La historia, a pesar de todo, tiende a ser racional.
Regímenes irracionales, como el de Corea del Norte y el de Irán, son obligados a la racionalidad, por las buenas o por las malas. El primero ya lo entendió; falta el segundo. Existe como una física del poder, que siempre termina por imponerse. La política internacional la imponen los “grandes” y siempre ha sido así. Sólo un insensato “tropical” lleno de petrodólares, no lo ha entendido, hasta que la cruda realidad de los hechos, se imponga.
El imperio “contraataca” y lo hace con éxito y lo hace con su arma más poderosa, la economía.
Hace negocios con Brasil, utilizando el etanol; beneficia a Uruguay, con ayudas y ventajas comerciales y con el resto del continente sigue demostrando que es el socio principal en este “negocio” que no es otra cosa la política exterior.
El “llanero solitario” sigue en su camino suicida y sin retorno, apostando a una satrapia del Caribe, política y económicamente fracasada y a dos países, como son Siria e Irán con una dictadura dinástica la primera y una anacrónica teocracia la segunda.
Su política de “regalos” se derrumba; mientras Rusia nos vende armas y China se declara capitalista sin retorno, con su apuesta por la propiedad privada, el mercado y el libre comercio. Sólo el iluso no logra darse cuenta de la realidad. Con su Asamblea ociosa y soñolienta; con las instituciones del poder público secuestrado y un país que empieza a despertar de su letargo y complicidad. Prometer y hablar ya no es suficiente.
Los sueños, sueños son, Miraflores no se convirtió en sede universitaria ni la Casona en escuela; como irresponsablemente se prometió. La economía del pueblo no está bien, aunque la de la “boliburguesia” marcha muy bien.
La deslegitimación progresiva del régimen es evidente e inocultable; con todo y la avasallante propaganda y el caricaturesco culto a la personalidad.
La historia no es irracional, aunque de tanto en tanto ciertos individuos, sucesos y acontecimientos nos inviten a pensar lo contrario, por aquello de la racionalidad de la irracionalidad”. El tiempo pasa y el país se mueve.
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