A las primarias opositoras, es de sentido común desearles éxito,
por lo menos para quienes creemos que la única solución a nuestra
larga y profunda crisis nacional es la derrota del régimen y un
cambio radical de las políticas y prácticas políticas que vienen
utilizando desde sus propios orígenes golpistas y autoritarios.
Ahora bien, ello no implica ignorar las grandes dificultades a vencer
hasta el 22 de Octubre de este año 2023, fecha prevista para la
elección de la candidata o candidato unitario.
Los candidatos a
la vista confrontan no pocas dificultades, unos están inhabilitados,
otros tienen prohibición de salida del país y todos están en
permanente amenaza dada la arbitrariedad del régimen y el control
que tienen de todos los poderes. El G4 muy maltratado después del
desfenestramiento de Guaidó y la polémica pública, con
descalificaciones mutuas, que acostumbran.
Sigue sin aclararse
quienes van a votar en las primarias y si van o no a involucrar al
CNE, igualmente existe el riesgo que algunos pre-candidatos al no ver
atendidos sus planteamientos, se retiren y no participen.
Igual
la preocupación que en el calor de la campaña algunos factores se
alejen y que el nivel de pugnacidad se enerve y cree dudas con
respecto a si los que pierdan las primarias acepten los resultados.
Desde el punto de vista externo, el régimen va a tratar de infiltrar
y manipular el proceso y contaminarlo, ayudando a crear más
confusión y dispersión, como lo ha venido haciendo con la oposición
en general, fragmentándola aún más.
Otro aspecto
no menos relevante es la relación con el resto del espectro
opositor, que al no verse representado y al no participar en las
primarias, buscará sus propios mecanismos de participación para
tener candidato o candidatos propios. Visto así, no es difícil
vaticinar, por lo menos dos candidatos opositores adicionales. Con
dos candidatos de oposición o más el régimen tendría muchas
posibilidades de ganar, con la enorme ventaja adicional que da ser
gobierno y controlar todos los poderes y al propio CNE. El desafío
es grande, pero toca asumirlo. Candidata(o) con credibilidad es
importante y un planteamiento al país creíble. El 2024 es una cita
histórica que nos obliga a todos.
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