jueves, 29 de septiembre de 2011

Venezuela sin gobierno

“Los moderados de todos los colores cedieron ante las fuerzas extremistas durante los próximos 10 años: 1811-1821” esta afirmación del historiador P. M. Mckinley (Caracas antes de la independencia, Monte Ávila 1987) explica sin lugar a dudas nuestros años fundacionales, con sus múltiples violencias raciales, sociales y política; la anarquía desatada y las pavorosas guerras civiles. Los años 1812, 1813, 1814, 1815 marcaron a sangre y fuego nuestro destino nacional. El radicalismo y el extremismo gobernó a Venezuela, fue la versión local de la época del terror en la revolución francesa. De julio de 1811 a julio de 1812, fueron los jacobinos patriotas que dominaron la escena y entre los sacrificados estuvo el propio Miranda. Entre julio de 1812 y agosto de 1813 prevalecieron los realistas, con Monteverde a al cabeza. Entre agosto de 1813 y julio de 1814, regresa Bolívar con su decreto de guerra a muerte, hasta que fue obligado a huir por el implacable y sanguinario J. T. Bóves que prevalece por 9 meses, entre julio de 1814 y abril de 1815. casi un lustro de guerra civil en donde el color de la piel se convirtió en bandera de guerra genocida y etnocida. La violencia fue nuestra partida de nacimiento y acta bautismal. Lamentablemente pareciera habernos quedado la costumbre y durante un largo siglo no supimos sino guerrear entre nosotros mismos en las llamadas guerras federales. Nuestra historia de violencia política y de sectarismo reiterado ha contaminado y perturbado nuestra tradición política hasta nuestros días, en particular en los desquiciados años de 1945-46 y en los últimos 12 años.
De los casi 400 mil habitantes de la provincia de Caracas en 1810, 5 años después se calculó 80 mil muertos producto de la violencia política. El terror era generalizado, dirigido por caudillos bárbaros sin otro límite que su codicia y sed de sangre. La mortandad al final de la guerra se calculó en 10 mil españoles y canarios exterminados y casi 100 mil de muertos se contabilizaron entre los blancos criollos y fundamentalmente los pardos. La horda y el caos gobernaron nuestro país durante esos 5 terribles y trágicos años. Contrariamente a lo que se llegó a pensar en la segunda mitad del siglo XX, una Venezuela sin memoria y adormecida en la prosperidad, Venezuela no solo no ha sido pacífica sino que la violencia prácticamente ha sido un instrumento nefasto utilizado por todos los bandos en nuestros procesos políticos.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Constituciones Calvinistas

El tiempo es un absoluto que la vida de cada quien va relativizando. El pasado es re-creado a conveniencia y el presente siempre es indeterminado mientras que el futuro solo existe como deseo o idea absoluta, indevelable hasta que ocurre. Este divagación sobre el tiempo viene al caso al pensar en nuestros países latinoamericanos, que Hegel colocó en el limbo del futuro. Es nuestro afiebrado e ilusorio constitucionalismo, las Constituciones solo han servido para no cumplirlas. En algún momento alguien las llamó pura ciencia ficción o nuestra mitología particular. El recién electo presidente peruano, Humala simplemente ignoró la constitución vigente y juró sobre la anterior ya derogada, igual que en su momento, el presidente venezolano, Chávez, juró sobre una que calificó de moribunda y de antemano proyectó una nueva sin haberse cumplido ni siquiera el proceso constituyente, puro realismo mágico.
Este endeble constitucionalismo hispanoamericano empezó desde el propio origen de nuestras repúblicas cuando nuestros próceres constituyentistas simplemente adaptaron el constitucionalismo anglosajón y francés y se “copiaron” las constituciones norteamericanas y francesas, respectivamente con algún agregado escolástico de la propia tradición hispana. Ilusoria fue nuestra primera Constitución y todas las demás, llenas de declaraciones retóricas y buenas intenciones y en donde los “derechos” abundan y las obligaciones y responsabilidades escasean. Quizá nuestro pecado original Constitucional es el haber ignorado sistemáticamente nuestras realidades, tradiciones y maneras de ser. Hicimos y seguimos haciendo filosofía y teoría política importada, cultivando una minoridad que solo genera frustraciones y fracasos.
Ilusoria fue la Colombeia de Miranda y la Gran Colombia de Bolívar, como acertadamente lo estableció L. Castro Leiva. Igualmente ha sido una ilusión nuestro federalismo y nuestras muchas “revoluciones” que no pasaron de ser montoneras y conspiraciones para asaltar el poder precedidas por grandes declaraciones abstractas.
El prestigio y la continuidad de la Constitución norteamericana que en su momento fue conocida como la Declaración de Filadelfia, no es otro que el haber abrevado en la realidad y en la tradición norteamericana, profundamente religiosa, con una fuerte impronta Calvinista y que expresaba los valores y expectativas de una época, como lo era la ética del trabajo, la elección popular y la rendición de cuentas de los funcionarios. En estas consideraciones quedan expresadas algunas de las diferencias entre nuestras Constituciones de papel y las Constituciones con vigencia real.

