lunes, 22 de mayo de 2023

DES-GLOBALIZACIÓN

 

La palabra globalización, en las últimas décadas se impuso comunicacionalmente y hasta suscitó fuertes polémicas a favor o en contra. Existe, sin duda, una globalización financiera y de negocios a nivel mundial e internet que ha permitido acelerar todos los procesos de conexión, comunicación e integración. La globalización va rápido pero no es tan novedad como se piensa. El comercio existe desde hace milenios y los caminos del comercio han sido y son los caminos de la civilización pero también de los conflictos entre pueblos, naciones, estados.


En el mundo griego se hablaba de la "ecumene" como el mundo conocido, que en aquellos tiempos dejaba por fuera tierras, mares y océanos todavía ignorados o no- conocidos. Hay que esperar a 1492 con el "descubrimiento" del "orbe novo" poco después llamado América (1508) y a 1528, con la circunnavegación de la Tierra y en años sucesivos (siglos 16 y 17) para poder hablar en propiedad de un espacio económico realmente global o economía-mundo. Esta mundialización de la economía no ocurre en un espacio vacío ni ajeno a intereses de dominio y control, de allí la caracterización geo-política e historiográfica de los siglos 16/17/18/19/20 como los siglos del colonialismo y del imperialismo, portugués, español, francés, holandés, inglés, ruso,norteamericano, etc. Lo que nos permite decir que cuando se habla de globalización se habla de un poder dominante, básicamente europeo sobre el resto del mundo. En el siglo 20 la globalización terminó siendo un conflicto entre Estados Unidos y la URSS por el predominio y a partir de la implosión de la Unión Soviética (1989/1990) se asumió que Estados Unidos "gana" y la globalización se hace plenamente norteamericana o como la asume Fukuyama en su libro "El fin de la historia”. Esta ilusión duró poco, en menos de 20 años el mundo comienza e reconfigurarse con la emergencia de China como potencia económica y competidor principal y la redefinición de los nuevos espacios geo-políticos con viejos y nuevos actores. Están las potencias económicas globales y regionales y están los poseedores de armas nucleares y están las diversas y cambiantes alianzas. Se está cancelando el viejo orden euro-céntrico

por un Nuevo Orden Mundial que es un proceso de larga duración y casi seguro va a definir los principales conflictos en el siglo 21; de allí la importancia de la claridad conceptual para entender lo que viene y va a seguir sucediendo en nuestro tiempo en curso.


Muchos no logran entenderlo, aferrados a los esquemas, teorías y paradigmas del pasado, en particular los que siguen dividiendo el mundo entre marxistas y anti-marxistas y en el plano político-ideológico todo lo reducen a la dialéctica agotada de izquierda y derecha. La realidad es mucho más compleja y dinámica que lo que se piensa, mientras la historia avanza la cultura y teorías y cada uno de nosotros se va quedando atrás. Además la tecno-ciencia no nos da respiro, ni hablar de la sobre abundancia comunicacional, de allí la confusión y el desconcierto general. Pero al mismo tiempo y de manera paradójica las cosas no cambian tanto como a veces llegamos a creer. Por ejemplo, las grandes religiones siguen allí, a pesar que cierto ateismo científico y filosófico hablaba en siglos pasados que terminarían por desaparecer. Igual con las naciones y el nacionalismo, vuelve a plantearse la necesidad que muchos problemas se intenten resolver a nivel local y nacional a pesar que se visualicen y planteen como problemas globales. Por ejemplo la pobreza en general y el hambre; su ámbito primario de solución sigue estando en cada nación y así otros muchos problemas y problemáticas. En este sentido es que hablo de des-globalización pero igualmente las dificultades crecientes de los Estados Unidos en preservar su primacia, tanto por los desafíos externos como internos, quizás estos últimos más difíciles de manejar por el hecho que estamos frente a una sociedad fragmentada etno-culturalmente y fuertemente dividida políticamente y sometida a la fuerte tentación de aislarse y amurallarse, teniendo como tiene grandes compromisos, responsabilidades e intereses. La globalización financiera y tecnológica continuará y las vías de comercio e intercambio igual; de la misma manera la cultura consumista y cosmopolita de las grandes urbes, pero en términos históricos el progreso hay que entenderlo como un flujo y reflujo, como la marea, como las olas. Igualmente no todos los pueblos, sociedades y culturas van al mismo ritmo del cambio y en cada sociedad no todos los sectores y estratos participan de la misma mentalidad. No somos tan unidimensionales como nos pensó cierta teoría sociológica del siglo 20.


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