jueves, 27 de mayo de 2004

Cultura y Liberación



La sociedad latinoamericana definitivamente se ha identificado así misma; desde su propia perspectiva y a partir de su propia problemática.  Como dice Ernesto Sábato:  “Hemos llegado a la madurez y uno de los rasgos de una nación madura es la de saber reconocer sus antecedentes sin resentimiento y sin rubor”; ha sonado la hora de nuestra independencia cultural, obtenida en el marco de un largo proceso, contra innumerables dependencias y alineaciones etnocéntricas, que nos impuso una “idea de América” eurocéntrica, en donde se nos condenaba a la minoridad permanente y a la explotación y dependencia inmisericorde.
En esta larga lucha en pos de la emancipación mental y cultural, el papel fundamental lo ha jugado la cultura popular, subterránea y marginal, pero siempre viva y presente.  La literatura y el arte en pugna con los modelos extraños, sin menoscabo de las influencias universales verdaderamente creadoras, tratando de crear su forma y lenguaje original.
La tradición oral y el folklore es la savia que alimenta nuestra mejor literatura; literatura telúricamente americana en donde el autor se convierte en un verdadero creador y en un héroe cultural, en competencia con la realidad manipulada por la historia, que en nuestras latitudes esencialmente es “un discurso de poder”, como diría Foucault, cuyas reglas para excluir  y seleccionar están organizadas por la metrópolis como medio de establecer y mantener su hegemonía cultural.  Dice J. Franco:  “Así a los latinoamericanos les fue asignado el papel de hijos que nunca madurarían, por los filosófos de la ilustración, o de bárbaros, por el historicismo liberal.
En nuestras sociedades el abismo ha sido llenado por la frustración de tantos intelectuales metidos a políticos fracasados o por aquellos políticos (hombres de media ciencia) cuyo dogmatismo y autosuficiencia los convierte en torturadores de pueblos y estafadores de la fe pública con sus pretensiones intelectualistas y tecnocráticas.
El intelectual tiene un papel que cumplir en nuestras sociedades, responsabilidad ingrata, pero que constituye la única manera de ser eficaz y cumplir su misión, y para ello debe vencer el halago y la integración social; como Prometeo, normalmente paga caro su osadía.  Los que no resisten son los gacetilleros que pululan en la pseudo-cultura del subdesarrollo.

Construir la Democracia



La política es una actividad racional, a pesar de su aparente casuística  e irracionalidad y expresa en un nivel perceptible, la conflictualidad social, la lucha por el poder y la agresividad humana.
En el combate político hay un nivel objetivo y otro subjetivo, el primero implica la confrontación de intereses concretos, diversos y contrapuestos.  El nivel subjetivo implica una voluntad de poder y de predominio, configurando una verdadera erótica de la dominación.  Se busca el poder como compensación o por resentimiento.
La conciencia política deriva de una conciencia histórica y viceversa.  Una conciencia histórica de pertenencia, de un pasado y un futuro compartido, que permita preservar e ir construyendo una identidad colectiva.
Todo sistema político deber responder a una especificidad histórica, social y cultural.  Imitar o importar modelos es condenarse al fracaso y a la inestabilidad constitucional, como nosotros que hemos tenido 24 Constituciones en menos de 200 años.  En consecuencia la Democracia Venezolana, igual que cualquier otro sistema político, encuentra sus posibilidades y límites en sí misma.  Cuarenta años es tiempo suficiente para intentar un balance.
Nuestro sistema descansa sobre una base económica: el petróleo que ha sido una palanca poderosa de crecimiento y desarrollo, pero al mismo tiempo por sus características, ha entronizado el facilismo y la corrupción.  Pero el petróleo no es el culpable de las desviaciones y distorsiones del sistema, sino la clase dirigente, específicamente, la burguesía y la partidocracia.  La primera, parasitaria de un Estado omnipotente, surge y medra en la corrupción, en connivencia y alianza con la oligarquía dirigente de la partidocracia.  Partidos dominantes y burguesía han sido los administradores y gerentes de un sistema democrático, que si bien ha permitido avanzar al país, hoy luce estancado.  De allí el imperativo de la Reforma del Estado.
El “aggiornamento” de la democracia venezolana es impostergable y pasa por la construcción de la sociedad civil y el rescate de la condición de ciudadano.  Se hace necesario un relanzamiento del modelo económico, una estrategia de desarrollo autónomo y a escala humana, tomando en cuenta la especificidad socio/cultural venezolana.  El desarrollo es económico/social y político, pero, igualmente cultural.
La idea de progreso y las diversas ideologías desarrollistas, históricamente han demostrado sus limitaciones y riesgos.
Se impone un desarrollo modesto y equilibrado, fundado en la libertad y la justicia social, conquistas fundamentales de la humanidad, que no pueden ser disociadas y mucho menos sacrificadas una  a la otra.
El desarrollo debe servir para poner en armonía al hombre con el hombre y a este con la naturaleza y la democracia es el mejor sistema político para cumplir con estos objetivos y en Venezuela debemos seguir construyéndola.
El país tiene, a mediano plazo, las mejores perspectivas económicas, como dice Orlando Araujo, en uno de sus últimos escritos (Carta a un estudiante del año 2000) “Hemos creado una infraestructura adecuada para el tercer estadio de nuestro desarrollo industrial, el de Venezuela como potencia industrial del Caribe sobre el fundamento de la Siderurgia, la Petroquímica, el aluminio, el gas licuado y la industria del frío conservadora de una vasta producción perecedera, la integración agroindustrial, todo sobre el triángulo energético de la hidroeléctrica, los hidrocarburos todavía abundantes y el carbón”.
Construída la base material, necesitamos perfeccionar el sistema político y lo más importante lo tenemos: recursos humanos.  Venezuela a pesar de la marginalidad y de múltiples rémoras sociales, ha logrado forjar una generación de trabajadores, técnicos, empresarios y profesionales que exigen y van a lograr un nuevo modelo de desarrollo y un sistema político mucho más democrático.   Evitemos la tentación autoritaria y al gendarme necesario, este es un fantasma definitavamente enterrado en el pasado y el verdadero futuro solo se puede conjugar en democracia.

