lunes, 19 de marzo de 2012

"Yo soy responsable"

En Venezuela la verdadera transformación en positivo en educación y ciudadanía la podemos lograr el día que asumamos a nivel individual y colectivo el “yo soy responsable” en vez del usual “tu eres el responsable”. Una característica de la conducta infantil es proyectar ilusiones y no asumir responsabilidades. En nuestro mundo adulto de conductas infantiles frecuentes se vive huyendo hacia adelante, huyendo de uno mismo y cerrando los ojos frente a la realidad y su correspondiente cuota de sacrificios y responsabilidades. Es usual entre nosotros el trasladar nuestras responsabilidades a los demás así como nuestros males y desdichas siempre son causados por los demás y cuando no tenemos a nadie para “echarle” la culpa se inventa aquello de que nos volvimos “locos” o fue el diablo y en el caso de los hombres la culpable fue una mujer. Conductas y actitudes propias de individuos con una fuerte carga de orfandad psíquica y afectiva y una cultura machista dominante. El asunto es cómo evadir nuestras responsabilidades, la idea es no exigirnos ni rendir cuentas. Somos excelentes y consecuentes “críticos” pero desconocemos la autocrítica. Entre nosotros se cumple a cabalidad el dicho evangélico de que vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. En nuestra sociedad la libertad es asumida y entendida como el hacer lo que me da la gana y la tendencia al bochinche y la anarquía. Muy lejos estamos de la libertad asumida como autolimitación, respeto a los demás y asunción de responsabilidades. Las consideraciones anteriores no pretenden caracterizar a toda nuestra sociedad, sería injusto con millones de personas adultos que asumen a plenitud sus responsabilidades, pero también es verdad que lo dicho anteriormente identifica muchas conductas cuya presencia y frecuencia en nuestras ciudades propician el caos y el desorden así como la ingobernabilidad que tiende a caracterizar nuestra vida social. En consecuencia es importante propugnar y practicar una educación y una ciudadanía desde la libertad responsable. Aprender a conjugar y armonizar el “yo” con el “nosotros” que es la relación en que se definen la sociabilidad y la cultura, la civilización y el progreso.

El difícil ejercicio de la ciudadanía

La ciudadanía no es otra cosa que el ser humano comunitario. Es el aprendizaje de la convivencia en función del respeto a los demás y a partir de nuestras obligaciones, tanto las de tipo moral como legales. Es el estado de derecho y con plena vigencia de los derechos humanos. Desde un punto de vista estrictamente formal y declarativo la ciudadanía no sería difícil de representar y ejercer. En nuestro país no es el caso, aunque la ciudadanía está en la Constitución y en las leyes, en donde derechos y obligaciones en su mayoría, ni se ejercen ni se cumplen, tanto por parte del Estado como del propio “ciudadano”. En éste, tiende a prevalecer la anticultura del “hacer lo que me da la gana” y en los poderes públicos es frecuente la arbitrariedad y discrecionalidad del funcionario, la microfísica del poder como diría Foucault. Desde el presidente de la república hasta el último funcionario la conducta habitual es la del abuso y el atropello y como reacción, el ciudadano-víctima a su vez se convierte en victimario, con una conducta habitualmente egoísta y anticívica. En el país tenemos democracia pero escasean las conductas democráticas, tanto en el ámbito público como privado. Como diría Simón Rodriguez, tenemos república pero sin repúblicos. En términos educativos no hemos sido muy exitosos en crear ciudadanía, ni desde la familia, ni desde la escuela y la comunidad. En todos estos ambientes tiende a prevalecer el mal ejemplo y la “mala educación” expresada en conductas frecuentes de irresponsabilidad e insolidaridad. A nivel declarativo y en la retórica formal, la Constitución y las leyes proyectan un ideal de sociedad casi perfecto, de muy pocos deberes y muchos derechos y se nos habla abundantemente de una democracia protagónica y participativa, en donde el “pueblo” lo es todo. En la práctica no es así, seguimos siendo una sociedad profundamente desequilibrada y oprimida y con altos niveles de marginalidad social y cultural. Realmente quien predomina es una minoría, mas que una élite meritocrática, son grupos de logreros y oportunistas que usualmente utilizan la vía política para acceder al poder y a la riqueza. Las garantías legales son casi inexistentes y el “fuero privado” se irrespeta todos los días. No hay nada más inerme que nuestra ciudadanía, acosada por la violencia y la inseguridad generalizada, así como por la indefensión legal, a menos que formemos parte de esa minoría privilegiada en donde las “relaciones” y las “posiciones” les permitan usufructuar la seguridad y la impunidad.

