sábado, 25 de febrero de 2012

Fascismo tropical

Si nos hemos ocupado de Hugo Chávez en diversas ocasiones es por la obligación que tenemos de reflexionar a fondo sobre el poder y quienes lo encarnan en nuestro medio y es en ese sentido como podemos calificar entre otras caracterizaciones a Chávez como un Zelig, personaje camaleónico de la película de Woody Allen del mismo nombre. Un camaleón en metamorfosis permanente y en donde su identidad es no tener identidad. Se mimetiza a conveniencia y de allí la confusión. En su proceso ha explotado el mito del guerrillero romántico, el ángel rebelde, el robin hood de los pobres. Después se entroncó con el culto a Bolívar y se identificó como bolivariano y zamorano, con su árbol de las tres raíces y el juramento del Samán de Güere. De la derrota del 4 de febrero ha pretendido crear una epopeya. Elegido por una sociedad confundida y atemorizada, se hace revolucionario y socialista del siglo XXI. García Márquez, perspicaz, en una entrevista en un vuelo La Habana-Caracas del candidato presidencial recién electo percibe tempranamente la esquizofrenia del personaje. Progresivamente se convierte en un émulo de Fidel Castro con chequera petrolera y pretende asumirse líder mundial. Su megalomanía y narcisismo no tienen límite. En fin, todo un personaje del teatro político cuyas dotes histriónicas nadie niega. Pero el tiempo es implacable con estas máscaras del poder, sus antifaces han caído uno a uno. Antes y ahora lo que hay es un fascista tropical cuyo mentor ideológico fue el fallecido fascista y antisemita argentino Norberto Ceresole con sus tesis mesiánicas y militaristas de: un líder, un ejército y un pueblo. Chávez, ya sin disimulo ha terminado por identificar a todo el país con su persona, tanto el pasado como el presente y el futuro y de allí que se atreva a decir que las fuerzas armadas son chavistas, que todo el pueblo es chavista y toda la sociedad, y en consecuencia quienes se le oponen que para él son una minoría insignificante y despreciable no merecen seguir viviendo en “su” patria. Bolívar y Chávez, dueños del destino nacional, el primero la liberó una vez y el segundo la está liberando otra vez. Como no hay mesías sin religión ni catecismo, el nuevo libertador está intentando crear su epopeya y su mito a partir de una nueva historiografía y en una manipulación descarada de la historia convierte una derrota, el 4 de febrero de 1992, de una asonada vergonzante en una epopeya.

martes, 21 de febrero de 2012

Unidad y cambio

Esta es una consigna apropiada al momento actual. Tenemos una necesidad apremiante de unidad tanto en la oposición como en toda la sociedad. No podemos permitir seguir siendo un país dividido. Creer y pensar diferente no nos hace enemigos a los venezolanos. Igualmente necesitamos cambiar en lo político y en lo económico. Llevamos 30 largos años de extravíos políticos. Pasamos de la democracia boba y endeble del bipartidismo a este proyecto demencial de poder personal y populismo militarista. La mayoría de los venezolanos no quieren ni lo uno ni lo otro, de allí el reto para la oposición en general y para el candidato unitario electo abanderarse de la unidad en todos los niveles y del cambio en todos los órdenes. El candidato del oficialismo es derrotable, está enfermo y en el fondo resultó ser más de lo mismo, corrupción y politiquería. Ha llegado el momento de la unidad y el cambio nacional, el voto es secreto y hay que participar y votar si miedo. Estos son los tiempos del ciudadano, de la sociedad civil, de las instituciones en general y de los partidos políticos, en ese orden. El candidato oficialista tiende a ser tramposo y ventajista, pero ha perdido credibilidad y debe responder de un mal gobierno de 14 años. Hay que evitar la confrontación estéril. El candidato unitario tiene que ser aglutinador e inclusivo y prepararse para un gobierno de transición y reconstrucción nacional. Hay que construir la gobernabilidad y volver a formular un proyecto de desarrollo nacional progresista, de crecimiento económico y de fuerte acento social. El proyecto democrático que el país conquistó en el siglo XX debe ser continuado en clave del siglo XXI y convencer a la gente que sí tenemos posibilidades de volver a compartir un futuro. La reinstitucionalización de los poderes es prioritario y el acuerdo político entre todos los sectores, incluidos sectores del gobierno actual y es necesario que las Fuerzas Armadas vuelvan al orden Constitucional y particularmente con la plena vigencia del artículo 328. El poder judicial tiene que ser urgentemente despolitizado y tratar de establecer la meritocracia y la carrera judicial. El parlamento tiene que asumir a plenitud su papel de poder contralor del poder ejecutivo así como convertirse en el espacio privilegiado para el debate político y el diálogo democrático.
El próximo gobierno tiene que ser un gobierno de amplitud y participación con un gabinete tecnopolítico que entienda que el arte del gobierno en el siglo XXI es fundamentalmente una buena gerencia y administración sin dejar nunca de escuchar a la gente y su realidad de todos los días.

