Estados Unidos acaba de publicar su nueva Estrategia de Seguridad Nacional. En este documento se expresa una visión geopolítica del nuevo imperialismo y colonialismo en curso, versión siglo XXI: el Nuevo Orden Global en proceso. Estados Unidos se reserva el hemisferio occidental, léase el continente americano y Groenlandia; China se reserva Taiwán y el mar de China; Rusia consolida su frontera europea, su alianza estratégica con China y su acercamiento a la India; mientras Europa se rearma en un clima de crisis de unidad y creciente nacionalismo xenófobo. La Unión Europea sigue funcionando económicamente, pero continúa siendo un continente dividido en 27 Estados nacionales y con una OTAN controlada por Estados Unidos.
En el Medio Oriente se busca un equilibrio entre Israel,
Turquía y Arabia Saudita, mientras que Asia Central, el Sudeste Asiático,
África y América Latina permanecen atrapados en estas tensiones entre los
“grandes”, además de enfrentar sus propias problemáticas nacionales y
regionales. Los BRICS representan una incógnita, pues existen demasiadas
contradicciones internas para funcionar de manera unitaria en el plano
geopolítico, aunque económicamente podrían operar hasta cierto punto.
Ante este panorama, surge la pregunta sobre qué pueden hacer
los países pequeños. La primera recomendación es no confrontar directamente a
ninguna potencia, y menos a la potencia hegemónica en su espacio geopolítico,
como es el caso de Venezuela. La estrategia debe ser propiciar relaciones
comerciales diversas y consolidar espacios económicos regionales más
integrados, en nuestro caso el Caribe y Sudamérica. La recomendación
geopolítica, pensando en nuestro interés nacional como país modesto, aun con recursos
petroleros y naturales en general, sería buscar aliados y socios comerciales
bajo esquemas de ganar-ganar, mantener buenas relaciones con todos los países y
practicar una neutralidad inteligente en las rivalidades entre potencias.
Una poderosa democracia, una economía dinámica y una
sociedad próspera con oportunidades serían nuestra mejor defensa para evitar la
dependencia y la subordinación a cualquier centro de poder hegemónico. Sin
dejar de aceptar la realidad, no podemos hostilizar al imperio cercano; al
contrario, debemos desarrollar buenas relaciones en todos los aspectos
diplomáticos necesarios. De no ser así, nuestro espejo es Cuba, destruida y sin
futuro, por haber permitido el desarrollo de una tiranía y por la irresponsabilidad
de Fidel Castro al alinearse con la Unión Soviética, estando Cuba apenas a 90
millas del imperio norteamericano. Eso se llama estupidez geopolítica, y han
pagado las consecuencias correspondientes.
En América Latina y el Caribe está nuestra mejor
oportunidad, por la cercanía geográfica, las similitudes lingüísticas y
culturales, y por una tradición colonial y republicana muy parecida. El camino
comienza en nuestros espacios inmediatos: el Caribe y Centroamérica, y
obviamente, Colombia y Brasil.