Comunicación y Poder



La lucha social y combate político, exige apoyarse en el combate ideológico, con mucha más razón en el mundo contemporáneo, cuando la superestructura cultural e ideológica tiende a predominar y condicionar todos los otros aspectos.  Hoy, tanto la dominación interna como externa es fundamentalmente sobre la consciencia del hombre.  A través d ellos medios de comunicación se ejerce un adoctrinamiento permanente y absoluto, el hombre es alienado por la propaganda y la publicidad, por medio de una industria cultural y un aparato ideológico, que las clases y países dominantes controlan y dirigen.
El proceso político contemporáneo está condicionado fuertemente por el debate ideológico y la propaganda; sin la labor de zapa de la intelectualidad ilustrada, la burguesía no hubiera tomado el poder en Francia, en 1789.  Sin el trabajo subterráneo, de propaganda y agitación permanente, de anarquistas y socialistas, no hubiera sido posible la Revolución Bolchevique de 1917.
El Libertador, en todo momento valorizó y utilizó el periódico y la propaganda en su empeño emancipador.  La carta de Jamaica fue escrita para generar opinión pública favorable a la independencia, entre los ingleses.  Periódicos y campañas periodísticas siempre tuvieron en Bolívar, prioridad política.
El combate por el cambio social pasa necesariamente por el combate ideológico.  Así lo entiende Gramsci cuando plantea la necesidad de crear una cultura de masas capaz de confrontar la ideología omnipresente de la clase dominante, a través de una cultura de la resistencia y una contracultura, de una ética del compromiso y la participación que posibilite la organización social y política del pueblo.
Ignorar el combate superestructural, ideológico y cultural, es condenarse al fracaso político; es lo que ha llevado a la izquierda, a alejarse del poder y cultivar una permanente vocación de minoría.
El combate por la mente y la conciencia de los hombres, siempre ha sido el combate político fundamental, así lo entendió muy tempranamente la Iglesia Católica y fue la primera en crear una oficina o ministerio de propaganda, en la época de la Contrareforma (de propaganda fide, propagación de la fe o colegio de la propaganda).
Pero nunca como en nuestra época, gracias al desarrollo tecno-científico, la información y la comunicación, habían sido tan importantes y decisivos.  De hecho el poder descansa fundamentalmente sobre las comunicaciones y el control de los medios y las posibilidades de crear y manipular la opinión pública.
Esto lo sabía Napoleón, cuando afirmaba: “La fuerza se funda en la opinión. ¿Qué es el gobierno? Cuando le falta la opinión, nada”.
Lo sabía Lenín al afirmar: “Lo principal es la agitación y la propaganda en todas las capas del pueblo”, y lo sabía Hitler cuando dijo: “La propaganda nos permitió conservar el poder y nos dará la posiblidad de conquistar el mundo”.
Estamos en la época de la informática y de la microelectrónica, apenas los comienzos de una revolución científico/técnica de posiblidades ilimitadas. Convertidos en aldea cósmica, vivimos en una época de transición, con un cambio cultural fundamental: de lo impreso a lo audiovisual.  Dice McLuhan: “Al superar la etapa de la escritura hemos reconquistado nuestra totalidad sensorial, no solo en un plano nacional o cultural, sino cósmico.  Hemos evocado a un hombre supercivilizado, superprimitivo.  Empezamos de nuevo a estructurar los sentimientos y emociones primordiales, de los cuales nos divorciaron 3.000 años de leer y escribir.  Empezamos de nuevo a vivir un mito”.
La capacidad condicionante y mediatizadora del poder y de quienes lo detentan y controlan los medios de comunicación ha alcanzado niveles patológicos: el ser humano no solo es explotado en su fuerza de trabajo, sino que se pretende controlar su consciencia y conducta, hasta en la intimidad del hogar.
Primero fue la radio  “mecanización del espacio acústico postalfabético.  La radio devuelve a las tinieblas de la mente...Mecaniza ese pozo de soledad que es el espacio acústico: El latido del corazón humano puesto en un sistema transmitido por altoparlantes derrama un manantial de soledad en el que cualquiera puede ahogarse”.
Después vino la televisión  y el cine: “oído omnipresente y ojo móvil”, intrusos que han penetradao hasta el dormitorio del hombre contemporáneo.
La consciencia y la mente es afectada y manipulada día y noche, cada  vez durante más tiempo.
Pertenecemos al tiempo de la sociedad unidimensional, donde todo pretende ser dirigido a través de lso medios de comunicación, en menoscabo de una erótica de la vida se ha pretendido entronizar el principio de muerte.
Se vive una nueva servidumbre, una esclavitud ominosa, en donde se nos prohibe pensar y asumir nuestros verdaderos intereses y se nos inventan falsas necesidades.
Lo importante es “cómo influir en la población (en la opinión pública) a fin de que sigan aceptando el sistema de libertad de empresa (libertad de explotación) y se mantenga impermeable a las ideologías foráneas y  subversivas (socialismo) y compre indiscriminadamente y por encima de sus posibilidades cosas que no necesitan o no le conviene” (H.I.Shiller)
Frente a la alineación de las falsas necesidades, el sistema, igualmente ha institucionalizado el de la frustación permanente.

