Para comenzar, hay que mirar con atención el "NUEVO" MAPAMUNDI. Europa ya no es el CENTRO de la Historia. El "eurocentrismo" queda como historia del pasado; la llamada historia universal se ha desplazado ya a Asia, concretamente al todavía llamado "lejano oriente".
En Asia se concentra la mayor parte de la población mundial,
las manufacturas del mundo, recursos naturales importantes y el mayor dinamismo
tecnológico. Cuando digo Asia, no piensen solo en China; allí están Rusia,
India, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Singapur, Australia, Indonesia, toda Asia,
incluida la que seguimos llamando Asia Central y Medio Oriente o Cercano
Oriente, es decir, Pakistán, Irán, Turquía, Israel y los llamados países del
Golfo petrolero.
En la misma perspectiva de "novedad" está el
Continente Americano en su totalidad: la primera potencia mundial todavía, y
por ahora, los Estados Unidos y NOSOTROS, este multiforme subcontinente que
simplificamos al llamarlo indebidamente AMÉRICA LATINA o LATINOAMÉRICA, invento
francés del siglo XIX y que han popularizado los medios de comunicación y el
uso.
La AMÉRICA NO ESTADOUNIDENSE es heterogénea y multiforme,
que el pensamiento infantil de la ignorancia se empeña en seguir generalizando
y no identificar en sus particularidades.
El futuro ya llegó y está en acelerado desarrollo, y como
siempre ha sucedido en la historia, unos países lideran desde la locomotora
educativa, tecno-científica, económica, social, política y geopolítica. Otros
países van en la primera, segunda, tercera locomotora y otros muchos en los
vagones y furgones de cola. Cada lector puede hacer su lista y ubicación, de
acuerdo a su gusto.
La historia es CAMBIO por definición; lo que sucede es que
hay tiempos "rápidos" y tiempos "lentos". La historia es
continuidad y, cada tanto tiempo, ocurren "discontinuidades". La
historia es caos y orden, orden y caos, estabilidad y crisis, y viceversa. Esto
no funciona sincrónicamente, sino de manera asincrónica, y así, cada país tiene
sus "tiempos", y el orden geopolítico global, igual.
Hoy estamos en esas dinámicas o procesos, de duración
indefinida, de crisis y cambio, en el caso nuestro a nivel interno y de crisis
global, cuyo año marcante político fue 1991, con el colapso o
"suicidio" de la Unión Soviética (URSS) o Rusia Comunista.
A ello agréguese, en los últimos 50 años, la China actual
como potencia desafiante a la primacía de Estados Unidos, y lo que podríamos
llamar la profunda crisis de identidad que viene dándose en la sociedad
norteamericana desde hace, por lo menos, 30 años.
Estamos en pleno reacomodo global geoeconómico y
geopolítico; su duración y características no son previsibles. Profetizar es de
necios, decía Kant.
El riesgo de conflictos es alto; ya los estamos viviendo:
unos ciento ochenta en curso en los últimos treinta años, con diez millones de
víctimas en su conjunto, sin tomar en cuenta la invasión de Rusia a Ucrania, el
conflicto palestino-israelí, el genocidio en Gaza y los martirizados cristianos
en algunos países de África.
Para entender este complejo proceso de DES(ORDEN) mundial,
que va a cubrir buena parte del siglo XXI, hay que abandonar buena parte de
nuestras teorías, ideologías, ideas y perspectivas al uso, nuestras
"trampas o jaulas mentales", incluidos nuestros prejuicios y
preconceptos, alimentados por la costumbre y la pereza o incapacidad de ver y
pensar las novedades sociales, económicas, políticas, culturales. Y que novedad
no significa ni moda ni la noticia-escándalo del día.
Desaprender para aprender: ese es nuestro desafío educativo,
a nivel personal y colectivo. El mundo está cambiando, lo que nos obliga al
cambio de perspectiva y mente abierta. Hay que "agiornarse", porque
somos historia y estamos en la historia, hasta el último aliento o, cuando
menos, mientras nuestra salud mental lo permita.
Ángel Lombardi Lombardi