Se ha publicitado en
la prensa local que el Paseo Ciencias se llamará Paseo Los
Libertadores. No entendemos el cambio de denominación ni su
necesidad. En la memoria urbana el Paseo Ciencias después de la
destrucción del Saladillo quedaba como un referente importante de la
memoria colectiva como un homenaje de la ciudad a sus instituciones
educativas emblemáticas como es el caso del Colegio Federal de
Varones y la Universidad del Zulia, que en 1891 abre sus puertas
precisamente en esa calle. Recuperar el Paseo Ciencias y otros
espacios de valor histórico y cultural es encomiable y necesario y
allí nuestro apoyo a la gestión pública que lo hace posible.
Recuperar el casco central integralmente es una deuda que arrastramos
los ciudadanos y los gobernantes de esta ciudad. Tampoco
cuestionamos la multiplicación de símbolos que se han ido
acumulando en estos espacios como por ejemplo la incorporación del
Monumento a La Chinita, símbolo por excelencia de la herencia
católica y mariana de la ciudad. En el proyecto publicitado de
remodelación del Paseo Ciencias se habla de incorporar al maestro
Simón Rodríguez, a Ana María Campos, Guaicaipuro, José Leonardo
Chirino y Ezequiel Zamora, como toda decisión es polémica y en mi
caso no entiendo el intercalar figuras de nuestra épica civil con
figuras de nuestra épica militar, pero quizás es el “mezclaje”
y sincretismo típico de nuestra cultura y ciudad. El cambio de
nombre no lo veo necesario a menos que se piense que 500 años de
historia y 200 años de vida republicana se agoten esencialmente en
la épica emancipadora y que en nuestra memoria y conciencia
colectiva se siga privilegiando el elemento militar como el núcleo
fundamental de identificación de nuestra nacionalidad, criterio que
evidentemente no compartimos ya que una nación es fundamentalmente
una cultura, es decir, una lengua, una conciencia y unas tradiciones
en donde el protagonista siempre es la comunidad y cuando ésta se
individualiza es mucho más importante darle valor a los aspectos
morales, educativos, científicos y culturales. Entendemos y
respetamos la profesión militar así como la importancia de la
institución armada, pero no es conveniente para la conciencia
nacional que se le privilegie de manera excesiva y que el resto del
ser social aparezca como secundario y subordinado. El propio Bolívar
tenía plena conciencia de ello, de allí su famosa y repetida frase
de Moral y luces.
Con la destrucción
innecesaria del Saladillo, la ciudad fue sacudida en su alma, creo
que no debemos repetir el error de seguir maltratando nuestra memoria
y conciencia colectiva.
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