La
historia es multiforme y dinámica, pero la llamada historia
universal no es otra cosa que el conflicto permanente entre clanes,
tribus, pueblos, naciones y estados. Casi podría decirse que es una
ley de la historia la dialéctica de la confrontación por el poder y
la riqueza. Siempre hay alguien o algunos que desean o codician algo
o algunas cosas que otros tienen. Esta es por lo menos la visión que
tiene Hegel de la historia universal.
En
términos empíricos y fenomenológicos es fácil de observar en todo
tiempo y lugar de la historia humana.
En
el llamado mundo occidental, el primer gran conflicto geopolítico
fue en torno al Mediterráneo y tierras adyacentes.
Tenemos
a los antiguos egipcios, a los fenicios, griegos, cartagineses y
romanos que, en épocas diversas y sucesivas, pugnaron por el control
de esa basta zona y sus recursos, incluidos la provisión de
esclavos, necesarios para la economía de la época.
Así
fueron como se desarrollaron las diversas thalasocracias, es decir el
control efectivo de las rutas comerciales básicamente mediterráneas,
hasta la hegemonía definitiva en la época del llamado Imperio
romano.
Después
vino el conflicto geopolítico con fuertes tintes ideológicos y
religiosos entre el mundo cristiano y el mundo islámico por el
control del Mediterráneo, y así desembocamos en la modernidad, en
donde con las monarquías absolutistas, básicamente España,
Inglaterra y Países Bajos, viene la disputa por el control de las
rutas atlánticas, y que posterior a 1492 llevó a la disputa por las
nuevas tierras de América y la colonización imperial de toda la
tierra.
Esto
nos sitúa en la contemporaneidad del Siglo XX y XXI en curso,
historia mucho más conocida por la mayoría ya que es nuestro propio
tiempo.
Como
es sabido, el Siglo XX en sus comienzos es un siglo absolutamente
eurocéntrico, y la disputa por el control de Europa determinaría el
control del mundo, y más allá de particularidades locales,
regionales o nacionales, era teoría común aceptada que la lucha por
la hegemonía mundial estaba determinada por la supremacía en
Europa, y a ello se empeñaron tanto Inglaterra como Alemania,
Francia, Rusia y otros.
En
términos estratégicos generales, esta es la explicación diríamos
base, no única, de las dos guerras mundiales con los resultados
conocidos.
De
la llamada gran crisis europea de la primera mitad del Siglo XX
emergen dos potencias: Estados Unidos y la Rusia soviética. Y así
fue como en 1945, finalizada la guerra, hay un reparto del mundo en
función de intereses e influencias, lo que habitualmente se fue
conociendo como el “bloque soviético” y el “bloque occidental
o norteamericano”.
La
gran novedad de esta confrontación global eran las armas nucleares
que hacían muy difícil y peligroso dirimir la hegemonía a través
de una guerra total, ya que esa hipotética guerra global no la
ganaría nadie y la perderíamos todos.
Sobre
este principio del terror atómico de un eventual apocalipsis nuclear
se fue creando las bases de una coexistencia pacífica que realmente
era y así se le conoce, como una guerra fría, es decir una
confrontación a nivel global ideológica, económica, política,
etc. y con mucha violencia o guerras locales, pero siempre evitando
la línea roja de la confrontación directa entre Estados Unidos y la
Unión Soviética.
En
1989 con la caída del muro de Berlín y en curso la política de
Gorbachov de la Glasnost y Perestroika, implosiona la Unión
Soviética, se separan varias repúblicas de Rusia y esta queda
redefinida con reducción territorial y pérdida de influencia global
sin dejar de ser una potencia nuclear.
A
partir de estos hechos, es decir en las ultimas tres décadas, es
cuando se puede hablar de un nuevo orden mundial, una
reestructuración total de la geopolítica global y las respectivas
zonas de influencia.
La
emergencia de un nuevo poder en disputa por la hegemonía, China y
diversas subpotencias regionales que también tratan de extender su
influencia e intereses.
El
Siglo XXI nos vuelve a encontrar como humanidad atrapados en la
permanente amenaza nuclear y en un nivel de incertidumbre e
inestabilidad muy acentuado, y la mejor expresión de lo dicho es el
actual conflicto en curso en Ucrania en donde se han puesto en
evidencia todos los intereses y todas las contradicciones del mundo
actual en esta dinámica de poder y dominio que algunos pueblos y
algunas naciones tienen.