La (V)ieja República

“El bien que hizo lo hizo mal”
“El mal que hizo lo hizo bien”


Anónimo

Este es un gobierno que en sus comienzos se identificó con la pretensión de estar fundando la V república y para ese momento el partido oficialista se llamaba Movimiento Quinta República (MVR). ¿Quién se acuerda hoy de él?. Igual pasó con su antecedente MBR.200 pretendido y mítico antecedente. Todo ha sido una farsa, al igual que este socialismo del siglo XXI que todavía hoy nadie sabe definir con precisión. Es la novedad de lo viejo, como en las modas, quizás producto de esta cultura “mediática”, banal y superficial. En esta opereta tropical lo único cierto es el entronizamiento de un proyecto personal de poder y su cohorte de adulantes y aprovechadores. La V república nace vieja y llena de anacronismos, de allí que trece años después el reto vuelve a ser el cambio real de una sociedad que no termina de superar su enfermedad rentista, de consumo irresponsable y aprovechamiento inescrupuloso. En la reciente presentación de la última Memoria y Cuenta con su maratónica exposición de más de 10 horas, el personaje no sabía como seguir entreteniendo a un país cada día más escéptico y en donde el futuro se escapaba hacia un culto enfermizo del pasado. Nuestro protagonista practica muy bien aquello de inventarse enemigos para luego poderse inventar triunfos, de allí que otra vez el mal se encarna en el imperio que es real y en una cuarta república que no es tan mala como dicen, aunque evidentemente de lo que se trata es de ponernos de acuerdo en una sexta república, si esta nomenclatura es correcta, pero de una república de todos y que entre todos podamos construir dentro de un clima de unidad nacional y respeto pluralista.

En la escena internacional no se puede seguir tolerando, en nombre de una alianza ideológica fantasiosa, la entrega progresiva del país a intereses internacionales, como es el caso vergonzante de la influencia indebida y desproporcionada de Cuba así como el alineamiento automático con cualquier dictadura existente. En su momento Sadam Husein, después Mugabe y Kadafi y tantos otros que sin lugar a dudas forman parte de la historia de la infamia de la humanidad.

De cara al 2012, año electoralmente importante la Misión Mentira tiende a imponerse y multiplicarse. Ojalá que un despertar colectivo de la conciencia nacional permita de manera democrática retornar el pasado al pasado.