COMUNICACIÓN Y PODER II

El sistema aliena creando falsas necesidades y alimenta una frustración permanente, a través de la publicidad, que induce a comprar indiscriminadamente, a la par que crea una ansiedad por poseer cosas que no puede alcanzar, como una manera subjetiva de aceptar la propia inferioridad social.
La ideología del amo convertida en ideología del esclavo, esa es la realidad objetiva de la dominación en el mundo contemporáneo.
Hoy, el verdadero opio del pueblo es administrado fundamentalmente por los medios de comunicación, adormecedores de la conciencia y domesticadores de la conducta, otra vez McLuhan; la responsabilidad recae no en los medios, sino en quienes los controlan.
De allí nuestra tesis sobre la importancia de la lucha ideológica, la confrontación social y política es fundamentalmente ideológica, un combate por la conciencia del hombre, en le palestra del aparato cultural.
Por un lado el poder y los sectores dominantes con el control de la industria cultural, por el otro, las fuerzas del cambio social y sus vanguardias intelectuales.  En esta perspectiva cobra sentido la cultura popular como cultura de la resistencia, las culturas marginales y subordinadas como culturas alternativas y todas las modalidades de la contracultura.
En Venezuela, las fuerzas del cambio social no han reflexionado suficientemente sobre estos problemas, con una cultura política tradicional y antintelectual, han carecido de una política informativa y comunicacional propia.
Se ha incurrido en el error de confundir meras técnicas comunicacionales con políticas de comunicación y en este sentido siempre se ha ido a la zaga de los partidos  dominantes con más recursos e influencias.
Otra subordinación ha sido reducir el destino político a meras imágenes publicitarias y a una presencia esporádica en los medios.
Se ha olvidado la vieja lección de los grandes luchadores sociales: la presencia organizada en todos los sectores de la sociedad.  El ejemplo de Acción Democrática y de Betancourt es aleccionador al montar una organización partidista de inspiración leninista, la utilización eficaz de la pensa y de intelectuales vinculados al partido, permitió a Betancourt y Acción Democrática acceder al poder y tener presencia fundamental en la sociedad venezolana.
Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, Luis Beltrán Prieto Figueroa y el propio Rómulo Betancourt, cada uno a su manera, fueron intelectuales orgánicos a la manera Gramsciana.
La vieja izquierda olvidó esta lección fundamental y la nueva izquierda, no termina de aprenderla.
El MAS lo intentó en sus comienzos, de una manera más intuitiva que racional.  Se le han hecho muchas concesiones al inmediatismo político y al pragmatismo electoral.  Una fuerza de cambio social construye su vigencia histórica a largo plazo, a través dela presencia organizada en la sociedad y por la presencia ideológica en los medios y en el sector cultural.
¿Existe en la izquierda una política comunicacional?, ¿cómo se están confrontando y utilizando los diversos medios? La educación ha sido abandonada como escenario fundamental del combate ideológico. El maestro y el profesor, militante progresista, en la mayoría de los casos, no e diferencia en nada de los demás colegas.  Se ha renunciado hasta al análisis científico de la realidad.
La vieja izquierda sigue cultivando sus perjuicios, frente a la religión y la iglesia católica, se ignora la Teología de la Liberación, como praxis  popular y liberadora; frente a tantas nuevas realidades tiende a prevalecer la ignorancia y la incomprensión.  El fracaso histórico, en términos electorales y de poder, de la izquierda en Venezuela, aparte otros factores, se ha debido a la desatención del frente cultural e ideológico y el abandono de este campo a sus adversarios, quienes por lo demás se han mostrado activos y eficaces en el control de los medios y en el condicionamiento ideológico, propagandístico y publicitario de la población.
La aluvional modernización e la sociedad venezolana, en menos de 70 años, ha posibilitado una cultura urbana de masas, no sedimentaria y fácilmente manipulable.  La desidentificación del venezolano al abandonar el campo, dejó sin raíces, sin identificar y sin tradiciones, a ese marginal y a ese proletario de la ciudad, mientras la clase media y profesional se constituía, desideologizada y propensa al facilismo y la corrupción, gracias a una prosperidad petrolera que posibilitó una cultura “mayamera” decadente.
Afortunadamente la crisis nacional puede permitir desbloquear esta situación.  De una conciencia negativa de la crisis, debemos pasar a, una conciencia positiva de la misma y aquí es donde urge iniciar una reflexión sobre la teoría y praxis de una política para el cambio, que pasa necesariamente por una reflexión sobre la problemática comunicacional, el combate ideológico y el poder.
Cada medio tiene su lenguaje sembrador de ideología, que informan para desinformar, al confundir lo meramente actual con la contemporaneidad.  Al fragmentar y banalizar la información, se cultiva la desmemoria y el olvido histórico, la no conciencia crítica, gracias a una avasallante publicidad, cargada de sonidos e imágenes sugerentes.
Resulta imperativo aprender leer la prensa y los medios impresos, con sentido crítico.  Utilizar la radio adecuadamente, marcar distancia frente a la televisión.  Revalorizar el cine como arte, pero igualmente tener conciencia de sus limitaciones como industria y espectáculo.
Es imperativo abrir un frente cultural de lucha, de confrontación, discusión y diálogo, propio de una democracia, que para sobrevivir necesita desarrollarse en una sociedad abierta.
La confrontación fundamental es de tipo ideológico y su escenario natural es el campo educativo y comunicacional.

