La última encíclica del Papa Benedicto XVI, fechada en Roma el 29 de junio de este año, es un “aggiornamento” necesario del Magisterio papal sobre importantes y complejos problemas de nuestro tiempo, que si bien muchos de ellos habían sido abordados en encíclicas anteriores, ésta actualiza y profundiza en la misma temática de lo que pudiéramos llamar los temas de nuestro tiempo en el campo económico, social y político.
Benedicto XVI le rinde homenaje a Pablo XVI y a su encíclica Populorum Progressio, la cataloga de pionera y profética como lo fue la Rerum Novarum de León XIII. El Papa reafirma la necesaria reflexión teológica y filosófica sobre estos temas y los tipifica en tres órdenes: el sistema económico, la justicia internacional y el desarrollo de los pueblos.
En atención al primer tema señala los límites del “mercado” y del “Estado” y, sin quitarles la importancia que tienen, se inclina por potenciar las diversas alternativas y modelos que se están generando desde la sociedad civil y que permiten visualizar propuestas creativas como las de Economía de Comunión y un nuevo tipo de empresas que se han ido formando.
El tema social y la responsabilidad social se acentúan en esta encíclica en orden a la justicia social y al bien común. La economía, igual que la política y la técnica son devueltas al orden ético y moral. Todo acto humano tiene que contribuir necesariamente a una mayor humanización de las personas, la sociedad y la humanidad. El reto es anticipar la ciudad de Dios en la construcción de la ciudad del hombre.
Si Pablo VI pudo decir que el desarrollo era el nuevo nombre de la paz, hoy habría que agregar que desarrollo y comunión son imprescindibles para construir la paz, que no es otra cosa que construir fraternidad.
Benedicto XVI ha sido insistente y reiterativo en cuanto la caritas, como fundamento y resumen de sus tres encíclicas. El amor como eros, philia y ágape identifican y definen el Amor de Dios y el Amor de Cristo como expresión máxima de toda la creación.
Los seres humanos tenemos que empeñarnos al máximo en el servicio de nuestros hermanos y expresarlo de manera concreta tanto en la economía como en la política, ámbitos excesivamente secularizados que terminaron negando la dimensión ética del hecho económico y del hecho político. El Papa Benedicto XVI nos recuerda que todo acto humano es moral y conlleva una responsabilidad hacia los demás. De allí la exigencia de subordinación de la técnica, la economía y la política a la ética para desarrollar un nuevo humanismo a partir del desarrollo integral de las personas y los pueblos.
Benedicto XVI le rinde homenaje a Pablo XVI y a su encíclica Populorum Progressio, la cataloga de pionera y profética como lo fue la Rerum Novarum de León XIII. El Papa reafirma la necesaria reflexión teológica y filosófica sobre estos temas y los tipifica en tres órdenes: el sistema económico, la justicia internacional y el desarrollo de los pueblos.
En atención al primer tema señala los límites del “mercado” y del “Estado” y, sin quitarles la importancia que tienen, se inclina por potenciar las diversas alternativas y modelos que se están generando desde la sociedad civil y que permiten visualizar propuestas creativas como las de Economía de Comunión y un nuevo tipo de empresas que se han ido formando.
El tema social y la responsabilidad social se acentúan en esta encíclica en orden a la justicia social y al bien común. La economía, igual que la política y la técnica son devueltas al orden ético y moral. Todo acto humano tiene que contribuir necesariamente a una mayor humanización de las personas, la sociedad y la humanidad. El reto es anticipar la ciudad de Dios en la construcción de la ciudad del hombre.
Si Pablo VI pudo decir que el desarrollo era el nuevo nombre de la paz, hoy habría que agregar que desarrollo y comunión son imprescindibles para construir la paz, que no es otra cosa que construir fraternidad.
Benedicto XVI ha sido insistente y reiterativo en cuanto la caritas, como fundamento y resumen de sus tres encíclicas. El amor como eros, philia y ágape identifican y definen el Amor de Dios y el Amor de Cristo como expresión máxima de toda la creación.
Los seres humanos tenemos que empeñarnos al máximo en el servicio de nuestros hermanos y expresarlo de manera concreta tanto en la economía como en la política, ámbitos excesivamente secularizados que terminaron negando la dimensión ética del hecho económico y del hecho político. El Papa Benedicto XVI nos recuerda que todo acto humano es moral y conlleva una responsabilidad hacia los demás. De allí la exigencia de subordinación de la técnica, la economía y la política a la ética para desarrollar un nuevo humanismo a partir del desarrollo integral de las personas y los pueblos.