viernes, 16 de septiembre de 2011

La dialéctica del dinero


La frase la tomo prestada del político y expresidente colombiano Alfonso López Michelsen quien se refería a lo que él llamaba la dialéctica de la chequera para referirse al poder corruptor del dinero y en particular en la relación, más allá de toda moral, entre la política y el poder. En todos los tiempos y en todas las sociedades ha existido esta dialéctica y en los tiempos modernos y particularmente en algunas sociedades como la nuestra es más generalizada y más visible.
En cada país adquiere connotaciones locales y caricaturescas como por ejemplo la “mordida mejicana” o el popular venezolanismo de “bajarse de la mula”. En Venezuela, en la Colonia se conoció la corrupción del funcionario y el generalizado contrabando. En las primeras décadas de nuestra República el robo más visible fue la terrofagia de muchos de los próceres que se constituyeron de manera abusiva en grandes terratenientes a través de la figura de los “haberes militares”. Pero donde la escalada de corrupción se hace visible y obscena fue en la época petrolera, es decir en el último siglo, agravándose progresivamente hasta llegar al actual gobierno, en donde parecieran haberse roto todos los diques y todas las proporciones.
La llamada burguesía venezolana en general con las excepciones del caso ha sido la mejor muestra de cómo la relación entre política, poder y patrimonio se hace patentemente visible. Así tenemos los enriquecidos del gobierno de Juan Vicente Gómez y siguientes. Los ricos de la dictadura perezjimenista y los “apóstoles” de los gobiernos de Acción Democrática y COPEI, hasta llegar a la actual “chavezburguesía” cuya voracidad para engullir presupuesto y convertirlo en patrimonio personal es todo un prodigio. Un amigo, hace tiempo, al referirse a esta problemática y tratar de explicarla usaba la expresiva frase de que en la política y los negocios lo que había era “una asociación de socios asociados en sociedad”.
Jorge Eliécer Gaitán, también político colombiano distinguía entre el país nacional y el país político para deslindar un sector altamente corrupto de otro sector no tan contaminado y en la misma dirección Alfonso López Michelsen distinguía entre los políticos de profesión y los políticos de vocación. Es decir, entre quienes asumen la política como vocación de servicio y quienes la asumen y practican como un sistema organizado de ventajas, prebendas y robo.

Magia y poder


Con la pretensión de que la política es racional, tradición iniciada por Platón y Aristóteles, hemos obviado o silenciado lo irracional en ella. La magia, el misterio y la mitología que generan y rodean el ejercicio del poder. Seguramente en esto pensaba Max Weber cuando introduce un concepto religioso, el carisma, para identificar ciertas relaciones extrañas e inexplicables racionalmente entre ciertos individuos y las masas. Ésta, cuando actúa como grupo desidentificado, siempre se le ha relacionado con lo esotérico y patológico. De hecho la antropología y la psicología han identificado lo arcaico o proto-historia como el núcleo identificador en cada sociedad de conductas colectivas irracionales y que la mitología y su estudio han permitido parcialmente entender.
En el caso venezolano, los momentos de locura e irracionalidad en nuestra historia se reiteran cíclicamente. Toda una sociedad se aliena en conductas colectivas en donde la inconsciencia y la irresponsabilidad terminan definiendo esos comportamientos. En estos contextos es que surgen los liderazgos mesiánicos, que no sólo no le ponen fin a las crisis sino que las profundizan. Uno de los grandes éxitos del actual liderazgo mesiánico que gobierna el país es que logró demonizar a la mal llamada IV República y desvían hacia el imperialismo toda la carga de nuestras frustraciones, resentimientos y fracasos colectivos. Así transmutó de manera casi mágica a millones de militantes de Acción Democrática y COPEI en furibundos militantes de su causa como si ellos no hubieran tenido ninguna responsabilidad en lo que ahora denunciaban y execraban.
En las figuras mesiánicas convergen todos los temores y todas las esperanzas, dice René Girard, de sociedades que sometidas a su ciclo mimético cada tanto tiempo viven sus crisis cíclicas y catárticas. Cuando el “escándalo” se hace intolerable e insostenible, es decir cuando la crisis hace su aparición son asumidas por el colectivo de manera mágica e irresponsable. En Venezuela, en su siglo petrolero, el ciclo mimético puede caracterizarse por la periodicidad de las dictaduras y el autocratismo siendo el paréntesis democrático apenas un intento fallido de normalización psicológica que aspiramos como sociedad reasumir en los próximos tiempos.

