jueves, 27 de mayo de 2004

Buenas y Malas Noticias de Colombia (La guerra larga).



Colombia es un país que desafía la imaginación.  Es una sociedad altamente compleja y difícil.  En ella se vive y se respira una violencia cotidiana que lleva más de 50 años y va en aumento. 
Es una guerra larga y que no acabará hasta que la guerrilla triunfe y todo indica que va a ser así.  El Estado está colapsado, aunque puede resistir y sobrevivir muchos años más, como soporte de una oligarquía, mineralizada en sus intereses, pero altamente hábil para permanecer en el poder, aunque cada día más acosado.
El gobierno colombiano ya no tiene el control del país; hay una ecología de la violencia que ha permitido que ésta se aposente institucionalizada en casi todo el país.  Colombia es  intransitable  por carretera; el  Estado no garantiza seguridad en  ninguna de ellas.  El río Magdalena, corazón de Colombia, es área de combate, igual que las fronteras y el sur selvático, hoy mayormente “ despejado“ y bajo control de la guerrilla.  Muchas zonas montañosas y casi todas las grandes ciudades están segmentadas y fracturadas entre las zonas urbanas prósperas y el resto ocupado por una marginalidad creciente y agresiva.
Frente a esta realidad, está el otro país que ha asumido lo excepcional como ordinario y convive con la violencia y la guerra.  Es un país que sigue empeñado en seguir  adelante, en crecer y apuntalar una economía que no está tan mal en términos macroeconómicos,  aunque la miseria general y el empobrecimiento colectivo es evidente.  El Colombiano es un pueblo educado, disciplinado y laborioso, pero muy maltratado en su esperanza.  Lo más enaltecedor de Colombia es el esfuerzo educativo y cultural en que viven empeñados, en donde el sector privado ha jugado un papel mucho más importante que en Venezuela.  Poseen excelentes Universidades, en donde sin lugar a dudas sobresale la Javeriana de los Jesuítas; buenos Periódicos, excelentes Museos, en donde el  del Oro, es parangonable a los mejores del mundo.
Igualmente, el Colombiano es un pueblo con un alto sentido de su propia identidad, tradición e historia; de una gran riqueza antropológica, se enfrenta al futuro, asustado y esperanzado al mismo tiempo, y de sus muchos símbolos, nadie mejor que el Cristo agonizante de Montserrate, caído pero no vencido.

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