Vacío de poder

A pesar de que no hay parte médico, todo indica que es real la enfermedad del presidente. A nivel privado su desenlace sólo le interesa al paciente, familiares y seguidores. A nivel político, es un asunto político de primer orden y tiene que ver con el interés general y el futuro inmediato de todos los venezolanos. Lo que no significa que el destino del país está determinado por el enfermo. Un país y una sociedad no pueden depender de una persona, sería anómalo e inconveniente. Ni siquiera en las monarquías absolutas funcionaba de esa manera; de allí la fórmula ceremonial “ha muerto el Rey, viva el Rey” para referirse al sucesor. Siempre hay un sucesor o un aspirante a serlo. La humanidad ha aprendido que todo pasa y esto también pasará. El problema entonces no es la enfermedad, sino el vacío de poder y de gobierno. Los rumores y la incertidumbre y la amenazante inestabilidad es lo que preocupa y que coloca al país en los próximos meses, en los límites de la anarquía y la anomia.
La sucesión es un problema político en el sector oficial. El ungido va a ser un familiar o un subalterno militar retirado; un militar activo o un civil, nadie lo sabe. En definitiva políticamente el nombre es lo de menos, lo importante es saber a quien representa y qué características tiene.
La oposición y el candidato de la unidad y el cambio no pueden ignorar estas realidades, a pesar de que la campaña continua y la cita es el 7 de octubre, a menos que los hechos digan lo contrario. Igualmente debe atenderse de manera pragmática el desarrollo de la crisis política en curso, con sus complejidades y sorpresas incluidas. Hay que prepararse para todos los escenarios y la experiencia recomienda no descartar los peores, casi siempre son los que ocurren. Si por mi fuera, el mejor escenario es el restablecimiento pleno del enfermo y su habilitación como candidato. Mientras tanto seguimos con este teatro político, casi una telenovela de la enfermedad presidencial, hábilmente explotada con fines electorales y políticos. En el sector oficial se han desatado todos los demonios, entre la sucesión dinástica y los factores de poder y privilegio que el “chavismo” ha engendrado, tanto en el sector militar como civil. La “revolución” naufraga en sus propias limitaciones y contradicciones que no son otras que las ambiciones personales y los intereses creados.

sábado, 3 de marzo de 2012

La memoria útil

“No he juzgado conveniente guardar silencio”
Spinoza

La memoria tiende a ser selectiva y el recuerdo es diferente en cada persona, pero la arbitrariedad en la interpretación de la historia es siempre peligrosa para la conciencia colectiva cuando se falsifican los hechos, la identidad de una colectividad se resiente, y de hecho sobre la conciencia colectiva se termina ejerciendo una gran violencia. Es lo que sucede con las “historias oficiales” que terminan siendo las “mentiras oficiales”, que proyectadas desde el poder terminan siendo legitimadoras de los secuestradores del poder. Esto configura a nivel simbólico el secuestro de la memoria, de la imaginación, del lenguaje y la palabra y es lo que viene sucediendo en Venezuela en una revisión historiográfica desde el poder arbitraria y abusiva, exaltando personajes y hechos y disminuyendo o desapareciendo a otros personajes y a otros hechos que consideran que no forman parte de la genética histórica de los actuales amos del poder. Un buen ejemplo de lo que llevamos dicho es el 4 de febrero de 1992, un incipiente mito a pesar de la cercanía y a pesar de que los hechos y testimonios desestiman o niegan la presunta epopeya y en este sentido son esclarecedores algunos testimonios y documentos. El primero el acta del tribunal con el expediente correspondiente sobre el 4 de febrero. Transcribimos textualmente: “Cnel. Yánes, comuníqueme con el Tcnel. Hugo Chávez. Cnel. Yánes .- Mi General, el Tcnel. Chávez dice que no tiene nada que hablar con Ud.- Cnel. Yánes, dígale al Tcnel. Chávez que tiene 5 minutos para rendirse, si no, los aviones que en este momento están volando sobre Caracas atacarán el Museo. -Mi General, es el Tcnel. Chávez, quiere hablar con Ud. .-Tcnel. Chávez: -Mi General, deseo hablar con Ud. porque eso no fue lo que hablé con mi General Ochoa. -Tcnel. Hugo Chávez, me importa un comino lo que Ud. haya hablado con Ochoa, o Ud. se rinde o el Museo será atacado (pausa de menos de un minuto). Tcnel. Hugo Chávez: -está bien mi general, me entrego.
Otro testimonio sobre nuestro héroe, de su compañero de aventura Jesús Urdaneta Hernández, hoy excompañero, “Nunca supimos que Chávez tuviese inclinaciones comunistas. No hablábamos de Fidel, o de Lennin, o de Marx; nuestras referencias eran Simón Bolívar, Andrés Bello, Simón Rodriguez” ... y agrega en una entrevista de 2008 “Chávez es un tipo mentiroso, embaucador, que siempre cambia las cosas a su favor... es que uno creía que eran mentiras piadosas, sin importancia, pero él siempre fue así.”