jueves, 14 de enero de 2010

23 de Enero de 1958

La dictadura militar de Marcos Pérez Jiménez, fue resistida desde el comienzo por los partidos políticos existentes a pesar de la fuerte represión incluido el exilio y la prisión de la mayoría de sus líderes.
En el frente interno Acción Democrática, Unión Republicana Democrática, el Partido Comunista de Venezuela y el Social Cristiano COPEI fueron estructurando progresivamente mecanismos de denuncia y resistencia, al principio tímidos y sin aparente éxito, frente a una dictadura que aparentemente tenía el respaldo mayoritario y el control total. Las instituciones estaban secuestradas, había muchas complicidades y negocios alentados desde el poder, acaparador de una generosa renta petrolera.
La nuestra, es como una historia recurrente y repetitiva. La dictadura perezjimenista, aparentemente exitosa y eterna, empieza a hacer crisis en el frente electoral, cuando todo el mundo sabía, inclusive los participantes y partidarios del gobierno, que todos los procesos electorales eran una farsa y en particular el plebiscito de 1957.
Otro rasgo de la crisis de la dictadura es que llegó un momento en que la mayoría empezó a sentir el cansancio y el agotamiento frente a un gobierno despótico y prepotente. Todos los sectores, en particular los universitarios, los trabajadores y la propia iglesia, fueron desarrollando una postura cada vez más crítica y frontal al régimen. En este sentido fue importante la carta pastoral del arzobispo de Caracas monseñor Arias Blanco que terminó de poner en evidencia a un gobierno con conductas antinacionales y depredatorias del erario nacional. De manera inexorable se fue estructurando un frente civil, incluidos sectores militares que culminó en la constitución de la llamada Junta Patriótica y el Pacto de Punto Fijo que no fue otra cosa que un acuerdo político de gobernabilidad entre los diversos actores políticos y que en términos prácticos puso fin a una tradición de canibalismo político que confundía a adversarios con enemigos. En ese sentido el 23 de Enero de 1958 puede ser considerado un hito civilizatorio en el desarrollo político de la sociedad venezolana que permitió civilizar a la política, consolidar el pluralismo democrático y permitió canalizar de manera moderna y eficiente la conflictividad y el inevitable choque de intereses. De no haberse logrado este acuerdo, ni se hubiera sido exitoso en la oposición a la dictadura y mucho menos gobernar el país en los difíciles años de la década de los 60.

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