martes, 15 de febrero de 2011

Candidaturas presidenciales

El gobierno ya tiene candidato, autoproclamado y que aspira a sucederse a sí mismo. En la oposición se está comenzando el proceso de selcción a través del mecanismo de las primarias, con fecha aún a determinar, aunque creemos que lo recomendable sería hacer la selección para el último trimestre del 2011. Eso daría tiempo a reagrupar y extender la alianza opositora a todos los sectores en una propuesta de gran alizana nacional, democrática y progresista, plural e inclusiva. Unidad, candidato y programa es la tarea política para la oposición y para quienes de una u otra manera piensan en la inconveniencia de que el actual presidente, por su fracaso gubernamental, continue en la presidencia más allá del 2012. El empeño es construir una alternativa democrática, mayoritaria, con posibilidades ciertas de triunfo y de gobernabilidad. En este proceso complejo y dificil la dinámica principal gira en torno al candidato a seleccionar y aunque la mesa de la unidad democrática ha establecido una metodología, mucho va a depender de la sociedad civil y las organizaciones partidistas y lógicamete de los propios candidatos que este proceso sea lo menos traumático posible y exitoso en cuanto a unir y sumar voluntades.
En una primera aproximación lucen como precandidatos por el bloque social-democráta (AD y Un Nuevo Tiempo) Antonio Ledezma, Pablo Pérez y el propio Manuel Rosales sin descartar a otros. Primero Justicia aparentemente va a presentar a Henrique Capriles Radonski. El bloque Social-cristiano tiene su propia lista con César Pérez Vivas, Oswaldo Álvarez Paz, Eduardo Fernández y eventualmente Salas Romer o su hijo el actual gobernador de Carabobo y el propio Ramón Guillermo Aveledo y personalidades como Hérman Escarrá que no ocultan sus aspiraciones presidenciales así como Leopoldo López. En los sectores independientes, entre otros, se habla de María Corina Machado y Gómez Sigala. El bloque de izquierda de oposición (MAS, Causa R, Podemos, Bandera Roja y eventualmente el PPT y otros.) podrían presentar a Henry Falcon. La tarea luce complicada por el gran número de aspirantes y por los múltiples intereses que allí se mueven, pero es una tarea inevitable y necesaria y hay que terminar haciéndola de manera exitosa teniendo como norte el bien común y los superiores intereses nacionales.

sábado, 5 de febrero de 2011

La Política como resentimiento

El resentimiento “sentimiento penoso y contenido del que se cree maltratado, acompañado de enemistad u hostilidad hacia los que cree culpable de maltrato” (María Moliner, citada por R. Combellas). En la medida que profundizamos en el conocimiento histórico nos damos cuenta
como la locura, neurosis, psicosis, sociopatías y en general, todas las patologías están presentes en la política y en los procesos historícos, de hecho, el poder y la búsqueda del mismo terminan siendo una enfermedad, de allí el alegato iluso de Confucio y Platón a favor del gobernante-filósofo. Cuando un gobernante predica el odio y la muete como política y como método la venganza e injusticia, sin lugar a dudas es un desquisiado. Las motivaciones hay que buscarlas más que en las circunstancias, en el propio personaje, y uno de los rasgos que casi siempre está presente, es el resentimiento. Al respecto han reflexionado y escrito autores fundamentales como Frederik Nietszche y el propio Freud y toda la literatura psicoanalítica y psiquiátrica. Igualmente Max Scheler citado por Manuel García Pelayo, en su trabajo: “Notas sobre el resentimiento” a su vez citado por R. Combellas. Dice el autor alemán: “El resentimiento consiste en un odio impotente hacia aquello que se admira o estima, pero que no se puede ser o no se puede poseer. Se estiman ciertos valores, pero se odia a quienes lo poseen o a los valores mismos, en razón de que no se tienen. En su forma extrema, el resentimiento transforma el odio en la negación de los valores vigentes y en la postulación de un sistema de valores contrarios... las personas y los grupos que representan valores, adquieren una significación negativa, mientras que los humillados y ofendidos son realzados”.
El resentimiento, es frecuente y está presente en todas las sociedades pero es particularmente visible en aquellas sociedades atrasadas y desiguales en donde la injusticia cotidiana y la orfandad psíquica y afectiva es una característica dominante de la dinámica social. Personas con una niñez precaria y amenazadas desde todo punto de vista, tanto por la miseria material como por la miseria afectiva y cultural terminan por generar un número importante de personas que derivan hacia la delincuencia o actividades de las más diversas asumiéndola en su sentido más perverso, sustentadas en antivalores y en donde el éxito sólo es posible en la medida que se crea que la moral y los valores son limitantes que hay que desechar.

