Igual pasa con la locura, en el ejercicio del poder y el gobierno, cuando esta gobierna, toda la sociedad se contagia de locura y así vemos como todas las categorías mentales y lingüísticas se afectan; así como la lógica y la racionalidad.
La historia se transforma en escenario para la confrontación ideológica y política; ya no es la “ciencia” de los historiadores sino la opinión alegre e irresponsable, que califica y descalifica hechos y personajes de acuerdo al humor y los intereses en pugna.
Así Páez se convierte en corrupto y traidor y Maisanta en héroe. Zamora es la premonición de Emiliano Zapato y la Revolución es la palabra mágica que todo lo puede.
El nacionalismo y el socialismo dos ideologías del siglo XIX y XX dan para todo; desde el nacional- socialismo nazi hasta el nacionalismo antiimperialista y revolucionario. Igual sucede con el noble término socialista que para todo ha servido; desde el socialismo utópico, tan denostado por Marx; hasta el socialismo científico de este o el socialismo real de la fenecida URSS o de la China actual. El socialismo democrático de la Europa moderna o este tropical y nebuloso socialismo siglo XXI.
Cuando la política está determinada por los difuntos y los locos y no por la realidad, la razón y la lógica de la historia cualquier cosa cabe esperar.
Nuestra sociedad pareciera haberse extraviado en dos momentos precisos de nuestra contemporaneidad y en las dos situaciones que se vivió y se vive con el “boom” petrolero. En los 70’ y en este comienzo de siglo; mientras mas dinero mas locuras cometemos, desde el poder y como sociedad. Mientras mas hablamos de prosperidad más aumenta la pobreza. Mientras mas recursos petroleros tenemos mas aumenta el despilfarro, la corrupción y la ineficiencia.
Los Presidentes que administraron la abundancia con escasez de criterios que parecidos son en su narcisismo, megalomanía y mesianismo. La política internacional se monta sobre un protagonismo personal y una chequera petrolera generosamente irresponsable; para contento y provecho de otros países.
La abundancia de recursos se convierte en una “piñata”; en un “bonche” nacional, en tiempo y oportunidades pérdidas.
Las locuras de nuestros gobernantes en los 70’ las pagamos caras como país; 25 años de estancamiento económico y retroceso social y el surgimiento de un proyecto político autocrático y anacrónico. ¿Vamos a perder otros 25 años?.
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