Buenas y Malas Noticias de Colombia (La guerra larga).



Colombia es un país que desafía la imaginación.  Es una sociedad altamente compleja y difícil.  En ella se vive y se respira una violencia cotidiana que lleva más de 50 años y va en aumento. 
Es una guerra larga y que no acabará hasta que la guerrilla triunfe y todo indica que va a ser así.  El Estado está colapsado, aunque puede resistir y sobrevivir muchos años más, como soporte de una oligarquía, mineralizada en sus intereses, pero altamente hábil para permanecer en el poder, aunque cada día más acosado.
El gobierno colombiano ya no tiene el control del país; hay una ecología de la violencia que ha permitido que ésta se aposente institucionalizada en casi todo el país.  Colombia es  intransitable  por carretera; el  Estado no garantiza seguridad en  ninguna de ellas.  El río Magdalena, corazón de Colombia, es área de combate, igual que las fronteras y el sur selvático, hoy mayormente “ despejado“ y bajo control de la guerrilla.  Muchas zonas montañosas y casi todas las grandes ciudades están segmentadas y fracturadas entre las zonas urbanas prósperas y el resto ocupado por una marginalidad creciente y agresiva.
Frente a esta realidad, está el otro país que ha asumido lo excepcional como ordinario y convive con la violencia y la guerra.  Es un país que sigue empeñado en seguir  adelante, en crecer y apuntalar una economía que no está tan mal en términos macroeconómicos,  aunque la miseria general y el empobrecimiento colectivo es evidente.  El Colombiano es un pueblo educado, disciplinado y laborioso, pero muy maltratado en su esperanza.  Lo más enaltecedor de Colombia es el esfuerzo educativo y cultural en que viven empeñados, en donde el sector privado ha jugado un papel mucho más importante que en Venezuela.  Poseen excelentes Universidades, en donde sin lugar a dudas sobresale la Javeriana de los Jesuítas; buenos Periódicos, excelentes Museos, en donde el  del Oro, es parangonable a los mejores del mundo.
Igualmente, el Colombiano es un pueblo con un alto sentido de su propia identidad, tradición e historia; de una gran riqueza antropológica, se enfrenta al futuro, asustado y esperanzado al mismo tiempo, y de sus muchos símbolos, nadie mejor que el Cristo agonizante de Montserrate, caído pero no vencido.