viernes, 9 de septiembre de 2011

La muerte de los faraones


Una de las noticias más importantes del 2011, es sin lugar a dudas los acontecimientos en curso en el norte de África y en el Medio Oriente conocidos mediáticamente como el tiempo de la ira árabe. Más allá de las circunstancias particulares de cada país, el mar de fondo es la modernización que se dio en las últimas décadas, en cada una de estas sociedades. El surgimiento de unas importantes clases medias y unas vanguardias juveniles y culturales que venían demandando cambios no atendidos y oportunidades insatisfechas. Siempre es así, la economía, la sociedad y la cultura se mueven sin cesar, como decía el poeta W. Withman “la hierba crece y no la vemos crecer”, mientras que las estructuras políticas y los intereses creados permanecen inmóviles y preservan el status quo, en una fosilización progresiva del sistema. El poder siempre tiende a legitimarse en el pasado, mientras que por definición la sociedad en general no puede dejar de mirar hacia delante, en un flujo vital permanente de energía y esperanza que cada ser humano cultiva en sí mismo. Si a ello agregamos el horizonte histórico de nuestra época caracterizado por el cambio acelerado en todos los órdenes y particularmente en lo tecnocientífico y la globalización, además de los múltiples desafíos demográficos, ambientales y de desarrollo nos obligan a constituirnos frente al poder como la “sociedad de los esperanzados” como diría Nietzsche.
Los hombres de poder en su locura se creen eternos, desde los momificados faraones hasta las momias de Lenín y Stalin en la plaza roja de Moscú. Otros se momifican en vida y se creen viviendo anticipadamente sobre un pedestal. De allí la importancia histórica, potenciada por los medios de comunicación de observar al derrocado dictador egipcio Mubarak en su camilla de enfermo, obligado a asistir a su juicio por peculado y corrupción, abuso de poder y crímenes de lesa humanidad. Un hombre que hace apenas un año se creía eterno en su prepotencia y abuso de poder. Igual Gadafi que en los últimos meses, negando la realidad seguía desafiando a sus adversarios y al mundo como si su destino estuviera en sus manos y no en las fuerzas de la historia que cada tanto tiempo encarnan en los diversos pueblos, que más allá de sus propias limitaciones, no pueden renunciar ni a su liberación ni a su futuro.

