Vale la pena ver estos 4 documentales de Carlos Gomez de la
Espriella, llanero de Valle de la Pascua, egresado de la Universidad
de los Andes. Carlos se ubica con talento y profesionalismo en la
gran tradición documentalista del cine, de hecho su marca de
nacimiento con el llamado CINE-OJO como registro visual de la
realidad, en todo sentido.
En este caso, el interés es la
Venezuela Profunda, de la que se habla y no se conoce.
El
paisaje siempre presente, pero el interés se centra en el habitante,
personas de trabajo duro y condiciones adversas casi
siempre.
Trabajos y costumbres ancestrales, en el duro bregar
del día.
El VEGUERO del ORINOCO (para mi una novedad absoluta)
y el llanero y su familia, vestigio de la trashumancia ganadera y
todos sus oficios y tareas, desde el pastoreo y el ordeño al domador
y el gallero. En esas inmensidades, se detuvo el tiempo y la deuda
del Estado Venezolano y en alguna medida de la propia sociedad, es
grande.
Casi la mitad del país, al Sur, después de dos siglos
de creada la República sigue casi incomunicada y en descuido, a
pesar de todas sus potencialidades económicas y de progreso.
Con
estos documentales, Carlos nos ilustra e interpela, sobre unos
venezolanos y sus querencias y carencias, que van más allá del
costumbrismo y el folklore.
El país-vitrina-petrolero y
prospero, resultó un espejismo y una fantasía, una lotería
despilfarrada y robada por unos pocos.
El liquiliqui de
"boutique" y el sombrero pelo e'guama no aparece en ninguna
imagen de los cortometrajes, porque en el llano no viven los pocos
que quizás, "vivan" del trabajo del llanero.
El
llanero y el veguero que nos muestra Carlos, es gente trabajadora,
humilde y sufrida y sus familias, de niños sin escuelas y
oportunidades, cuyo destino, es"repetir" la vida dura de
sus padres o el éxodo obligado para engrosar la pobrecía de
nuestras ciudades.
Gracias a Carlos y sus documentales por
mostrarnos la "Otra-Venezuela" que es real, pero nos
empeñamos en no ver.
Como sociedad, tratamos de evitar "lo-feo"
hasta que "lo malo" nos alcanza, como ha sucedido en estas
últimos años. La empatía del documentalista es evidente, hacia su
gente y su tierra,no esconde penurias y necesidades, pero no los
humilla.