martes, 30 de noviembre de 1999

La Constituyente del Miedo



En los últimos días, en la Universidad Católica “Cecilio Acosta” (UNICA), hemos tenido diversos invitados, Camilo Balza Donatti y José Rodríguez Iturbe, entre otros, quienes han hablado de Cecilio Acosta, Fermín Toro y Mario Briceño Iragorry,  y en todos ellos se coincidía en una constante: el desencuentro de nuestros intelectuales con el país; desde el exilio de Andrés Bello y Simón Rodríguez, pasando por Vargas, ese albacea de la angustia que lo llamaría Andrés Eloy Blanco y tantos otros, que naufragaron existencialmente frente a una dura y primitiva realidad nacional, que nos  ha llevado a pensar en Carujo y Urbina, como nuestros verdaderos héroes, o antihéroes de la rapiña y del  poder, cuya filosofía es la violencia y el tan repetido “viva la muerte y muera la inteligencia”. Todo esto viene al caso por lo que está sucediendo, tantas voces sensatas e inteligentes ignoradas  y descalificadas. Primero fue Arturo Uslar Pietri, cuando nos advertía infructuosamente sobre la locura nacional que se ha apoderado de nosotros como una gran borrachera de inconciencia e irresponsabilidad. Después desde afuera, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Tomás Eloy Martínez, proyectan e identifican preocupados, una serie de signos y conductas pre-modernas que se están dando entre nosotros, a todos los niveles, que les permite concluir en el suicidio del país o en un modelo político autoritario  y  anacrónico.



         Manuel Caballero, es otra voz solitaria que trata de recordarnos las muchas lecciones de la historia nacional y que aparentemente no hemos aprendido, condenándonos a repetir nuestros propios errores. Para terminar, en el infeliz proyecto constitucional, fuertemente reglamentarista y excesivo que nos condena, otra vez el pasado, con su vocación suicida y guerrerista, cuando nos  retrotrae al territorio de 1810, sentimentalmente válido, pero políticamente inviable y en términos prácticos, lo que va a lograr es un estado de beligerancia y conflicto con todos nuestros vecinos, incluido el Caribe. Estamos apostando a una geopolítica de guerra y lo vamos a pagar muy caro, como país y como sociedad, al calentar todas nuestras fronteras y aislarnos peligrosamente.



         De la moribunda a la efímera, mi opinión es que la nueva  Constitución, de resultar aprobada no va a durar mucho, porque en ella se han dado cita toda nuestra carga de prejuicios e ignorancia y en contra de la sensatez y civilización del país. Con la intención de corregir los muchos males que nos aquejan no nos autoriza a seguir cometiendo tantos errores juntos y convocar al mismo tiempo todos los fantasmas y demonios de nuestra historia.



         De la moribunda a la efímera es la impresión que tengo sobre el Proyecto Constitucional en discusión; son tantos los errores acumulados y la ignorancia demostrada, que no es una exageración el calificativo de “bodrio constitucional”  que utilizó la Revista Zeta.



         Más de lo mismo es lo más benigno que podemos decir del trabajo de los constituyentistas, han elaborado un proyecto en donde lo menos malo sin las buenas intenciones, que como se sabe, conducen directamente al infierno; el resto es retórica y contradicciones, con un afán reglamentarista. El texto propuesto es largo, fastidioso, inviable y poco práctico y en algunos casos peligrosamente retador, como es el de reivindicar el territorio que teníamos en 1810, en un ejercicio patriotero cargado de amenazas para la patria, ya que concita contra nosotros prácticamente a todos nuestros vecinos territoriales.



         El miedo signa este Proyecto Constitucional en elaboración, miedo de los cambios reales, miedo al futuro, por eso se aferran al pasado; miedo a nuestros vecinos y miedo a los naturalizados, a quienes se les niega la igualdad ante la ley, principio fundamental de la modernidad. Miedo y xenofobia terminan por imponerse en una sociedad desarticulada y enferma que lleva demasiado tiempo en crisis, mientras nuestro Presidente busca para mejorar su imagen en una diplomacia “light” que no terminamos de entender. Desde el lejano año 1990 veníamos planteando que vivíamos tiempo de constituyente, lamentablemente cuando esta llegó se configuró sobre la ignorancia y el miedo y un trasnochado populismo y nacionalismo que tantas dificultades y crisis ha creado en América Latina.  Y para completar, se nos amenaza con el principio de la información veraz, un verdadero atentado a la única libertad real que en Venezuela ha funcionado. Contrariamente a lo que se proclama cada día nos alejamos más del Siglo XXI y seguimos empeñados en formar parte del furgón de cola de la historia.