésta indiscreción privada porque, aunque no lo aparente, mi padre es un hombre con una profunda espiritualidad y sé lo agradecido que está con Dios por todo lo que le ha otorgado y todo lo que le ha quitado también.

En fin, en nombre de toda mi familia, y de manera especial de mi querida madre, Lilia Boscán de Lombardi, el alma gemela que enamoró y conquistó a mi padre para nunca desampararlo; de todos mis hermanos: Lilia Carolina, Jesus Gabriel, Marco Adriano, María de la Esperanza de la Paz, José Javier, Jorge Eduardo, Diego Enmanuel, Juan pablo y Lilia Sofia Leticia y el mío propio, una vez más, quisiera agradecerles a todos por la generosidad que han tenido hacia mi padre, el Dr. Angel Lombardi. Este reconocimiento, no sólo le honra a él mismo, sino que también se hace extensivo tanto a los proponentes como a la gente amiga que le estima, le admira, le acompaña, le respeta y le quiere.

Muchas Gracias
Maracaibo, 04-11-2011
Angel Rafael Lombardi Boscán


Palabras de Angel Lombardi Boscán

HOMENAJE NACIONAL AL DR. ANGEL LOMBARDI
FORO: LOMBARDI: HISTORIADOR

Agradezco a los organizadores el haber considerado mi presencia aquí en éste escenario donde se le rinde un caluroso y merecido homenaje a mi padre, el Dr. Angel Lombardi. Es inevitable que mi intervención sea laudatoria, y si a alguien molesta, desde ya me disculpo. Deben entender, que este es un momento muy especial, muy emotivo, y la figura de mi padre lo es prácticamente todo para mí. Las menciones a su biografía y la mía propia son inevitables.

Se supondría que por ser hijo de mi padre y compartir la misma profesión de historiador yo estaría en una posición privilegiada para establecer las claves de cómo mi padre ha entendido y entiende a la Historia. Y esto desde ya lo desmiento. En primer lugar porque mi padre entiende a la Historia y su enseñanza de una forma desacralizadora y heterodoxa, es decir, su inquietud intelectual como humanista ha sido tan vasta, tan constante, tan inquisidora que “nada de lo humano le ha sido indiferente”, siendo por ello que me atrevo a señalar que su obra y pensamiento son inclasificables; y segundo, porque hoy, mas que nunca, está dispuesto a emprender nuevos y fascinantes proyectos intelectuales. Y es que el tiempo de mi padre nunca ha sido el pasado, sino el futuro. Su confianza ciega en el país y sus posibilidades lo convierte en un autentico héroe civil de los que poco abundan. A mi me ha enseñado a pensar por cuenta propia y a procurar dudar de cualquier certeza a través del pensamiento critico, que metodológicamente, es el que siempre se ha servido en todas sus investigaciones y escritos. En “Introducción a la Historia”, libro que ya va por su 4ta. Edición, se encuentra reflejado lo fundamental de sus inquietudes y preocupaciones como historiador, y es por ello que invito a todos los que quieran saber como mi padre piensa a la Historia acudir al mismo y sin intermediarios. Una vez le escuché decir a un muy buen amigo de mi familia que “Introducción a la Historia” mas que ser un texto o manual para los estudiantes de la materia Teoría y Metodología de la Historia, curso éste que mi padre impartió en LUZ, que en realidad se trataba de todo un tratado de “antropología filosófica”, es decir, un manifiesto humanista escrito desde la sabiduría y la autenticidad de quien es un artista dentro del universo de la historiografía nuestra.

Yo por mi parte me la paso copiándome de casi todo lo que él dice acerca de la Historia o cualquier tema de la actualidad en el cual dirige su atención, fusilando sus geniales ideas a cada rato, y tratando de que su poderosa personalidad y su gran carácter no me fulminen. No hay un día que no aprenda de él y sus inspiradoras conversaciones, que de paso, tengo el privilegio de que estas son harto frecuentes. La acertada y provocadora sentencia que sostiene que “los historiadores lo que no sabemos, lo inventamos” tiene su particular sello, y no hay un escenario, en que yo mismo haga plagio de ella. Igual ocurre con muchas de las ideas de sus principales artículos de opinión en la prensa nacional y regional los cuales leo con avidez y entusiasmo. Mi principal influencia acerca de cómo entender y escribir la Historia provienen de él, y no me da ningún tipo de vergüenza decirlo públicamente. El que lea mis escritos podrá constatar esto. En pocas palabras: me siento orgulloso de las contribuciones que mi padre ha hecho en el campo de la historiografía universitaria y nacional, y le sigo y le acompaño porque le quiero y admiro, y ha sido y es una fuente de inspiración positiva y constante a lo largo de mi vida.

La influencia de mi padre sobre mi persona y profesión es una influencia benefactora que conscientemente sé que también podría haberme aplastado. Al compartir el mismo nombre y ejercicio profesional las comparaciones siempre serían inevitables. Esta difícil situación creo que ambos la hemos sabido enfrentar con madurez, entereza y optimismo, aunque mi padre siempre me ha propuesto que practique el parricidio, algo que yo, por supuesto, me he negado hacer. Siempre me increpa que el discípulo debe negar a su maestro, como sana lógica de crecimiento y renovación. Al hacer ésta confesión en publico me libero de éste gran miedo, y trato al igual que hace él, ser fiel a mi mismo. A ésta altura de mi vida nunca podría arrepentirme de haber escogido la profesión de historiador, que de paso, me apasiona. Y por otro lado, creo tener la suficiente personalidad y talento para escribir mi propia obra en el campo de la historiografía, sin que ello implique renegar de la influencia de mi padre como gran historiador que es. Ambos nos respetamos y hemos sabido ocupar nuestros respectivos espacios, aunque obviamente, su trayectoria, difícilmente yo la pueda emular.

Para concluir quisiera agregar tres aspectos, entre otros muchos que podrían mencionarse, que hacen de mi padre, el Dr. Angel Lombardi, un historiador fuera de lo común. En primer lugar, su laboriosidad. Yo nunca he visto a mi padre quejarse de prácticamente nada, sus fatigas las sabe sobrellevar de una forma estoica. Su constancia en el trabajo y afectos familiares no tienen parangón. En segundo lugar mi padre es un hombre digno. Orgulloso y altivo en el buen sentido de la palabra, que combinado con su sencillez y modestia, su don de gente, le ha llevado a practicar un pensamiento independiente y libre, autónomo a cualquier manifestación de poder, sea éste de la naturaleza que sea. Mi padre se ha labrado a fuerza de fe y lucha sus muchas victorias, y también, porque no decirlo: las derrotas. Y ya finalmente, mi padre posee una ética guiada por el bien común, todo su trabajo como historiador y hombre público ha tenido y tiene como norte la emancipación del hombre mas allá de todas sus miserias, mas allá de todas las injusticias. Para el Dr. Ángel Lombardi, la Historia ha representado toda una militancia a favor de la vida y las mejores causas humanas, y todo ello, con una coherencia y decencia que pocos pueden alardear. Son muy pocos los que enfrentan la existencia con algún sentido moral consistente, con nobleza e integridad: mi padre representa el retrato limpio de una persona buena, algo que obviamente heredó de su propio padre, mi entrañable abuelo: Nonno.

No puedo dejar de pasar la ocasión para decirles que la gran inspiración que Papá ha tenido y tiene en su inquietante y apasionante vida, lo que le confiere fuerza y confianza para conquistar las muchas cimas que ha escalado, es su gran amor: Lilia, mí querida madre.

Muchas Gracias

Angel Rafael Lombardi Boscán
MACZUL, 13 de octubre del 2011