El conflicto en el Medio Oriente es una tragedia de larga data y va a continuar por muchos años, entre guerras declaradas y no declaradas, treguas y altos al fuego. Todo ello es real, pero en un plazo no previsible, no permite crear una verdadera paz duradera que posibilite una convivencia civilizada entre naciones.
Esta problemática
histórica y geopolítica comenzó en 1948 con la creación del Estado de Israel
por la ONU y la promesa de la creación de un Estado Palestino, que nunca se ha
cumplido. Hoy por hoy, tengo mis dudas de que se pueda cumplir, porque los
palestinos están reducidos a dos mínimos territorios: Gaza y Cisjordania, bajo
control de Israel.
La oportunidad
política racional parece perdida: dos Estados con reconocimiento mutuo y un
mundo árabe y persa que también se reconozcan entre sí y con Israel.
Una vez más, la
historia crea su propia lógica no racional, sino una lógica de los intereses de
cada uno y de las ideologías políticas y religiosas fanáticas de cada bando.
El actual conflicto
bélico empezó con el acto terrorista de Hamas en octubre pasado y la feroz
reacción israelí, con un gobierno integrado por la llamada derecha y extrema
derecha religiosa.
En este contexto se
precipitan los acontecimientos: guerra al terrorismo de Hamas y Hezbollah,
apertura del frente sirio-libanés, caída del régimen dictatorial de Assad,
elección de Trump, involucramiento de Yemen e Irán y, por último, el show de
Trump al bombardear instalaciones nucleares de Irán.
Digo "show"
porque, debido a la férrea censura militar en los dos bandos, nadie sabe con
certeza la eficacia del bombardeo. Trump dice, mentiroso compulsivo, que
destruyeron todo. Sus funcionarios militares hablan de serios daños. Por el
lado iraní, niegan la destrucción del programa nuclear.
Por otro lado, después
de 12 días de intercambio de misiles y la tregua impuesta por Trump, ambas
partes se atribuyen la victoria. Cosa absurda y contradictoria, mientras nadie
sabe con certeza el daño sufrido respectivamente.
La opinión pública,
como siempre, toma partido por uno u otro lado, igual que ciertos gobiernos
irresponsables. Pero está claro que, estratégicamente, las grandes potencias no
quieren una escalada en la región. Al contrario, están buscando la vía diplomática
para que el alto al fuego y la tregua permitan un tiempo de negociaciones para
"tranquilizar" la región.
Sigue activo el frente
de Gaza, el más trágico y dramático, convertido ya en un problema humanitario.
Se calculan 40 mil fallecidos en el lado palestino, la mayoría civiles, de
ellos 15 mil niños y 6 mil niños desaparecidos.
Es demasiado, y esto
debe parar ya.
Ángel Lombardi
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