La Ira árabe

El tsunami político en el norte de África viene arrasando con los diversos gobiernos de la región. El inicio fue en Túnez, como siempre por un hecho fortuito e impredecible que provocó en pocos días la caída del dictador, con 23 años en el poder, en la llamada revolución de los jazmines. Las sociedades reprimidas y empobrecidas en algún momento logran reaccionar y su ira es invencible. El miedo y la represión son derrotados y el ansia de libertad y el derecho a una vida digna y mejor de todo un pueblo, se convierten en verdaderos motores de la historia, como diría el filósofo italiano Benedetto Croce, inspirado en Hegel y Kant, y en general en la Ilustración, la historia como hazaña de la libertad.

El movimiento de protesta masiva continúa, particularmente en Egipto, el país más importante de la región y el de mayor peso geo-político, en donde coroneles ambiciosos, con un discurso nacionalista y un difuso y equívoco socialismo árabe impusieron a sus pueblos una dictadura de medio siglo llena de represión y miseria. Primero fue Nasser, después el heredero Sadat y luego Mubarak, este con casi 30 años en el poder y preparando a su hijo para la sucesión. El norte de África se mueve y todo el Medio Oriente y el Golfo Pérsico con sus teocracias y monarquías anacrónicas que en pleno siglo XXI pretenden prolongar el feudalismo islámico con su secuela de miseria y fanatismo.
Si estos movimientos de fuerte impacto político terminan liderizados por las fuerzas progresistas y modernas de esos países, la democracia, la modernidad y el desarrollo será el norte deseado de esas sociedades y para nosotros es lo deseable. En cambio, si la ira colectiva es canalizada y aprovechada por los fundamentalistas (que los hay y en abundancia) para acceder al poder y fundar repúblicas coránicas a la manera de Arabia Saudita o Irán, los peores pronósticos pueden ser hechos y la ruptura de los débiles equilibrios de la zona pueden conducirnos directamente a situaciones de gran complejidad y grandes dificultades. En la lista, hasta ahora se han agregado el Yemén y Jordania y el propio Líbano, países precarios y conflictuados en todo sentido, si a ello agregamos la cercanía a Israel y las amenaza Sirio-Iraníes en sus relaciones con el Estado judío la palabra tsunami que usamos al principio deja de ser una exageración y se convierte en una amenaza real para la estabilidad global.

Indígnate

Dos viejos, cada uno por su lado, han invitado a que nos indignemos, y particularmente a los jóvenes. Uno, tiene 93 años, Stéphane Hessel y el otro de 82 años, Lee Iacocca, el llamado lo han hecho desde un rechazo radical al conformismo y la indignidad de muchos, frente a un mundo cada vez más anómico y lleno de conformismo y complicidades. Lee Iacocca, famoso por su intervención exitosa, hace unas cuantas décadas, en el salvataje de la industria automotriz norteamericana, se pregunta “¿Donde están los líderes?” y se contesta a sí mismo “¿Acaso soy la única persona en este país que está harto de lo que está pasando?” “¿Donde diablos está nuestra indignación? Tenemos una banda de payasos que no tienen ni idea de cómo dirigir el Estado. Lo que sí tenemos son gánsters corporativos”, y es que los gobiernos en muchos países, se reducen a burocracia, improvisación y corrupción, y los gobernantes, como dice Umberto Eco, pensando en el infeliz Berlusconi a quien califica “como un profesional de la mentira, un manipulador de las masas y una inteligencia dedicada a arrasar con la verdad, la ética y la justa medida de las cosas”. En muchos países, y entre nosotros sin lugar a dudas se puede hacer la misma caracterización del gobernante y del gobierno que tenemos.
No hay otra alternativa, hay que indignarse, desde nuestra dignidad, permanentemente ultrajada, ofendida y humillada. Desde nuestra libertad mancillada y condicionada. Hay que indignarse.
Stéphane Hessel, sobreviviente de los campos de exterminio nazi, colaborador activo de la resistencia francesa y co-redactor de la Declaración Universal de los Derechos Humanos igualmente nos exhorta a indignarnos. Dice Hessel “El poder del dinero, que tanto combatimos, nunca fue más insolente y egoísta, con servidores en las más altas esferas del estado”. Se pregunta “¿quien controla, quien decide y quienes son los interesados en esas decisiones descabelladas?” “Las corrientes que nos gobiernan son confusas. Por otra parte vivimos en un vasto mundo interdependiente, con una interconectividad que nunca existió. Por eso, nos enteramos que en este mundo hay cosas intolerables, por lo que hace falta que nos indignemos”.
Jean Paul Sartre, decía que no se es hombre si no nos comprometemos. Hay que comprometerse con la Justicia, con la verdad, con todas las causas nobles que afianzan y desarrollan nuestra condición humana sobre bases éticas y morales y de allí la invitación a indignarnos a vivir en plenitud “una insurrección pacífica real”.