2012: Año electoral y perspectivas políticas

Se trata no tanto de hacer profecías o anticipar situaciones, en lo cual evidentemente no somos competentes y de tener la tentación de hacerlo sería una tontería de acuerdo a la rigurosa racionalidad de Kant. De lo que se trata es intentar analizar algunos hechos y establecer algunas hipótesis, con la evidente convicción que en este laboratorio de lo real, la única comprobación fáctica y científica es la propia realidad.
El hecho electoral tiene fechas precisas, las primarias de oposición el 12 de febrero y las presidenciales del 7 de octubre. En diciembre se elegirían gobernadores y en abril del 2013 a los alcaldes. Una verdad de perogrullo es que lo que pase el 7 de octubre se convierte en determinante en los otros procesos electorales, de allí que para no distraernos vamos a hablar sólo de las presidenciales.
La primera certidumbre es el ventajismo oficial, con unos árbitros parcializados, el Consejo Nacional Electoral, integrado por 4 militantes del oficialismo en un equipo de 5 personas. Un Registro Electoral Permanente que se proyecta adulterado y abultado entre 1 y 2 millones de votantes ya que suena exagerado un padrón electoral de casi 18 millones de votantes sobre una población que no llega a 28 millones de habitantes. En ese contexto es que se cuelan los difuntos que votan, los multicedulados, extranjeros incluidos.
Igualmente es preocupante un sistema automatizado, potencialmente manipulable y las amenazadoras y atemorizantes capta huellas. Si a ellos agregamos el uso y abuso de los recursos oficiales, practica, justo es reconocerlo, bastante habitual en los gobiernos venezolanos cuando se trata de ganar elecciones a como dé lugar.
Frente a este panorama apabullante de ventajismo oficialista, la oposición confía en su unidad y en el desgaste de 13 años de mal gobierno. En lo personal no creo que esto sea suficiente para ganar. La situación es mucho más compleja y el primer reto que va a tener el candidato unitario de la oposición es cómo conectar con el miedo y la esperanza de la gente.
La enfermedad del presidente es el otro elemento objetivo del proceso electoral, al no haber un diagnóstico médico oficial e imparcial, todo son especulaciones, pero como creo que la enfermedad es real, esto va a incidir en el proceso electoral, creando más incertidumbres en el proceso y su desenlace, tanto en los sectores de oposición como en algunos sectores del oficialismo.
En esta coyuntura política del 2012, que a mi juicio va más allá de lo electoral, ya que no sólo está en juego el gobierno sino el poder en su sentido más amplio, ya que no es ningún secreto que el mismo líder del proceso se ha encargado de proclamar que su aspiración es a perpetuarse en el poder más allá del 2021 y en algún momento hasta ha hablado del 2030. En lo personal lo tomo en serio, otra cosa es que pueda lograrlo. En la antigua Grecia se acostumbraba decir que cuando los dioses te querían perder, te cegaban y en términos más cristianos pudiéramos decir que el hombre propone y Dios dispone y normalmente el orgullo humano tiende a ser abatido por la realidad y la historia. Juan Vicente Gómez duró 27 años y murió en el poder y Fidel Castro, mentor e ídolo del líder del proceso, lleva 53 años mortificando a los cubanos, cercenando sus libertades y sacrificando su bienestar.
Igualmente la pretensión de instaurar un régimen revolucionario sin fecha de caducidad es moneda frecuente en la historia humana. Los bolcheviques pensaban que habían asaltado el poder para siempre y los fascistas y nazis hablaban del milenio que duraría tanto el fascismo como el III Reich. Estas locuras, son bastante frecuentes en la historia, aunque tarde o temprano los hechos y la realidad terminan derrotándolo. Dentro de este contexto político-electoral los factores determinantes, más allá de lo electoral van a ser como siempre los acontecimientos e intereses internacionales y en lo interno el factor militar. Digo el factor militar y no las Fuerzas Armadas como tales. Institucionalmente las Fuerzas Armadas eran un factor político determinante como en el caso de Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaía Medina Angarita y Marcos Pérez Jiménez. Éste último llegó a decir que su partido político eran las Fuerzas Armadas, pero en este momento esto no es así, las primeras víctimas de este proyecto político personalista-autoritario-totalitario, calcado en el modelo cubano, son las propias Fuerzas Armadas. Estamos en presencia en el poder de una logia militar conspirativa que fracasó en 1992, pero que asalta el poder electoralmente en 1998 y constituye una camarilla o casta militar que asume el control de todo, tanto del gobierno como de las Fuerzas Armadas y en general de todos los negocios e intereses del país. Para ello ha contado con la complicidad de muchos así como con las muchas carencias y debilidades de la oposición. Una abundante y bien provista chequera petrolera y un aluvional y eficaz militarismo populista así como una ideología comodín como el castro-comunismo. Lo demás lo ha hecho el miedo y la cobardía, clima moral dominante en una sociedad profundamente enferma, extraviada y confundida, con un profundo desorden institucional y social y con unas circunstancias históricas complejas.
