lunes, 28 de agosto de 2006

El siglo XX entre Lenín y Wilson

El siglo XX es susceptible de muchas interpretaciones y quizás sea ecesario que transcurra más tiempo para afinar nuestra lucidez y comprensión del mismo. Entre los muchos fenómenos de carácter histórico que se hicieron presente en ese siglo, sin lugar a dudas la aparición de las masas como actores políticos fue uno de ellos, así lo vieron muchos autores y en particular Elias Canetti con su fundamental libro “Masa y Poder” y J. Ortega y Gassett con su emblemático libro “La rebelión de las masas”. Con el siglo se llegó a la conclusión que las masas no hacen la historia pero sin ellas no hay historia posible; así lo entendió el presidente Wilson, pero fundamentalmente Lenín y Mao y también Hitler y Mussolini; con las masas, se hacia la patria y se hacia la revolución; dos fuerzas tremendas y terribles que atravesaron el siglo XX como ideología, el nacionalismo y la revolución sembraron de esperanza la historia de los pueblos pero también de violencia, sangre y destrucción.
Hoy por hoy ambas ideologías lucen agotadas, aunque sobrevivan cien años; son estructuras y teorías anacrónicas; el Estado Nacional o se asume en la globalización o no tiene vida; hoy tenemos a la Unión Europea, sin ella, ni Francia, ni Italia, ni España, ni Alemania, ni Inglaterra y mucho menos los demás países tendrían viabilidad, o se unen o perecen. Entramos de lleno en el siglo XXI en los Estados Continentales, tipo Estados Unidos, Rusia, China, India, Brasil; los demás o se integran o se satelizan, como está ocurriendo en América Latina con Uruguay, Bolivia, Suriname con respecto a Brasil; ni hablar de Centroamérica y el Caribe, con respecto a Estados Unidos.
El mundo, la geopolítica y la historia, indetenibles, se deslizan hacia la integración de bloques y superestados, con conflictos crecientes hacia fuera y hacía adentro.

lunes, 21 de agosto de 2006

La sociedad anacrónica


Nuestra tragedia como sociedad es que no hemos tenido una tradición cultural verdaderamente moderna. El “renacimiento”, la “reforma”, el “racionalismo”, y la ´”ilustración” apenas fue un barniz en nuestra formación y evolución como sociedades; seguimos anclados genéticamente y psicológicamente en la Edad Media. En nuestra conducta individual y colectiva sigue prevaleciendo la actitud y la conducta mágico-religiosa; seguimos siendo profundamente nominalista y continuamos ignorando a la economía política como la capacidad de prosperar a partir de la escasez y en política domesticar y limitar el poder personal a través de la democracia. La mayor demostración de lo anterior en el caso venezolano es la actitud de nuestra sociedad, elites e intelectuales frente al petróleo en la historia nacional; el petróleo ha sido demonizado y se le ha hecho cargar con todos nuestros males y responsabilidades; comenzando con la desafortunada frase de “sembrar el petróleo” una ilusión de arcadia rural añorada, absolutamente fuera de la realidad; de allí la paradoja de mientras más ricos somos más pobres y la abundancia fiscal en vez de permitirnos progresar nos hunde más en el atraso.

lunes, 14 de agosto de 2006

La cobardía como género literario

Todos tenemos derecho a escribir y expresarnos; evidentemente el talento es otra cosa, es privilegio de una minoría afortunada. Lo que quiero significar en el gremio de los escritores es que no todos son creadores y que los hay buenos y menos buenos, como en todos los oficios y que no toda la obra de un escritor mantiene el mismo nivel de calidad, pero lo que es obligación para todos es la integridad moral e intelectual. No se puede ni debe escribir para complacer, para ganar dinero, premios y éxito; ni escamotear ni ocultar la verdad. El verdadero escritor grita su agonía y su verdad en cada letra, en cada palabra; escribe con sangre, como lo quería Nietzsche y es que el escritor tiene una responsabilidad social con sus semejantes, no puede ser ajeno a nada que atente contra la dignidad y la libertad de los seres humanos; inclusive el testimonio más personal y subjetivo, como literatura tiene que ver con los “otros”. El escritor que escribe sin otro propósito que expresarse, está en su derecho, al publicar su trabajo y posibilitar el encuentro con un lector asume una gran responsabilidad moral y social ineludible; de allí que el pueblo sabio cuando alguien dice o escribe naderías, dice que está hablando o escribiendo “paja”.

lunes, 7 de agosto de 2006

La Era fascista

La historia es dinámica y cambiante; cuando todo parece dicho sucede algo inesperado y todo cambia. En la historia de los pueblos; hay épocas mejores y peores; tiempos más fáciles o tiempos mas difíciles; pero ninguno, afortunadamente es eterno; hasta los peores tiempos pasan, por aquello de que no hay mal que dure 100 años.
En América Latina, la dialéctica política del siglo XX se movió fundamentalmente entre democracia y dictadura, reforma o revolución. Comenzando el siglo XXI nuestro subcontinente pareciera moverse hacia la izquierda; lo que en sí mismo no es malo; si pensamos en Chile y Uruguay; pero es otra cosa si pensamos en Cuba y Venezuela, en donde un social-fascismo –populista trata de perpetuarse; en Cuba ya son 47 insoportables años, en Venezuela no sabemos.
El problema no es el discurso sino el costo real de un proyecto político y un programa de gobierno.
Cuánta pobreza y cuánta corrupción se genera y asume y cuántas oportunidades perdidas. Sería interesante unas elecciones verdaderamente libres en Cuba; cuando ello suceda veremos al régimen cubano como lo que es, un tigre de papel, como diría Mao Tse Tsung; un régimen a punto de colapso y como le pasó a la extinta Unión Soviética su caída va a ser breve y estrepitosa y es que la ficción en la historia termina por desaparecer frente a la terquedad realista de los hechos.

jueves, 3 de agosto de 2006

La Era fascista


La historia es dinámica y cambiante; cuando todo parece dicho sucede algo inesperado y todo cambia. En la historia de los pueblos; hay épocas mejores y peores; tiempos más fáciles o tiempos mas difíciles; pero ninguno, afortunadamente es eterno; hasta los peores tiempos pasan, por aquello de que no hay mal que dure 100 años.
En América Latina, la dialéctica política del siglo XX se movió fundamentalmente entre democracia y dictadura, reforma o revolución. Comenzando el siglo XXI nuestro subcontinente pareciera moverse hacia la izquierda; lo que en sí mismo no es malo; si pensamos en Chile y Uruguay; pero es otra cosa si pensamos en Cuba y Venezuela, en donde un social-fascismo –populista trata de perpetuarse; en Cuba ya son 47 insoportables años, en Venezuela no sabemos.
El problema no es el discurso sino el costo real de un proyecto político y un programa de gobierno.
Cuánta pobreza y cuánta corrupción se genera y asume y cuántas oportunidades perdidas. Sería interesante unas elecciones verdaderamente libres en Cuba; cuando ello suceda veremos al régimen cubano como lo que es, un tigre de papel, como diría Mao Tse Tsung; un régimen a punto de colapso y como le pasó a la extinta Unión Soviética su caída va a ser breve y estrepitosa y es que la ficción en la historia termina por desaparecer frente a la terquedad realista de los hechos.