Asalto a la Democracia

Lo usual es pensar en un golpe de estado para asaltar el poder e imponer un gobierno, de manera extraconstitucional y desde afuera, en cambio lo que está resultando frecuente y recurrente en esta América Latina postmoderna es el golpe de estado desde el propio gobierno, para afianzarse y perpetuarse en el poder. El gobierno venezolano ha sido un verdadero modelo al respecto, forzando todas las leyes, incluida la Constitución, y abusando de manera ventajista de los recursos públicos así como de los diversos poderes y particularmente del poder electoral, que terminan siendo extensiones y subordinados del poder ejecutivo. Los presidentes se creen y se quieren eternos. Otra característica compartida es pretender instaurar, vía elecciones fraudulentas, regímenes ideológicos de corte comunista, con normas y leyes pensadas para eternizar el modelo y evitar los cambios, como si la historia no fuera cambio por definición y de paso negarle a sus pueblos el derecho a la alternabilidad necesaria y a avanzar como sociedad plural que somos. Es lo que se pretendió en la felizmente extinta Unión Soviética, así como en sus satélites europeos y es lo que se sigue pretendiendo en esta Cuba, mausoleo de los hermanos Castro. En la Constitución cubana en los últimos años se incorporó un principio inmovilista que pretende prevenir y evitar el cambio político. Se dice en la Constitución cubana, en su artículo 62 “Ninguna de las libertades concedidas a los ciudadanos puede ser ejercida... contra la existencia y fines del estado socialista, ni contra la decisión del pueblo cubano de construir el socialismo y el comunismo”. Todo ello dentro de una concepción inmovilista y finalista de la historia, como si el comunismo fuera el final feliz de la historia humana. Los hermanos Castro con esta reforma anticipan y pretenden evitar los inevitables cambios que van a venir en tiempos no muy lejanos, ejemplo, que en Venezuela se ha seguido al incorporar principios parecidos en algunas leyes y particularmente en la defenestrada Ley de Universidades. Es la pretensión absurda de pretender imponer un sistema político como dogma y realidad definitiva de la historia, como si en ésta si algo ha quedado demostrado es que no hay un sistema político definitivo.

