Toda sociedad tiene su porcentaje inevitable de delincuencia, en particular la espontánea y la impredecible, pero el problema se torna particularmente grave cuando la delincuencia se hace organizada y se convierte en “negocios” como en las clásicas “mafias” que el cine ha popularizado, y como estructura económica altamente lucrativa termina por infiltrar y convertir en cómplices a sectores importantes de los policías, jueces y políticos, inclusive vinculados a los gobiernos locales y nacionales, cuando esto ocurre la situación es sumamente grave y se compromete seriamente el estado de derecho y la seguridad y tranquilidad ciudadana.
Este fenómeno o patología social se da en todas las sociedades modernas, pero golpea fuertemente a las más atrasadas e invertebradas, es lo que ha venido sucediendo en Colombia y en nuestro país, para no ir muy lejos.
En Venezuela, hoy por hoy, la inseguridad se ha convertido en el primer problema nacional, y el Estado aparentemente luce desbordado, indefenso o cómplice.
Al gobierno de turno le toca la principal responsabilidad ¿Se está haciendo lo suficiente?