No hay idea o proyecto más importante para América Latina, que su integración y unidad en términos modernos, un poco a la manera que ha seguido la Unión Europea en estos últimos 50 años.
Hay que dejar atrás la retórica unitaria del siglo XIX y XX, montada sobre un frenético nacionalismo, que de hecho negaba y sigue negando la unidad del Continente mientras se regodeaba en el discurso del origen común, la herencia y la cultura compartida, incluida lengua y religión. La Unidad real no se logra con discursos ni decretos, sino como una construcción paciente de orden político, jurídico y económico, en donde se disminuyen las diferencias y se maximizan los acuerdos, sobre una base de necesidades y soluciones comunes. Las naciones se unen por necesidad no como producto y reflejo de un discurso y unas buenas intenciones.
Se hace necesario la integración física y tecnológica; no puede ser que para ir a Barranquilla, en nuestro caso desde Maracaibo, en avión a menos de media hora, tengamos que ir primero a Caracas- Bogotá; esto es absurdo, irracional y antieconómico, y este ejemplo se repite en toda América Latina; somos vecinos cercanos que están lejos, ninguna integración es posible con esta realidad. En el plano económico hay que ir, paso a paso, creando economías integradas sobre el principio ganar-ganar, ningún país debe pretender aprovecharse de los otros, nuestras elites económicas deben aprender a mirar hacia afuera, hacia sus vecinos más que hacia los centros metropolitanos tradicionales.
Las tareas son múltiples y los retos incalculables, pero todos manejables y racionalmente solucionables; hay que empezar ya pero a sabiendas que el camino es largo y las tareas, programas y proyectos deben ser medidos y asumidos con la mentalidad del corto plazo y del largo plazo, según su especifidad y magnitud.
Un buen ejercicio político y académico es familiarizarnos con todos los procesos de integración en curso y particularmente el ya aludido de la Unión Europea, por lo cercano en el tiempo y por lo exitoso.
Nuestra propuesta es simple, crear una red latinoamericana de personas, instituciones e iniciativas que marchen en la misma dirección de la Unión Latinoamericana, como el proyecto más importante de nuestro siglo XXI.
Para ello pudiéramos pensar en algunos programas académicos compartidos y de intercambio; alguna Fundación que motorice y coordine inicialmente la iniciativa y eventualmente una Revista órgano difusor de carácter y alcance continental.Combinar teoría y praxis Latinoamericanista en un esfuerzo institucional compartido.
Hay que dejar atrás la retórica unitaria del siglo XIX y XX, montada sobre un frenético nacionalismo, que de hecho negaba y sigue negando la unidad del Continente mientras se regodeaba en el discurso del origen común, la herencia y la cultura compartida, incluida lengua y religión. La Unidad real no se logra con discursos ni decretos, sino como una construcción paciente de orden político, jurídico y económico, en donde se disminuyen las diferencias y se maximizan los acuerdos, sobre una base de necesidades y soluciones comunes. Las naciones se unen por necesidad no como producto y reflejo de un discurso y unas buenas intenciones.
Se hace necesario la integración física y tecnológica; no puede ser que para ir a Barranquilla, en nuestro caso desde Maracaibo, en avión a menos de media hora, tengamos que ir primero a Caracas- Bogotá; esto es absurdo, irracional y antieconómico, y este ejemplo se repite en toda América Latina; somos vecinos cercanos que están lejos, ninguna integración es posible con esta realidad. En el plano económico hay que ir, paso a paso, creando economías integradas sobre el principio ganar-ganar, ningún país debe pretender aprovecharse de los otros, nuestras elites económicas deben aprender a mirar hacia afuera, hacia sus vecinos más que hacia los centros metropolitanos tradicionales.
Las tareas son múltiples y los retos incalculables, pero todos manejables y racionalmente solucionables; hay que empezar ya pero a sabiendas que el camino es largo y las tareas, programas y proyectos deben ser medidos y asumidos con la mentalidad del corto plazo y del largo plazo, según su especifidad y magnitud.
Un buen ejercicio político y académico es familiarizarnos con todos los procesos de integración en curso y particularmente el ya aludido de la Unión Europea, por lo cercano en el tiempo y por lo exitoso.
Nuestra propuesta es simple, crear una red latinoamericana de personas, instituciones e iniciativas que marchen en la misma dirección de la Unión Latinoamericana, como el proyecto más importante de nuestro siglo XXI.
Para ello pudiéramos pensar en algunos programas académicos compartidos y de intercambio; alguna Fundación que motorice y coordine inicialmente la iniciativa y eventualmente una Revista órgano difusor de carácter y alcance continental.Combinar teoría y praxis Latinoamericanista en un esfuerzo institucional compartido.