Ambición de poder

“Guzmán, elipsis de una ambición de poder” es un magistral ensayo de carácter histórico de Ramón Díaz Sánchez (1903-1968) sobre el ascenso y caída de una de nuestros dictadores más emblemáticos: Antonio Guzmán Blanco. La historia republicana de Venezuela de 1830 hasta nuestros días es una reiteración casi ritual de estos “hombres providenciales” que cada tanto tiempo genera nuestra precaria sociedad llena de limitaciones educativas y culturales. El poder personalizado, tanto es así que un simple alcalde o gobernador utilizan su nombre e imagen para identificar espacios públicos y nomenclaturas urbanas, obligando al cambio inevitable y al gasto innecesario consiguiente cuando cambia el mandatario. Un buen ejemplo lo tenemos en la vecina República Dominicana cuyo tirano, Trujillo llegó a denominar a la capital como “Ciudad Trujillo”. En nuestra historia política la ambición de poder lo es todo: José Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Marcos Pérez Jiménez, galería de tiranos y dictadores que lo tipifican sobradamente, pero también en nuestros caudillos civiles existió esta tentación, esta abusiva personalización del poder, a este apego enfermizo a la eternidad del poder, desconociendo un hecho cierto que con excepción de Juan Vicente Gómez, todos salieron del poder y la mayoría de manera infamante. Así va a volver a suceder, todo proceso histórico y particularmente los procesos políticos se definen fundamentalmente por estas elipsis de auge y caída inevitable tal como ha quedado establecido en la Historia Universal y tal como lo expresó Maquiavelo en el Príncipe y que denominó los momentos del poder, es decir cómo y cuando se alcanza éste y cómo y de qué manera se conserva siendo la principal tentación alcanzarlo de cualquier manera sin ningún tipo de escrúpulo o moral limitante y mantenerlo a como de lugar sin moral o de manera inmoral. La historia humana tiende a ser recurrente y los aprendizajes socio-históricos tienden a ser lentos y de allí el empecinamiento de volver a repetir nuestros errores tal como dijera en su famosa frase Santayana, y no tenemos la menor duda que así va a suceder con este absurdo e irracional proyecto político, que en pleno siglo XXI sigue empecinado en ubicar en tiempos pasados.

La ideología de la dictadura

En Venezuela el comunismo y el modelo cubano es rechazado por el 80% de la población pero quizá el problema ni siquiera sea tratar de implantar este nefasto modelo, sino simplemente perpetuarse en el poder con una ambición sin límite de un personaje que, como dijera el General Peñaloza, su único proyecto de país es el proyecto personal de permanecer en el poder para siempre.
En Venezuela y en general en cualquier parte del mundo si algo tipifica a los llamados hombres de poder es el instinto y la vocación enfermiza por conseguirlo o como diría Nietzsche, una voluntad de poder. Los caudillos militares y civiles de nuestra historia lo emblematizan de manera suficiente. La otra cara de la moneda tiene que ver con las sociedades que propician este tipo de liderazgos, que de hecho generan y acompañan estos liderazgos mesiánicos y que frente al poder se humillan y se tratan de aprovechar. Afortunadamente en Venezuela, gracias a la evolución democrática conocida en el siglo XX un poco más de la mitad del país ha entendido que con los caudillos y las dictaduras no hay futuro y que solo en la medida que una sociedad genere empleo productivo y la educación necesaria para la convivencia y el respeto es que es posible construir un porvenir de paz y progreso.

Para la sabiduría política romana la dictadura solo se justificaba en tiempos calamitosos pero por un tiempo determinado no mayor de 6 meses y siempre con una responsabilidad frente al Senado y a los ciudadanos romanos. La historia está plagada de dictadores y dictaduras y el siglo XX no fue una excepción, pero si algún aprendizaje debemos asumir como humanidad es que no hay sistema político mejor que una democracia con todas sus limitaciones e imperfecciones y que esta en su dinámica siempre es perfectible y en donde el interés colectivo nunca sacrifica ni la dignidad ni la libertad personal. Aparentemente la humanidad ha ido aprendiendo la lección y hoy la mayoría de nuestro países se definen e identifican como democráticos y solo una minoría de países siguen aferrados a ese anacronismo inhumano de las dictaduras personales, dinásticas o ideológicas. Venezuela, quiero creerlo, apostó para siempre por un sistema democrático perfectible y eso ha hecho posible que el actual proyecto político autoritario no termine de consolidarse.