jueves, 8 de septiembre de 2011

La mala hora de los tiranos


Siempre es buena noticia la caída de un tirano, como es obvio, estamos hablando de Gadafi, con 42 años en el poder. Confiamos que muy pronto seguirá el régimen dinástico sirio con casi medio siglo en el poder. Tenemos confianza que en el Caribe pronto tendremos buenas noticias.
En la prehistoria y minoridad de la humanidad la tiranía es una constante. Los pueblos cada tanto tiempo sucumben, por debilidad institucional y miedos colectivos. Para legitimarse los tiranos de todos los tiempos desarrollan un culto a la personalidad que normalmente recoge la historia oficial con su culto a los héroes y a los llamados hombres representativos. Uno de los más emblemáticos fue el endiosamiento de Julio César, talentoso político romano que en una sociedad tan permisiva como aquella era conocido “como la mujer de todos los hombres y el hombre de todas las mujeres”. No escatimaba ninguna posibilidad para conseguir sus inescrupulosos objetivos de poder.
Los franceses endiosaron a Napoleón, asesino en serie, que se jactaba de que los muertos de sus batallas los repondrían los franceses en una noche de amor.
El tirano normalmente termina despreciando a su pueblo. Especialmente en el momento de la caída, cuando abandonados por todos, llegan a pensar que no los merecían. Así se expresó Hitler despectivamente de los alemanes que no supieron estar a su altura. Stalin, despreciaba a los rusos. El siglo XX fue pródigo en tiranos y tiranías pero afortunadamente en su mayoría terminaron ignominiosamente. Este 2011 ha sido un año abundante en buenas noticias. Han caído en serie el tunecino y el egipcio y esperamos que pronto el libio y el sirio. El problema no es solo salir de ellos, sino evitar que se reproduzcan, de allí la necesidad de una permanente vigilancia y profilaxia política e ideológica, fortaleciendo los sistemas políticos, afincados en la cultura de la ciudadanía y el protagonismo de la sociedad civil, así como un estado de derecho efectivo y una institucionalidad eficaz.
Aquí en América Latina, en los últimos tiempos se ha cultivado una pedagogía política con la prisión de Noriega y Fujimori. Es fundamental la despersonalización y desacralización del poder y para ello es importante operar sobre la conciencia histórica de los pueblos y expulsar de la misma todo vestigio de predestinación y mesianismo en quienes ejercen o pretenden ejercer le poder.

Error tras error


La crónica política de los últimos años puede resumirse en una cadena de errores de la oposición, una verdadera autohipnosis, diría la historiadora norteamericana Bárbara Tuchman (1912-1989). Errores de juicio y apreciación que le facilitaron el camino al éxito a un joven cadete que ya en el lejano agosto de 1974, cuando ingresa a la academia militar y con ocasión de la visita del presidente de la República puede anotar en su diario que le surge la idea de algún día ser presidente y gobernar la patria de Bolívar. Durante casi 20 años no hace más que conspirar y soñar con el poder, fracasando en 1992 en su intento conspirativa y golpista pero exitoso 6 años después cuando es electo presidente por la vía electoral. El gran primer error fue subestimarlo y la lenidad, irresponsabilidad y las complicidades que le permitieron inclusive salir airoso de su fracaso en el curso de estado mayor. El personaje se convirtió en un experto en el engaño, practicando con maestría lo que los colombianos llaman “el ser muy simpático y muy amigo” y lograba disimular muy bien con su histrionismo, el futuro complejo de grandeza y predestinación que le aquejaría posteriormente y tanto ha desconcertado a sus ex-amigos y aliados y que de manera muy sagaz observó Gabriel García Marquez cuando al entrevistarlo recién electo presidente descubrió en él una esquizofrenia evidente que por lo menos cobijaba dos personalidades distintas. El personaje en cuestión resultó ser un exitoso y manipulador actor político, con una gran versatilidad mediática y un poder impresionante de simulación y actuación, cuya maestría se está evidenciando en las últimas semanas a través de su “enfermedad” que a estas alturas nadie sabe a ciencia cierta si es real o simulada.
El segundo gran error de sus oponentes es no haber entendido su naturaleza actoral o camaleónica y su oportunismo habilidoso. Siempre lo han subestimado y siempre se han colocado en una actitud reactiva y de allí el éxito político de uno y el fracaso de los otros. Todo esto, afortunadamente, ha comenzado a cambiar, con la aparición y consolidación de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que al fin ha entendido la importancia de tener su propia estrategia y que no es otra que la de la unidad y el cambio y no caer en provocaciones ni emboscadas. De seguir así y mantener la agenda unitaria, el triunfo electoral en el 2012 es posible, con candidato único y un programa y un gobierno de integración y unidad nacional.

