La paz es un bien inestimable y siempre apostaré a ella. Pero, lamentablemente, la historia enseña que la paz es un bien escaso en la historia de la humanidad, que el conflicto y la guerra siempre están allí, a la vuelta de la esquina.
Me alegra el alto al fuego en Gaza, pero la paz en la región
está muy lejos todavía de lograrse.
En Israel sigue en el poder un gobierno belicoso y de raíces
fundamentalistas, que quiere una victoria total. Y eso incluye como objetivo
principal cambiar de régimen en Irán, según estos radicales, "la cabeza de
la serpiente".
La impresión de expertos es que esta tesis es compartida por
el gobierno de Trump y coincide con la estrategia de este de "la paz por
la guerra o la paz por la fuerza", que de hecho Trump y su gobierno vienen
implementando.
Primero, la presión o chantaje de la política de aranceles.
Segundo, la amenaza directa militar creíble. Y en tercer lugar, la acción
militar directa, puntual o masiva, según sea el caso. Tan brutal y maciza que
evite un conflicto de larga duración.
En este escenario se ubica la región del Medio Oriente,
región clave en términos geopolíticos, porque es el nudo o conexión neurálgica
entre Asia, África, Europa y el punto de contacto del mayor volumen del
comercio mundial marítimo Indo-Pacífico.
Mediterráneo-Atlántico, Mar Rojo-Golfo Pérsico, Canal de
Suez y Mar Negro: vía principal para el abastecimiento energético y de
mercancías de las principales economías del mundo, incluida China, India,
Japón, Corea del Sur, Turquía y la propia Rusia, además del norte de África y
Europa.
El escenario estratégico es una hegemonía militar de Estados
Unidos e Israel y una alianza en la región con los países árabes sunitas,
además de Egipto y Turquía.
Casualmente —que no es casualidad— todos los que están
reunidos en estos días en Sharm el-Sheikh, en Egipto, incluido Pakistán,
discuten el "plan de paz" en Gaza, que realmente es un proyecto
geopolítico de intentar pacificar y estabilizar la región bajo la sombra de
Estados Unidos y su brazo armado local, Israel.
Que se logre o no, y en qué plazo, nadie lo sabe, dadas las
complejidades presentes y los imponderables propios de la historia.
Mientras tanto, en Ucrania y en la relación entre Estados
Unidos y Rusia, y entre Rusia y Europa, sigue su propia dinámica regional. Es
un tablero de ajedrez y el "juego" en permanente movimiento, mientras
los medios, día a día, nos informan y desinforman, hablando del árbol o del
hecho particular, mientras se nos esconde o disimula el "incendio"
del bosque global.
Y esta es la importancia y necesidad de la visión y el
análisis histórico y geopolítico.
En esta perspectiva, también nuestro subcontinente al sur de
Estados Unidos está en movimiento, y de allí los "juegos de guerra"
del imperio en el Caribe, que nos afectan directamente.
El gobierno de Trump no quiere gobiernos hostiles en su
entorno más inmediato, y menos presencia rusa y china o de cualquier otro rival
imperial.
Por el lenguaje que se viene usando, la "paz por la
guerra" permite presumir acontecimientos probables, pero de eso nadie lo
sabe con certeza… hasta que ocurran. Si van a ocurrir.
Y está el agregado adicional en estas problemáticas con
efectos o repercusiones globales: la profunda crisis interna que se está
viviendo en la propia sociedad de los Estados Unidos. Una crisis cultural y de
identidad que viene fracturando a ese país, y que algunos —pocos todavía—
hablan hasta del riesgo de una guerra civil, dado el carácter mesiánico e
impredecible de Trump, cuya reelección, con 77 millones de votos, expresa el
sentimiento más racista y xenófobo de esa sociedad.
El cambio demográfico y cultural en curso, desde hace más de
tres décadas, cuya representación política es el llamado movimiento MAGA.
Tiempos nublados, sin lugar a dudas. Pero sin abandonar la
esperanza de un mundo mejor y más pacífico.
Como está escrito en el escudo de nuestra Alma Mater, la
Universidad del Zulia (LUZ): Post Nubila Phoebus "Después de las
nubes, el sol."
Angel Lombardi
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