Democracia imperfecta

Sin lugar a dudas somos un país en donde la lógica y la racionalidad no es nuestra principal característica y si queremos un ejemplo al respecto es que le tratemos de explicar al mundo los resultados electorales del 26 de septiembre del 2010 para integrar la nueva Asamblea Nacional. El partido de gobierno (PSUV) sacó 5.333.910 votos (47%) para elegir a 98 diputados mientras que la oposición (MUD + PPT) sacó 5.943.853 votos (52.7%) para elegir 67 diputados y de estos 67 diputados el gobierno con una maniobra judicial pretende desconocer a 3 de ellos. Si todo ello no fuera suficiente la feneciente Asamblea anterior habilitó al presidente por 18 meses para que pudiera legislar en casi todas las materias y competencias propias de la Asamblea Nacional. No somos una dictadura pero tampoco somos una democracia. Sin lugar a dudas somos una autocracia (gobierno y concentración de poder en un solo hombre) y si asumimos el apresurado paquete de leyes aprobado en los últimos tiempos del 2010 tampoco hay duda que podemos hablar de un proyecto totalitario que los medios han caracterizado como el paquete cubano, que de hecho anula y trasgrede a la Constitución.
El 2011 luce difícil. La economía en recesión e inflacionaria. En lo social, la conflictividad va a ser recurrente y creciente y en lo político los desafíos son múltiples, lo que no debe implicar que abandonemos la ruta democrática y electoral de cara al 2012. El primer espacio de participación sin lugar a dudas son los espacios públicos o como dice la gente: la calle, y aquí los partidos políticos tienen una gran responsabilidad de acompañamiento. Igualmente es importante recuperar la Asamblea Nacional como espacio político por excelencia para la denuncia, el debate y las contralorías necesarias a un poder ejecutivo desbocado. El riesgo de esta Asamblea Nacional es que se convierta, como dijera Monseñor Lückert, en una gallera o en un museo de cera de figuras anacrónicas, acartonadas y encasilladas. El régimen va a seguir intentando huir hacia adelante, mostrando una fortaleza que no tiene, de hecho es un gobierno fuertemente comprometido por la corrupción y la ineficacia y ya sin el respaldo mayoritario que en algún momento pudo tener. Sus políticas erráticas y arbitrarias cada día son más resistidas y adversadas hasta lograr el recule presidencial con el IVA y la desastrosa y apresurada Ley de Universidades que apuntaba a la ingobernabilidad y destrucción de la Universidad para facilitar el control político de las mismas al gobierno así como la mediatización e instrumentalización ideológica de la misma.

La Navidad según el habilitado

En los seres unidimensionales como el habilitado, el único resorte psicológico movilizador es la neurótica obsesión por el poder, de allí que la psiquiatría y psicología coinciden en la denominación de “enfermos por el poder” para referirse a esta anomalía y patología que por desgracia es bastante frecuente en la historia y no solo en el campo de la política. Todo lo anterior viene al caso por la sorpresa de mucha gente, crédula e ingenua, que se sorprende a estas alturas del proceso de la agresividad e intemperancia del jefe del gobierno en su empeño por avanzar con sus políticas autoritarias, precisamente en tiempos de Navidad, que por tradición es una época de familia y convivencia social por excelencia. El habilitado lo sabe y por eso tantas iniciativas abusivas, por un lado, como expresión de nuestra típica viveza criolla con su sentido oportunista y aprovechado de las cosas y por el otro lado el cálculo político inescrupuloso que no respeta nada y a nadie, con tal de avanzar en sus “batallas”, en sus “guerras”, con tal de afianzarse en el poder, casi único elemento definidor de una conducta y una personalidad tal como lo decíamos al principio.
Para el jefe del gobierno, Diciembre es un mes de debilidad política de sus oponentes, por la desmovilización natural y las distracciones inevitables propias de la época: el pesebre, el arbolito, las luces, los regalos, las hayacas, en fin, una vida social y familiar propias de seres normales y que con todo derecho han conquistado esta posibilidad de convivencia y paz navideña. Para el habilitado, hoy en sus devaneos comunistas son debilidades de los contrarios que hay que aprovechar. Parte del mito “revolucionario” que se nos quiere imponer es el de un nuevo orden social y cultural a sabiendas que la inmensa mayoría de sus seguidores forman parte de ese pueblo venezolano tradicional y que un sector importante de la dirigencia oficialista ya forma parte de esa burguesía que ellos dicen despreciar y querer derrotar. El propio habilitado vive como un acaudalado y dispendioso burgués. Esta “revolución” es tan burguesa como cualquier otra que se ha pretendido en Venezuela y es que la llamada burguesía nacional se ha ido configurando alrededor del gobierno de turno y de allí el susto presidencial y su ley “talanquera”.