Estado y Sociedad


La metáfora del becerro de oro en la Biblia va mucho más allá de la debilidad humana por el dinero y la riqueza y la sacralización de los mismos. Esta sacralidad incluye el culto al poder. Dios desaparece del horizonte humano o apenas es una referencia externa y ritual.
Los antiguos emperadores, faraones y reyes en todas las sociedades y culturas se pretendían de origen divino y se asumían divinizados. Esta minoridad humana felizmente tiende a desaparecer en la modernidad y el gobernante es reducido a lo que es: un simple humano, con virtudes y defectos, y en algunos casos hasta toleran la estupidez y la locura.
El pretencioso Luis XIV que arruinó y desangró a Francia no solo se creía predestinado sino que se apropió de la representación única y exclusiva del Estado (El Estado soy yo) pretensión que algunos lunáticos posteriores en el poder repitieron, entre otros Hitler y Mussolini; Stalin y Mao; Idi Amin y Mugabe y aquí en el Caribe José Leonidas Trujillo y Fidel Castro Ruz (Al respecto recomiendo dos películas, el Gran dictador de Charles Chaplin 1943 y el Último Rey de Escocia de Kevin Macdonald 2006, así como la novela La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa del año 2000). La Filosofía de estos tiranos es simple “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado” y como el Estado encarna en ellos se convierten en nuevos emperadores y faraones de la modernidad, o el superhombre nietzscheano, malinterpretado por lectores fugaces de mentes afiebradas. El Estado es creación humana y no es eterno, es histórico y contingente, ni sustituye a la Sociedad, ni puede anular la dignidad y la libertad de la persona, de allí que San Agustín (354-430) pudiera afirmar “Si no se respeta la justicia, los Estados no son sino grandes bandas de ladrones” (De Civitate Dei IV, 4).
Los sistemas políticos democráticos del futuro van a potenciar el protagonismo del ciudadano y de la sociedad civil en general y van a reducir el tamaño del Estado y limitar fuertemente al gobierno y al gobernante en un proceso indetenible de personalización responsable de la libertad.

"Sobres héroes y tumbas"


Título que tomo prestado del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011) muy apropiado en estas fechas bicentenarias tan propicias a la necrofilia y la huida hacia el pasado. Manipulado este ideológicamente, como casi siempre ha ocurrido por el poder de turno. Sombras y fantasmas de la historia cuyas tumbas siguen abiertas a conveniencia y disposición del amo del poder. Procesión macabra de estatuas. Panteón y mausoleo de la historia escolar recordada de tanto en tanto en una interpretación de la historia asumida desde la muerte y negadora de la historia-vida que debería convocarnos al futuro más que al pasado, como sabiamente nos lo recuerda el texto bíblico “que los muertos entierren a sus muertos” y la exhortación a la mujer de Lot a no mirar hacia atrás para no convertirse en estatua de sal.
En Venezuela, la muerte violenta es cotidiana, todos vivimos con la angustia, el temor y el miedo a la inseguridad, en una sociedad violenta, armada y mal gobernada, siendo lo peor el mal ejemplo de cierto liderazgo nacional que ha hecho del lenguaje violento y la descalificación del adversario una política de Estado.
Se nos quiso atemorizar con un lema infame, como recordatorio reiterado de que la revolución está armada y quien no asuma su ideología no tendría otro destino que la muerte o el exilio. Hace tiempo en otro artículo hacia referencia a que el lenguaje no es neutral y las palabras terminan devolviéndose y afortunadamente hoy la palabra muerte ya no es popular y es impronunciable, por lo menos a nivel oficial, aunque nuestras calles siguen siendo inseguras y la violencia de todo tipo nos sigue amenazando. Una sociedad no progresa sino como un todo en donde las diferencias se respetan y la convivencia y la paz es el programa educativo y de gobierno más importante. En estos tiempos electorales, ojala que la moderación del lenguaje y la denuncia del sectarismo y el dogmatismo sean producto de una reflexión y una convicción y no acomodo oportunista a las exigencias electorales de captar una votación en las destruidas y desmoralizadas clases medias. El infame general franquista Millán Astray tenía por lema “Viva la muerte, muera la inteligencia”. En Venezuela quisiera creer, aunque sea producto de una enfermedad amenazante, que el nuevo grito sea: Viva la vida de todos los venezolanos.  

