viernes, 30 de junio de 2023

Los condenados de la tierra

 “Y pobres siempre los tendréis con vosotros”, realismo bíblico o terrible profecía distópica.

Lo cierto es que a la altura del siglo XXI en que nos encontramos con tantas maravillas tecnológicas y conquistas científicas, económicas y sociales, todavía el estigma de las desigualdades, pobreza y hambre, además del racismo, el fanatismo y la intolerancia religiosa e ideológica, siguen presentes, al igual que los muchos prejuicios que persisten.

En las múltiples caras de la esclavitud moderna están la explotación laboral, la trata humana, los desplazados, refugiados y migrantes, y un sinfín de abuso y maltrato a la condición humana de los llamados genéricamente menos favorecidos.

Cada sociedad arrastra sus propios paria, los tristemente famosos intocables en la India, casi doscientas millones de personas, calificados tradicionalmente como los pobres entre los pobres.

Cada sociedad arrastra una deuda social con los llamados marginales, y que el papa Francisco denominó como los descartables.

La pobresía convertida en miseria e indigencia cotidiana sin futuro y sin esperanza. El mundo desigual y sociedades injustas siguen presente en la humanidad y afecta a millones de personas en todos los países y en todos los sistemas políticos y económicos. La geografía del hambre, como la llamó Josué de Castro, que sigue clamando por oportunidades y justicia social.

La igualdad como hijos de Dios proclamada en el evangelio del amor y la fraternidad, y la igualdad como programa político proclamado en la Revolución francesa, siguen siendo inalcanzables para muchos, como una especie de deseo general o utopía huidiza.

La humanidad, y cada país en particular, proclama la justicia social y los derechos humanos como doctrina fundamental, pero la deuda social sigue allí, y las injusticias se mantienen y proliferan.

La pobreza material subsiste y da la impresión de ser un problema estructural tanto de la economía como de los sistemas políticos.

La humanidad sigue en búsqueda de sistemas más justos y con menos víctimas de la pobreza y el hambre. Sin lugar a dudas se ha avanzado, pero no lo suficiente, y frente a los muchos flagelos que nos siguen acompañando, las injusticias sociales y el problema de la convivencia pacífica siguen siendo nuestros principales desafíos de cara al futuro.


Ángel Lombardi

jueves, 15 de junio de 2023

Gobierno y Poder

 

En un Estado democrático, de sociedades abiertas, división de poderes y gobiernos alternativos, ejercer el gobierno no implica ejercer el poder total. Este está limitado por leyes y la diversidad de intereses que existen en el Estado Constitucional. En Venezuela y otros muchos países, ser gobierno se sustenta sobre la idea primitiva del "que manda" todo y todos se le subordinan y terminan ejerciendo el poder más que el gobierno, en el sentido administrativo del Estado democrático. Del aquí "mando yo" al "yo el supremo", aquí lo llamamos presidencialismo o "monarcas sin corona" y llevamos dos siglos en ello. En la actual etapa política, inaugurada en 1999, Hugo Chávez logra ganar las elecciones de 1998 con respaldo popular y grandes expectativas. Muy temprano se pone de manifiesto el sesgo autoritario en el ejercicio del gobierno del novel gobernante de formación castrense, sin lugar a dudas hábil político. Mientras más crecía el descontento y la crítica más se acentuaba el autoritarismo y la represión y cada vez era más difícil precisar si seguíamos siendo una democracia. Ante la posibilidad de no poder sobrevivir a su grave enfermedad, designa "a dedo" a su sucesor, Nicolás Maduro que logra imponerse en el proceso electoral, en resultados todavía discutidos. Maduro lleva dos periodos y busca un tercer periodo, pero en el camino se terminó de destruir la economía y se creó una crisis generalizada en todos los sectores a la par que el gobierno se cerraba y se volvía más arbitrario y represivo. Más que un gobierno realmente era un régimen empeñado en una hegemonía, sectaria y excluyente y en la permanencia eterna en el poder.

Ya son 23 años y Maduro ha sido exitoso en su control del gobierno y el poder, él como su antecesor también ha resultado un hábil político y con buenos asesores en cuanto a permanecer en el poder aunque a nivel de gobernante es un fracaso total igual como lo fue su mentor. El primer aspecto de este "éxito" se lo debe a las fuerzas armadas, ideologizadas y al servicio del régimen y no a la Constitución y en segundo lugar es que han sido muy hábiles en dividir a la oposición externa e interna y descabezar de manera oportuna a posibles rivales, como en su momento lo fué Elias Jaua, Rafael Ramirez, Tareck El Aissami, etc... Enfrentado al proceso electoral del 2024, Maduro ya candidato formal a continuar al mando, tiene la ventaja de los recursos del gobierno, el poder de atemorizar y un año anticipado a la campaña formal, de allí el programa con Maduro con nuevo look publicitario. Su presencia física creciente en diversos escenarios nacionales e internacionales: Brasil(UNASUR) TURQUÍA, ARABIA SAUDITA...

La oposición no la va a tener fácil y los tiempos apremian y la unidad sigue siendo el objetivo esencial. ¿Democracia o dictadura? La respuesta definitiva la tendremos en este proceso electoral 2023-2024.

 

Ángel Lombardi