Los hijos del viento

A los guajiros o wayúu se les ha poetizado el nombre como hijos del viento, denominación de apropiada característica determinante de esa vasta península que se adentra en el Mar Caribe calcinada por el sol. Nómada en su territorio, el guajiro señorea sobre su tierra sin importarle mucho la frontera artificial impuesta por Colombia y Venezuela. Las raíces de este pueblo se hunden en el pasado indígena milenario de los muchos pueblos Arawak que recorrieron estas latitudes. La identidad actual del pueblo guajiro, especialmente los últimos 300 años tiene que ver con la colonización hispana, la república criolla y el infaltable y fecundo mestizaje, tal como se evidencia en esta genealogía del apellido Iguarán, de origen vasco tal como está documentado en el presente trabajo pero avecindado de manera telúrica y profunda en esta tierra guajira. Una genealogía nos permite percibir de manera clara el significado del concepto vasconceliano de “raza cósmica”, a pesar de nuestra diferencias los seres humanos somos una sola raza, como dirían los antropólogos somos uno y múltiple.
La etnia guajira es uno de los pocos pueblos de América Latina en expansión demográfica, con notable influencia en las zonas vecinas de Colombia y Venezuela y particularmente en el Zulia, región ésta de fuerte impronta indígena y mestiza, tanto que nuestra virgen tutelar y de devoción principal sea “La Chinita” de poderosas resonancias indígenas y lacustres. El apellido Iguarán se universaliza gracias al Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, tanto por su entronque familiar con los Iguarán como por las referencias literarias, en donde la tierra guajira se embellece en su infinita soledad de compañera fecunda del viento y del sol. Si se profundiza en la genealogía Iguarán nos damos cuenta cómo el apellido se expande y si así puede decirse, se aristocratiza dada la importancia y relevancia económica y social de algunos de sus miembros. El hecho mismo de la elaboración de esta genealogía indica la conciencia de identidad colectiva e individual que han asumido algunos representantes de esta gran familia Iguarán, signo y sentido de identidad, de pertenencia y de trascendencia, no otra cosa es una genealogía, una manera humana de vencer el olvido y la desmemoria.

No Jusiticia ni Constitución

En esta alucinada y alucinante locura de los últimos tiempos no hay otra racionalidad que la del dictador, vidas y bienes están en sus manos, como en las monarquías absolutas y para que el símil sea completo en esta Venezuela feudal, la violencia y la inseguridad ha permeado todos los estratos y sectores sociales. Hay como un empecinamiento voluntarista por regresar a etapas de la historia que creíamos superadas. En una sociedad urbanizada se quieren crear comunas rurales y en una sociedad moderna sin estado de derecho sólo se cree en la legalidad que impone la voluntad arbitraria del amo del poder, vía instituciones subordinadas y domesticadas y he allí la rémora y el drama principal de una sociedad que no practica la justicia y que no cree en la ley sustentada en ésta y elaborada por los órganos competentes no como expresión del gobierno de turno sino de la sociedad. La inexistencia en toda nuestra historia de un verdadero poder judicial esclarecido e independiente es nuestro principal problema estructural. Sin bases morales y jurídicas no hay verdadera república y mucho menos democracia. Al respecto son ilustrativas las siguientes palabras del eminente jurista Alberto Arteaga Pérez “La justicia en Venezuela ha sido un mito. Nosotros nunca realizamos ese valor. Y además sólo hay justicia en la medida en que haya leyes que consagren el poder judicial y en la medida en que se encarne en unos hombres capaces de aplicar la ley, de administrar ese valor con independencia y autonomía...además en la época de la dictadura, como decía Gómez, las cosas del dictador no iban a los tribunales ni a ningún tipo de Corte. Las dictaduras no necesitan de nada de eso...nosotros tuvimos el Primer Código Penal en el 1873, nos pasamos 60 años sin tener un Código Penal, como que ni siquiera nos hacía falta ese Código. En las dictaduras la justicia estaba al servicios del caudillo de turno.”
En Venezuela, la Constitución siempre se ha irrespetado y en el actual gobierno de manera absoluta, no solo ha sido el traje a la medida del dictador como decía José Tadeo Monagas, sino que la modifica e interpreta a conveniencia y de acuerdo a las circunstancias. Leyes, Decretos y Habilitantes no son más que instrumentos del poder para imponer un modelo cubano-comunista que los ciudadanos han rechazado de manera abrumadora tanto por la vía electoral como por la expresión orgánica de la opinión pública.