La esencia de la política


El decir veraz es según el pensamiento clásico griego el secreto de la política, o por lo menos así lo interpreta y lo entiende y asume el filósofo francés Michel Foucault (1926-1984). “El coraje de la verdad se había determinado entonces como lo que da efectividad y autenticidad al juego democrático”. Es la ética del gobernante lo que hace eficaz a la política y al gobierno y es lo que quiere expresa Platón con su rey-filósofo y Confucio con su idea que quien no puede gobernar su vida no tiene derecho a gobernar la de los demás. El mejor régimen y el mejor gobierno se posibilita sólo desde la ética. Maquiavelo tipifica la política al uso pero no tiene razón al reducirla solo a las pasiones y al interés sin escrúpulos, si esto fuera así nunca habríamos salido de las cavernas. El gobernante mentiroso y manipulador de la verdad puede ser exitoso pero es una rémora y un fracaso para su sociedad. “de hecho, no se trata de determinar una forma ideal o una mecánica óptima de distribución de los poderes, sino de destacar que la excelencia política dependerá de la manera en que los propios actores políticos hayan sabido constituirse como sujetos éticos”. Saber y poder (es lo que significa la palabra Rey en el viejo idioma anglosajón: es el que sabe y el que puede). Este poder legítimo se legitima desde la responsabilidad moral de los individuos. Dicho esto resulta aberrante e inapropiado este insoportable sainete o telenovela cubano-venezolana y burla a partir de la salud presidencial que nos ha negado a los ciudadanos hasta el elemental y neutro informe médico. El paciente impúdicamente miente y manipula su propia enfermedad y más allá de las características de ésta, pretende manipular a todos a partir de un juego mediático macabro y ofende y manipula en particular a sus propios seguidores involucrados emocionalmente con el personaje.
La República deja de ser una responsabilidad, conducida desde la ética y la Constitución y se convierte en una propiedad del amo del poder configurando un peligroso vacío de poder y tratando de crear una confusión política de la cual presuntamente se beneficiaría para seguir en el cargo (ya no hasta el 2021 sino hasta el 2031), para terminar de configurar una situación política desde un país extranjero en provecho del mismo y en desmedro del propio. El llamado primer magistrado definitivamente pareciera estar incapacitado para el decir veraz base y fundamento, como ya llevamos dicho, de todo poder útil y gobierno eficaz.

Entre la ira y la indignación


El año 2011 ha sido pródigo en acontecimientos de consecuencias históricas importantes, en especial los sucesos del Norte de África y el Medio Oriente que han sacudido en profundidad todas las estructuras políticas dominantes. En algunos países europeos y particularmente en España el llamado movimientos de los indignados, cuyo caldo de cultivo es la crisis económica y el desempleo masivo ha planteado una crítica a fondo igualmente de los sistemas políticos dominantes. Hasta en la aparente inmóvil China hay un mar de fondo que se viene manifestando esporádicamente en protestas diversas, silenciadas por el régimen comunista y aquí mismo en el Caribe hay un proceso silente en Cuba que no tenemos la menor duda va a significar cambios importantes en el sistema político de la isla.
La historia siempre se mueve, es como el río de Heráclito, cuyas aguas siempre fluyen. Hay épocas más agitadas y tiempos más tranquilos, pero ninguna generación escapa a las “crisis”, concepto genérico y neutral para significar hechos y acontecimientos difíciles o problemáticos y usualmente con una fuerte carga de violencia. Los seres humanos movidos por el interés o el temor pueden ser avasallados y hasta humillados, pero siempre llega el tiempo de la rebeldía y la revuelta y es que la dignidad y la libertad son intrínsecos y constitutivos de la condición humana. No hay gobierno eterno y el control social y político nunca es absoluto. Es fundamental conocer la naturaleza de la dictadura para oponérsele y vencerla, tanto en el plano político como ideológico y psicológico, descubierta su naturaleza las tiranías caen y la opresión desaparece.
En Venezuela, el proceso de liberación es inevitable, lo único que no sabemos es el cuando y el cómo, pero no tenemos la menor duda sobre la inviabilidad del actual proyecto político y la inevitabilidad de la recuperación democrática del país. “Una clase media atemorizada y una clase pobre sobornada” aunado a un juego de intereses que ha permeado prácticamente todas las estructuras sociales y particularmente a los llamados sectores económicos tanto del gobierno como de la oposición le han permitido al régimen un control social y político suficiente para creerse eternos. Juan Vicente Gómez lo utilizó en abundancia: miedo y corrupción, pero igual su tiranía terminó naufragando en las aguas democráticas de una sociedad que no estaba dispuesta a renunciar ni a la democracia ni al progreso.