La camarilla militar gobernante, sus orígenes y características ha sido estudiado con bastante competencia y solvencia académica entre otros los fallecidos Alberto Garrido y Manuel Caballero y de manera destacada el acucioso investigador universitario José Machillanda. A nivel periodístico se han hecho trabajos de investigación y en los últimos tiempos destaca el excelente reportaje, altamente esclarecedor de Laura Helena Castillo y Fabiola Zerpa publicado en Siete días del Nacional el domingo 29-01-2012. Allí se evidencia como cerca de un millar de personas tienen el poder y el control, es lo que tradicionalmente se llamaba, referido a los regímenes comunistas, la nomenklatura o la nueva clase que tantos estudios produjo y que posibilitó un análisis científico de la estructura del poder en la Unión Soviética y en general en los países comunistas y dictatoriales. En la democracia el poder es difuso, desconcentrado, institucional y sometido a la ley, mientras que en los regímenes dictatoriales-totalitarios el poder es personal, concentrado y definido. Muy bien lo vio Trotsky cuando denunciaba el régimen autocrático soviético. Decía, el pueblo está representado por el partido, éste por el Comité Central que a su vez estaba representado por el Politburó y éste culminaba verticalmente en Stalin, creándose así esa figura perversa de la representación absoluta de todo un pueblo en una persona. El pueblo es el líder y el líder es el pueblo sin otra intermediación. En el ejemplo citado Stalin era el padrecito de la Santa Madre Rusia, reduccionismo sincrético, manipulador y perverso, con un fondo mágico-religioso que reduce a un país y a una sociedad a una sola persona. Luis XIV se quedó corto frente a esto, el Estado era él, el rey, y en su época esto era verdad. El problema es que hoy comenzando el siglo XXI, ningún individuo bajo ninguna circunstancia tiene la representación de nadie, a menos que se asuma dentro de un contexto democrático temporal y regulado por la ley, con las responsabilidades del caso y los controles necesarios. No otra cosa es la democracia en términos políticos, una serie de mandatos legales y temporales, sustentados en el sufragio para ejercer el gobierno institucionalmente, sometido al imperio de la Constitución y las leyes y siempre en función de los intereses generales o bien común y que no están definidos precisamente ni por un individuo, ni por un partido ni por una ideología.
De todo esto se trata en el 2012, democráticamente interrumpir o poner fin a un proyecto autoritario hegemónico y recuperar a plenitud un proyecto democrático, inclusivo y plural, con una sociedad comprometida fuertemente con su propio progreso y el futuro. En función de todo lo anterior la pregunta, o mejor, los interrogantes son: ¿Seremos capaces de construir, en función de nuestra cultura y tradiciones democráticas, una propuesta política eficaz resumida en la frase de unidad y cambio? ¿Los partidos políticos de oposición están dispuestos a cambiar ellos mismos y a deslastrarse de tantos vicios del pasado? ¿Los partidos políticos están dispuestos a asumir y compartir el protagonismo y la responsabilidad con la Sociedad Civil? ¿La Sociedad Civil está preparada y dispuesta a terminar de constituirse y asumir sus responsabilidades públicas y políticas? Si las respuestas a estas interrogantes son positivas, no tengo ninguna duda sobre el éxito electoral y político del 2012, pero no es suficiente, hace falta además un profundo diálogo nacional, incluido sectores del oficialismo y sin lugar a dudas con participación de la Iglesia y las Fuerzas Armadas, y de otros sectores importantes de la sociedad. Se trata de crear las condiciones de un diálogo eficaz para lograr la gobernabilidad, en donde ningún sector del país debe sentirse ni amenazado ni excluido. Es un diálogo para pacificar el país, para desarmar el lenguaje y desarmar a los violentos y establecer un rumbo compartido de progreso nacional, en donde sin lugar a dudas la prioridad tiene que ver con los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad: niños, ancianos, trabajadores, familia, y en general los llamados excluidos, al mismo tiempo que se establecen las condiciones y los estímulos necesarios para que el sector productivo retome su papel como locomotora de la economía e intentar cambiar de manera progresiva, el perverso modelo petrolero rentista-populista que sólo ha servido para alimentar el despilfarro, la corrupción y la degradación moral de nuestra sociedad.
Hay que recuperar el sentido de responsabilidad pública que tenemos todos los ciudadanos y asumir prioritariamente, en términos generales, la reinstitucionalización del país, que garantice la plena vigencia de los derechos humanos y del estado de derecho así como la separación efectiva de los diversos poderes y las garantías correspondientes a su real autonomía. Aunque pudiera parecer ilusorio tenemos que proclamar y asumir el compromiso correspondiente, de cara al siglo XXI, de convertirnos todos en constructores eficaces de unidad y fraternidad. Los tiempos internos y externos nos lo exigen, los desafíos son múltiples y solo los pueblos que sean capaces de construir verdaderos proyectos democráticos en su sentido cultural más amplio así como economías sustentables y con la correspondiente responsabilidad social, tendrán futuro y quiero pensar que los venezolanos seremos capaces de asumir este tipo de compromisos. De allí la importancia del 2012, tiempo de encrucijada en donde está en juego sin lugar a dudas las próximas décadas de nuestro destino.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Sobre líderes y masas

