martes, 28 de septiembre de 1999

CONCERTAR EL PROCESO DE REFORMAS



 El país vive una crisis de 20 años largos; que se inician con la Venezuela  saudita de Carlos Andrés Pérez, la fuga de divisas a partir de 1977 y la devaluación del viernes negro de 1983; a todos nos tocó y de alguna manera todos fuimos responsables: el sector oficial por inepto y corrupto y la sociedad, por complicidad o silencio. Después vino la larga agonía de inflación, desempleo y empobrecimiento que no ha terminado y la reacción política frente al proceso de deterioro con los intentos de golpe de estado (1992) y el triunfo Chavista del 98 y 99, que permite acceder al poder a otros protagonistas y otra hegemonía. Sin lugar a dudas en Venezuela se ha dado un golpe de Estado, o mejor se ha venido dando frente a instituciones despretigiadas  y desmoralizadas; pero como todo proceso de este tipo; a pesar del radicalismo verbal de Chávez; al final se impone la negociación y el reacomodo y es lo que está sucediendo en estos días. Se negocia con los poderes constituidos sin perder la pretensión de hegemonía. Chávez es un pragmático, dispuesto a sacrificar posturas e ideas cada vez que sea necesario. Su verdadero poder son las Fuerzas Armadas y su popularidad, pero ello lo obliga a alianzas y concesiones que a la larga pueden ser altamente desestabilizadoras. Por otro lado, está el país no chavista, más de la mitad de la población, momentáneamente silenciado, pero que en cualquier circunstancia volverá a movilizarse y exigir.

No hay otra alternativa democrática y civilizada con que concertar el proceso de reformas y entender la verdadera situación del mundo y del país. Estados Unidos no va a permitir en Venezuela una nueva Cuba y los viejos sectores dominantes tampoco; al contrario, en su momento tratarán de recuperar el terreno perdido o  negociar sus parcelas de poder.

No hay duda que se cerró el ciclo iniciado en  1945 y 1958 que murió de muerte natural hace 20 años, pero que no habíamos sabido  o podido enterrar. Chávez esto lo entendió muy bien y eso le ha dado el poder y legitimidad pero igualmente cierto es que si el futuro se nos sigue escapando y el gobierno no nos propone metas y objetivos concretos, Chávez puede convertirse en un episodio apenas de la vida nacional, y nuevos nombres y nuevas propuestas pueden surgir, casi seguro de tipo conservador. Lo que si es cierto es que el nuevo árbitro de la política nacional son los hombres de uniforme, una cúpula militar,  y ello por experiencia histórica no es bueno ni es conveniente, ojalá tengamos la sabiduría de renovar nuestra democracia sin sacrificarla. El camino de la cultura y la civilización solo es  posible en democracia y en donde la convivencia, las reformas y la solidaridad son el verdadero programa político de una sociedad que se quiere moderna y pacífica.

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