La historia, decía alguien, es una asignatura sin alumnos, nadie aprende de ella, contrariamente a lo que creía Cicerón. La historia es la mitología de la política y gran productora de mitos. Como decía Valery, todo lo manipula y termina justificándolo todo y en función de los intereses de los vencedores, como ya se sabe. De allí la teoría de los “héroes” usualmente seres psicológicamente desequilibrados y con un gran poder de destrucción y daño para sus semejantes. Toda la galería de los héroes perfectamente configurarían una verdadera ciudad de los locos; menos mal que el tiempo siempre los reduce al sarcófago y la estatua, lo primero para conservar la momia y lo segundo para que en un acto desacralizador los pájaros llenen de excremento sus estatuas. La idea es desacralizar este malsano culto a los héroes y desmitologizar las historias oficiales que pretenden mantener a la humanidad en la minoridad tal como lo sostenía Kant.
En el siglo XX se creó el poderoso mito de las masas como hacedora de historia, esto no es verdad. Cuando las masas actúan espontáneamente lo hacen como turba o jauría y son cataclísmicas, poderosamente destructivas e irresponsables y esto lo vio muy bien Elías Canetti, premio Nobel de Literatura de 1981 en pleno auge de las masas fanatizadas del comunismo, fascismo y nazismo. Y así lo expresa en un estremecedor texto: “Como un animal monstruoso, salvaje, ardiente y exuberante, la masa hierve y se agita en lo más hondo de nuestro ser... no obstante, la masa se abate a veces sobre nosotros como una espumante resaca, como un océano furioso en el que cada gota permanece viva y aspira a lo mismo... es la bestia en el hombre que amenazará siempre hasta que nadie ponga en duda su existencia, porque ya no habrá más, Yo, ni Tu ni Él, si no sólo ella: la Masa”.
En el siglo XX un autor hablaba de la rebelión de las masas y comenzando el siglo XXI se habla de los indignados anónimos, marco terrible de una realidad que se exacerba entre la bomba demográfica y la bomba ambiental y de pobreza. Ojalá tengamos la sensatez de volver a recuperar el sentido individual y social de la historia en una dirección personalizada de practicar la libertad con responsabilidad y reasumir la grandeza humana en términos de solidaridad y servicio y en donde lo único que nos debería distinguir sería el talento que tanta belleza y verdad nos ha legado.